Tanto critica como público se ponen de acuerdo para quejarse de este thriller de más que conseguida atmósfera satánica, que narra con la ultraviolencia como recurso cinematográfico estelar, la crónica de un abuso misógino, el inevitable trauma que conlleva, y finalmente, la consiguiente catarsis que deja tras sí una venganza bien ejecutada. El country, el heavy metal, los tatuajes y la América profunda conforman un escenario muy chulo para que dos almas heridas se asocien y lo apuesten todo a su misión conjunta, un rescate y un ajuste de cuentas a un grupo de lunáticos jerarquizados, que encuentran acomodaticio y productivo el hecho de ceñir su facha a un aspecto gótico, tan inquietante como magnético y disuasorio al mismo tiempo, como seña de identidad que les coarta, da derecho y hasta invita a perpetrar toda clase de crímenes, violaciones, torturas y asesinatos. Te tatúas una cruz invertida en cada mejilla y te pones sombra de ojos negra y ya no hace falta que te esfuerces en poner cara de loco, te va a salir sola, lo demás es dejarse llevar.

Es una gamberrada muy de los noventa pero rodada en 2023. Hay escenas de palizas a mujeres, violencia extrema, lenguaje ofensivo y crudeza a raudales, y como no hay ningún guiño al woke y a ningún eslogan de concienciación globalista y por tanto no está pagada por ninguna multinacional que te venga, dictando por sílabas, a inculcar nada, pues a la mayoría del público, que cada vez es más aprensivo, se le habrá atragantado ni tampoco ha sido muy difundida.

Maika Monroe es una suicide girl y hay una escena en la que el cabecilla de la secta la chuta de heroína y la insta a matar a tiros a un tío; esta se pone a bailar en la estancia bajo el influjo del poderoso hype de la droga, pistola en mano, se la pone en la boca y aprieta el gatillo. Estaba descargada. Luego, mientras todavía se hallaba puesta, un tío se la estaba beneficiando contra el capó de un coche, entonces viene su socio, un Coster-Waldau que me ha recordado a Billy Bob Thornton, escopeta en ristre y la saca de ahí. Era como un pequeño aparcamiento de una zona de bares. Por el camino un tío piensa que se quiere aprovechar de ella, se le encara, otro le tira una botella que le impacta en la frente. Un maromo se le abalanza y forcejean. El cañón de la recortada acaba apuntando a la barbilla del atacante, se oye un disparo y la cabeza se desintegra. Viene otro a la carrera pero Nicolaj reacciona y de un disparo le sega la pierna derecha...

La peli puede pecar en puntual falta de verosimilitud, o que según qué pasajes a uno le puedan parecer absurdos o no del todo lógicos, pero si te gustan de este rollo te la tienes que ver. Está muy bien hecha, hay escenas que sobrecogen y no solamente por la mencionada violencia, sino por la actitud nihilista de los personajes, que parece que les da igual todo, que se mueven con total desapego hacia la vida, espíritu de forajidos. Las dos horas y media son algo densas, pero desde luego no utilizaría la palabra aburrida para describirla. Asimismo la recomendaría a todos los emos, personas borderline o aquejadas de trastorno bipolar.

Frases:

"Todos entendemos el sentido de la vida, pero no estamos dispuestos a aceptar las malas noticias. Así que lo afrontamos con Dios, el Diablo y toda esa basura New Age."

"La cosa es que estamos todos jodidos y equivocados, tratando de ocultar nuestra mierda."

Posiblemente como Green Room si hubiera sido dirigida por S. Craig Zahler.

También tiene ecos a: Al caer la noche. Monster. Educando a J. Buffalo 66. Black Snake Moan. Inocencia interrumpida. Ni una palabra. Freeway (sin salida), la de Witherspoon.

El alternativo look de la madura actriz Vera Farmiga (Infiltrados), tan tatuada y cool, aquí se nos dice que obedece a una causa ultraderechista, pero perfectamente podría ser todo lo opuesto, que fuera una bohemia hippie perroflauta y los espectadores no podríamos ponerlo en duda. (Algo parecido se da con toda esa parafernalia mística y mitológica, es material totalmente ambiguo y tergiversable, da para contar cuentos que vendan una ideología y también la contraria, vemos como aquí Vera Farmiga intenta engatusar a la niña mayor con alguna fábula de una Diosa rara, la invita a un porro, la regala un colgante chulo y la da una tarjeta de su club social, es decir, llama su atención cubriendo tres necesidades del tirón; el placer y la transgresión que ofrecen las drogas, que ejercen de placebo con efecto inmediato al sufrimiento y al mismo tiempo satisfacen el instinto de rebeldía adolescente, una compañía que es sugerente y maternal al mismo tiempo, y como no, la puramente materialista, sin la que tampoco se puede tener una vida digna.)

Vienen a decir que se capta a chavales con carencias afectivas y económicas y compran su alma por un plato de lentejas, es decir, los alimentan, les dan cobijo y el sentido de pertenencia a un grupo a cambio de después dominar y explotar sus vidas de forma completa, como les dice literalmente el líder, les pertenecen. Por otro lado ellos tampoco tienen mucho donde elegir y como su personalidad a esa edad aún no está desarrollada, lo absorben todo y no tardan en incorporar los ideales que les son inculcados.

La película es un drama y no un thriller criminal (yo me he tirado las dos horas esperando a que cogiera la pipa y el coche y fuera a su guarida en plan Robert de Niro en Taxi Driver y nada) y cuando estas historias me suelen atrapar, esta me ha dejado frío e indiferente, a excepción de un par de momentos (brillante cuando la manipuladora Farmiga, con ese look tan seductor, espeta a la oronda novia del chaval: ¿[Así le quieres que] lo mandas a recoger mierda con los ilegales?).

Si os digo la verdad tampoco he conseguido empatizar mucho con el tío, la peli comienza mostrándonos como se empotra a una chavala con el pelo azul del grupo así, delgadita, que está de muy buen ver, luego un día se pillan los dos una tajada de aparentemente varios días en casa de este, el cual completamente borracho la echa de malas maneras para acto seguido perder el conocimiento y caer a plomo contra el suelo golpeándose la cabeza. Cuando sale del hospital se fija en una tía que pesa el doble y encima tiene tres niñas... ¿Todo bien por casa? Me da que se conocían de antes, pero aún así ese cambio me ha dejado un poco fuera de juego.

No sé como irá la cosa allí, pero mientras veía la película no paraba de cavilar en la clase de idiotas que se tatuarían la cara de esa manera, pues luego nadie les iba a contratar. Aquí los colgados (hablo de los autóctonos) nazis, que se pintarrajean la jeta de esa manera, algo me dice que no son precisamente como éste, que no tiene con qué limpiarse el culo, sino más bien todo lo contrario, que están con las espaldas cubiertas y hasta es probable que posean una economía desahogada ya sea tengan padres asentados, sean dueños de algún negocio o lo que sea que les dé una mínima garantía que el día de mañana no tengan que salir a la calle a suplicar un trabajo mal pagado con esas pintas.

Alacrán enamorado + Taxi + American History X + Los asesinos de Snowtown

Además, ninguna de las once críticas previas que hay la da menos de un cinco, es una estadística poco frecuente y que apoya mi argumento.

Me mantuvo pegado a la pantalla durante las dos horas, en ningún momento se me hizo pesada. Me recordaba a 'Memories of a Murder'. Sigue los asesinatos de siete mujeres a lo largo de siete años y el arduo proceso de investigación, de determinar si los crímenes están relacionados y fueron cometidos por la misma persona o si en cambio son casos independientes. Hay pistas contradictorias, unas que indican una teoría y otras la contraria, los sospechosos no encajan en el perfil y la ausencia de medios científicos determinantes impiden esclarecer la identidad del homicida. La incertidumbre y la desesperación calan en el espectador, en ese sentido la película es completamente tensa y absorbente.

Indigesto telefilme de los años '00 que aglutina la Navidad, el tráfico de heroína, malas interpretaciones y aburridas conversaciones en unos insufribles ochenta minutos en los que el espectador se pregunta si el experimento de la filmación no es otro que poner a prueba la paciencia del espectador. Los diálogos no pueden ser más inflados y anodinos, argumentalmente es una patata y la factura es deprimente. Brancato es un narcotraficante que dosificación la droga en su casa junto a la ayuda de su equipo, y Drea de Matteo es una madre agobiada que recorre la ciudad en busca de una muñeca agotada para su hija (sí, rollo 'Un padre en apuros' pero sin la menor gracia). A la mitad de la peli a este le secuestran y a ella se le acerca un tipo con pintas (Ice-T) exigiendo que le traiga la mayor cantidad de dinero que pueda en (¡20 minutos!) sí quiere volver a ver a su marido con vida. No le dice cuánto. Le trae 15.000$ y no le parece suficiente. Dice que quiere 'más', pero sin especificar, de manera abstracta. Le da otros 20 minutos de plazo. También la pregunta que siendo ella una mujer tan atractiva que qué hacía con ese inútil gilipollas y ella le cuenta como se enamoraron. Se hace de noche y le trae más pasta. Lo libera y la hace prometer que van a dejar de traficar.

Christopher Walken, un narcotraficante, sale de la cárcel y junto a sus secuaces va eliminando a los que han cogido el poder mientras que él estaba en la sombra. Finalmente la policía, especialmente un impetuoso David Caruso, al ver que la ley no es efectiva y que va a quedar impune y encima como figura icónica de la ciudad (financia un hospital como hábil lavado de cara) va a por él, haciéndose pasar por otros delincuentes. El veterano policía Víctor Argo está en contra ('¿Vas a matar a todo aquel que no puedas detener?')...