Dan Harmon no se tapa la boca y explota a base de fulminantes gags y chabacanismo bien ilustrado una nueva historia que reafirma el éxito de su predecesora. Community fue (y es) la gran comedia para serieadictos exigentes; desde ese punto nace Rick & Morty. El material de partida no es demasiado original pero su tramitación es perfecta, dinámica y con un endiablado ritmo narrativo; y aunque se ingesta una buena comilona de infuencias anteriores (vease la analogía argumental con Regreso al futuro, la base humorística de Guia del autoestopista galáctico o el estilo más extremo de Hora de aventuras, Ugly americans y Gravity falls) todo lo que la rodea es correspondencia puramente llana, carismática, donde solo se fraguan cosas buenas.

Entre el humor y ese buen arte de combinar géneros (a lo Firefly), tras la tentativa e inminente consumación de entretener sin una meta imperativa, Rick & Morty reinvindica el arte de narrar el ahora bajo múltiples risas y regala una considerable ración de insuperables ideas lejos de ultraje o imposturas baratas al espectador. Todo parece sacado de una estantería de Neil Gaiman, Douglas Adams o Harry S. Keeler, y probablemente lo esté, mas no es menos cierto que la serie está servida con una descomunal extrañeza y con la sencilla ambición del disfrute mas bizarro, en un plazo de tiempo determinado que acontece en un abrir y casi sin cerrar los ojos.