Lo que hace interesante a Forrest Gump (Tom Hanks) es la manera de lidiar con sus problemas, limitaciones y fracasos. Gump ha nacido con la flor en el culo pero no ha sido por su capacidad para sobrevivir una guerra o convertirse en multimillonario o "gazillionaire" como se definde desde el humor y la genialidad, fue por tener a su madre, Mrs. Gump (Sally Field) siempre y la fuerza de su amor por Jenny Curran (Robin Wright). Toda la historia se resume con su genial frase: "I'm not a smart man... but I know what love is". Lo que comienza como la gran farsa de la vida america se transforma maravillosamente en el espejo de nuestras vidas sin importar nacionalidades. Esta joya cinematográfica no pretende servir ética ni moralina es tan generosa que nos enseña que cada vez que nos equivoquemos somos capaces de solucionar los problemas.

Las obras maestras pierden el encanto cuando decidimos analizarlas y descomponerlas. "El último tango en París" es todo lo que se supone ha de ser el cine, en una palabra: vida. Dos personas se encuentran y van aprendiendo a descodificar el mundo del otro desde distintas perspectivas, Paul (Marlon Brando) posee el dolor, la experiencia, la madurez y a su vez el desconocimiento de la sociedad burguesa europea; mientras Jeanne (Maria Schneider) sigue descubriendo su cuerpo, vive admirando la figura de su padre, tiene miedo a perder los recuerdos de su niñez y esto impide que piense como mujer. Sigue siendo la película más europea y más universal, Bernardo Bertolucci conoce su sociedad europea y los individuos que en algún momento tuvimos contacto con ese mundo podemos afirmar que es verdad.

Parker (Jason Statham) vive su vida al límite sin descuidar ni olvidar el código de valores que según sus palabras ha de preservar en el mundo de ladrones, matones y asesinos. La película inicia en el momento que Parker y sus socios están ejecutando un golpe en una feria en el estado de Ohio. El plan sale más o menos lo previsto hasta que Melander (Michael Chiklis) decide que doscientos mil dólares no significan nada cuando puedes transformarlos en dos millones de dólares. A partir de su idea y la respuesta de Parker comienza el juego del gato y el ratón que acaba con su protagonista y ex socios en Palm Beach. Es en este condado que emula al Caribe donde Parker conoce a Leslie Rodgers (Jennifer López), una agente inmobiliario divorciada que vive con su madre y a la que pronto embargarán su coche y parece que otras propiedades. Leslie es consciente de que no puede dejar escapar la comisión haciendo todo lo posible por vender una mansión a Parker que ahora está en el condado. Después de enseñar cada propiedad disponible en la zona y ver que Parker no está interesado en comprar investiga hasta que encuentra que su cliente no existe. La mujer está dispuesta a ser cómplice y entrar al juego de Parker, siente que no tiene nada que perder y lo expone de manera convincente en una conversación con Parker. Es en esa escena donde comprobamos lo talentosa que es Jennifer López y seguimos cuestionando sus decisiones en su última etapa, de todas las actrices de origen castellanoparlante en Hollywood es la que nos enseña lo que ha de ser una actriz. El final necesitaba a López, cualquier otra hubiera hecho que la ética de Parker fuese puesta en duda.

Contar una historia no es fácil bien lo sabía Orson Welles, se puede hacer desde una perspectiva impresionista, desde la más ingenua catarsis de sus personajas o puede coger un rumbo en el que sus personajes prefieran hacer de psicoanalistas. El director Cesc Gay prefirió lo último, Gay cuida descomedidamente sus personajes, no quiere que el espectador les juzgue, sólo él que es su padre puede hacerlo y es en este punto cuando ya nos queda conformarnos y esperar sus diálogos y situaciones. La función ha empezado y tenemos que esperar el popurrí de celos, cuernos, deslealtad, soledad, conformidad, pesimismo, venganza y conformismo. Todos han cometido fallos en sus vidas pero a la vez todo parece inverosímil. Casi al final del filme llega la historia de P. (Eduardo Noriega) y Mamen (Candela peña), ésta es la historia que quería ver, P. es un hombre que parece tenerlo todo pero necesita algo, quizás una aventura para sentirse atractivo y sentir el poder para conquistar que piensa ha perdido por su matrimonio, un niño y otro que espera. Intenta camelar a Mamen quien ya tiene mucha calle. Candela Peña nos demuestra que su Goya a mejor interpretación femenina de reparto no es una casualidad y sí un trabajo duro y digno, logrando que pensemos que actuar es muy fácil, conoce tan bien su personaje que se mueve con la naturalidad de Marlon Brando y Benicio del Toro.

¿Qué le pasó a Santiago? Explicarlo es sencillo y sólo hace falta una frase, sin embargo sería destrozar el argumento de esta gran película. Santiago Rodríguez (Tommy Muñiz) es un contable que acaba de jubilarse, ha de aprender a vivir con sus ahorros y la pensión que van desapareciendo mientras va pagando las facturas de la clínica psiquiátrica de su hijo Eddie (René Moncloa). Santiago no logra comprender el nuevo Porto Rico que dejó atrás la caña de azúcar por la banca y el liberalismo, tampoco la relación de su hija Nereida (Johanna Rosaly) con su hijo Jerry (Pedro J. Muñiz) y su ex marido Gerardo (Roberto Vigoreaux). La vida de Santiago está ocupada por los recuerdos, la fidelidad a la memoria de su mujer Irma (Claribel Medina), y su dedicación a Jerry y Eddie.

La dirección es magistral, el guión perfecto, su música única y las actuaciones maravillosas, es importante mencionar que el propio Jack Nicholson elogió el trabajo de Tommy Muñiz. Me atrevo a decir que el Sr. Muñiz en cada plano me recuerda a la madurez interpretativa y hasta el parecido físico con Alfredo Landa. Ambos fueron hombres que utilizaron la comedia para pulir su arte y luego sorprendernos. Los paisajes son hermosos con una fotografía que hace justicia, podemos ver y comparar la ciudad moderna y el encanto del Viejo San Juan, donde le pasa algo muy grande a Santiago.