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España España · Zaragoza
Críticas de Flashboy
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Críticas 12
Críticas ordenadas por utilidad
Le regard de Charles
Documental
Francia2019
7,2
161
Documental, Intervenciones de: Charles Aznavour
9
2 de mayo de 2020
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Aznavour by Charles" ("Le regard de Charles") no es un documental al uso acerca de la vida del exitoso cantante, compositor y actor de origen armenio Charles Aznavour (1924-2018), sino una mirada a toda su vida a través de los vídeos que él mismo grabó por todo el mundo que visitó y por su propia vida privada, desde los años cuarenta y durante cerca de cuarenta años.

A través de la mirada del director Marc di Domenico y con un espléndido guion suyo que discurre en primera persona, la cámara de Aznavour se fija en detalles, vivencias ajenas y propias, de personas anónimas y famosas, en lugares de todo el mundo como New York, Japón, el desierto africano, China, Capri, Londres, la Unión Soviética, París, su país de origen Armenia y otros muchos sitios que visitó y donde se escuchó su música en directo.

Una mirada diferente, personal, un diario en vídeo de una vida interesante e intensa, salpicada con un pequeño puñado de sus canciones eternas.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Flashboy
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9
2 de mayo de 2020
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay muchas series, y todos hemos visto unas cuantas, total o parcialmente. Seguramente muchas nos habrán impactado con guiones originales, sorpresas visuales, hechos sorprendentes por increíbles, personajes fascinantes por extremados, y demás trucos televisivos para enganchar al telespectador.

Esto, es otra cosa. A lo largo de casi dos años he estado viendo “A dos metros bajo tierra” (“Six Feet Under”, creada por Alan Ball, guionista de “American Beauty”), un tiempo y una fiel dedicación que no ha evitado que al final triunfe la idea que siempre tuve desde el principio de que esta obra es un milagro en sí misma. Y digo milagro porque el hecho de componerse nada menos que de sesenta y tres capítulos hablando de una familia, -pero no de mafiosos, multimillonarios o presidentes, sino de una familia "normal"-, y mantener el interés, e incluso elevándolo conforme avanzaba la historia, es una tarea de talentos en estado de gracia. Eso sí, he puesto familia normal entre comillas, claro, porque los ingredientes que la hacen funcionar es aderezar esa normalidad con sucesos siempre interesantes pero muchas veces insólitos, pero cuyos efectos especiales sólo tienen que ver con el corazón, con los sentimientos y sobre todo con la vida y la muerte.

Meterse a fondo en el universo de “A dos metros bajo tierra” requiere arremangarse emocionalmente hasta un grado profundo. Te involucras. Y la primera consecuencia que noto, después de tantas y tantas horas compartiendo tantas cosas con unos personajes de ficción tan reales, es que indefectiblemente toda esta historia puede llegar a cambiar una pequeña parte de ti. Puede que sea la visión de la familia, de las diferentes clases de personas que te encuentras, de la amistad, de las relaciones con amor y sin él, de la soledad, del arte, del desamor, de la homosexualidad, del desencuentro de los padres con sus hijos, de lo que sea. Pero su visión atrevida, a veces irreverente, muchas veces transgresora y siempre inteligente y cercana, pueden dejar mucha huella. Es como condensar en poco tiempo todas las vallas y obstáculos que nos podemos encontrar en la carrera de la vida, y darles una visión intensa y clarividente.

La familia Fisher tiene una funeraria. Y allí pasan muchas cosas. A veces muy raras, tanto que a veces piensas que esta familia –y el resto de personajes, algunos memorables- no representa a la realidad, pero con el tiempo te das cuenta de que es todo lo contrario, de que por muy diferentes que seamos según clases sociales, países, razas y religiones, en el fondo todos tenemos las mismas inquietudes, miedos, deseos y sueños.

“A dos metros bajo tierra” es un baño de realidad, una invitación a pensar en la muerte, pero sobre todo en la vida, y en cómo hay que aprovechar cada minuto de ella exprimiéndolo como si fuera el último. De momento, tan sólo unos momentos después de haber concluido esta relación de casi dos años con la serie, mis minutos se debaten entre el pensamiento de la fortuna que he tenido de ser espectador de esta obra maestra, y el de la tristeza por haber llegado al final de su trayecto. La echaré mucho de menos, pero como a las cosas buenas que me han hecho sentirme mejor en la vida, siempre la recordaré. Mi pantalla de la televisión va a estar de luto por los Fisher una temporada...
Flashboy
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9
1 de mayo de 2020
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
A veces viene bien alejarse de las grandes producciones cinematográficas, de los efectos especiales y de las ampulosas tramas psicológicas o de las series interminables, y adentrarse en una de esas historias sencillas, reconocibles, con un punto de humanidad suficiente para conseguir llevarte al huerto de pensamientos que casi nunca te dignas visitar. Y para eso pocos cines como el francés. "Conversaciones con mi jardinero", de Jean Becker (director de la también excelente "La fortuna de vivir"), delata un guión muy trabajado y brillante que hace que todas los diálogos resulten familiares, cercanos, muchas veces graciosos y en otras ocasiones, con un punto de leve dramatismo social. Y digo leve, porque grave a fin de cuentas sólo es la muerte.

Dos grandes actores, Daniel Auteuil y Jean-Pierre Darroussin, llevan las riendas de esta película con la credibilidad de lo que apenas parece una actuación. Son dos viejos compañeros de clase que no se han visto desde la niñez, con vidas muy distintas (uno obrero, el otro pintor), pero cuya conexión personal en su reencuentro es suficiente para llenar todo el largometraje sin esfuerzo. El uno trabajará como jardinero del otro en una gran finca alejada de la ciudad, uno de esos lugares donde los relojes van a otro ritmo, y de su modus vivendi presente, pasado y futuro, -el uno sencillo, sin complicaciones, el otro, enfangado en las relaciones sociales y en un proceso de divorcio- renace una amistad adulta de las que no piden nada y lo ofrecen todo. Sensibilidad literaria, visual e interpreativa, o sea, buen cine.
Flashboy
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10
10 de abril de 2020
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cine dentro del cine. ¿Cuántas veces lo habremos visto? Muchas, pero no tantas de una forma tan deliciosa como la que rodó François Truffaut en 1973 en "La noche americana". Se llama así, 'noche americana', a la técnica consistente en cerrar el objetivo de la cámara de forma que se puedan filmar escenas durante el día simulando que es de noche.
Con esa excusa, Truffaut nos muestra a su particular manera los entresijos del rodaje de una película, con sus problemas constantes solucionados sobre la marcha (entre otros, falta de dinero, jóvenes actores caprichosos, estrellas en horas bajas que no se aprenden el guión), con los sentimientos y el deseo que se entrecruzan entre la confusión de la convivencia diaria (¿por qué hay tantos romances entre los actores y actrices de las películas?), y un director, Ferrand (encarnado por el propio François Truffaut) que comienza el rodaje con una obra maestra en la cabeza y que acaba conformándose con, al menos, poder terminarla. Todo tratado con una exquisitez mayúscula en un tono de comedia que avanza engulléndote con facilidad en la trama, con una Jacqueline Bisset en su mejor momento cinematográfico y una música magnífica que hacen de ésta una película ideal y especial para los fieles amantes del cine.
Flashboy
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8
14 de septiembre de 2023
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Caballero sin espada” fue el título -tan poético como arbitrario, como ha sido costumbre aquí desde que se inventó el cine- que tuvo en España “Mr. Smith goes to Washington”, película de Frank Capra fechada en 1939 que se zambulle en las procelosas aguas de la política, parcela de la vida donde parece ser que encontrar a alguien honrado es más difícil que toparse con un ornitorrinco en el desierto de los Monegros.

Protagonizada por el bueno por antonomasia de Hollywood, ese yerno perfecto llamado James Stewart, la película se puede contextualizar resumidamente como un clásico David contra Goliat, o también de cómo un almacándida ve su inocencia interrumpida abruptamente y se transforma en adalid de las causas perdidas. “Intenta ver la vida que te rodea como si acabaras de salir de un túnel” es la frase buenista que autodefine a este don Quijote Smith, como le bautiza Saunders -la protagonista femenina espléndidamente interpretada por Jean Arthur-, quien, delante de su amigo periodista Diz Moore, afirma con lucidez: “Me pregunto si ese don Quijote no nos supera a todos. Si no es una maldición vivir siendo listos como tú y yo”.

Corrupción sistémica, libertad de prensa, limpieza en la democracia, integridad personal, ética política, voracidad empresarial, agujeros del sistema legal… muchos de estos conceptos aquí presentes los deglutiríamos más bien con escepticismo en cualquier película moderna, pero esto es el maravilloso universo Frank Capra, un lugar donde todo es posible y los hombres y mujeres de buena voluntad tienen muchas opciones de salir triunfantes, aunque sea de rebote o de forma un tanto peregrina.

Este caballero no tiene espada, ni la honda de David; sus armas sin filo son el idealismo, la nobleza y la integridad y con ellas va hasta el final sin miedo -por ignorancia o por valentía, da igual- a que la oscura selva humana le engulla y destruya. Armas que son referencias casi utópicas en este mundo pero a las que siempre merece la pena volver a encomendarse, más si es a través de una película brillante alumbrada en el terrible año de comienzo de la segunda guerra mundial.

No ganó en los Oscar a “Lo que el viento se llevó”, pero tampoco nos hace falta para colocar a Jefferson Smith en el altar de los personajes más entrañables y emblemáticos del cine de ayer, hoy y siempre.
Flashboy
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