Si es que, amigos, tengo la puntería afinada. No creáis que es tan fácil acertar la peli más desconcertante de toda la cartelera. laugh.gif

"En la ciudad de Sylvia" es algo así como una oda al ensimismamiento con lo cotidiano: los gestos, sobre todo, de mujeres, las miradas furtivas, el latido del viento en el cabello, voyeurismo en una terraza de copas, el tránsito por calles francesas sin miedo a repetir caminos o retroceder ni cruzarse con algún vagabundo y vendedores ambulantes... Es... José Luis Guerín en Bruselas, aunque el lugar poco importa. Para quien viera en su día "En construcción" que sepa que Guerin mantiene el mismo estilo. Historia minimalista, casi inexistente trama que hilvana un protagonista que no es más que una excusa. Personajes que apenas intercambian un par de conversaciones en toda la peli. Puro disfrute visual.. y tal vez nada más.
Advertir que puede ser terriblemente tediosa y medio tomadura de pelo. Más de cuatro y cinco personas huyeron de la sala a media "peli". No sería la peli que recomendaría a nadie a quien apreciara, a pesar de ciertos momentos de tranquila inspiración.

Es difícil de puntuar... Es que ni es una película, es un experimento sin gaseosa.

Pda: Ah, y sale Pilar López de Ayala, pero no sé para qué.

El ambiente jazzístico (y negro por definición) barcelonés pone a prueba a los protagonistas, Lola (la hermosa Flora Martínez) y el chulito Alfredo, en su intento por salir de la marginalidad social.

Lola es víctima de un pasado turbio con el que se tendrá que volver a enfrentar, por su parte Alfredo pierde el alma en el aparente camino fácil de la delincuencia. Ambos sólo esperan salir de la exclusión social, aunque tienen planes de futuro algo distintos, mientras Lola se deja seducir por la bohemia decadente del jazz (encarnada por Nacho Novo), Alfredo busca su reflejo en el poder de un mafioso engominado y pervertido (José Coronado).

Trama muy irregular, rellenada a golpe de trompeta, saxo y la melosa voz de Caroline Henderson. Sin duda, película de personajes atormentados pero con templanza, algunas escenas subidas de tono y secundarios con historias interesantes que se querdan demasiado al margen, en mi opinión.

Hay películas que te sobresaltan, te recorren las venas y que, pasado el tiempo, uno descubre que no volvió a ser del todo el mismo. Esa sospecha tuve cuando terminé de ver “Persona”, tal vez --y únicamente-- el tiempo me la confirme como me ocurrió tras leer “La náusea” de Sartre o las obras de Camus (“El extranjero”, “La caída”, por ejemplo). La verdad es que albergaba la esperanza de no tener que escribir las líneas anteriores, porque los cambios, los replanteamientos de la existencia no son nunca fáciles de digerir, nos creemos invariables, constantes hacia el infinito. Es el precio que pagamos por el arte con sustancia, el verdadero.
En algunas lenguas entre “ser” y “estar” se marca la diferencia con especial ahínco, pero a todos los humanos es transversal la necesidad de cuestionarse si el ser y estar en el mundo es realmente lo mismo o una necesidad de consuelo. Estar estamos todos, pero lo que somos ya no es tan fácil de responder.
Elisabeth, célebre actriz, deja de hablar como si quisiera dejar de actuar y esperar que sea el mundo (Alma, la enfermera que llena los vacíos que Elisabeth abre con su frío silencio) que actúe para ella, aunque a veces la realidad en crudo sea insoportable: un hombre ardiendo a lo bonzo. Ni en esa ocasión a la realidad se llega sin intermediarios, nunca es limpia, sino a través de la televisión, como en esta ocasión. La realidad se nos muestra siempre a través de otros ojos o nosotros la reinterpretamos con los nuestros... Pero Elisabeth fracasa en su intento, no sólo sigue actuando para analizar a Alma, sino que acabará presa de su propia trampa.
Es un juego de infinitos espejos cóncavos de feria, como Bergman insiste en plantearnos metacinematrográficamente incluso rasgando el telón, quemando la propia cinta de la película. Mutuamente, Elisabeth y Alma acabarán confundiéndose, reflejándose y casi autodestruyéndose porque no soportan enfrentarse a sus miserias emocionales personificadas en la otra.
Por otro lado, pocas películas como esta (con una gama fabulosa de grises) sirven mejor para explicar que el B/N no es una falta de colores, sino la mejor manera de relatar determinadas historias.
“Persona”, también etimológicamente, es la máscara que cada cual se construye no sólo para los demás, sino también --y es terrorífico reconocerlo-- para uno mismo. Supongo que Elisabeth, Alma o nosotros no somos de alguna forma los que queríamos ser, los que mostramos al mundo, ni los que creemos ser. De lo que estoy casi seguro es que nadie que vea la película con intensidad y sin prejuicios podrá ser ya indiferente, que es lo peor que se puede ser: nada.

A algunas grandes películas se llega por el azar, a otras por la recomendación de algún amigo con criterio y puntería. Merci Anna.

Más allá de las filias y fobias ideológicas de cada uno Michael Moore sabe lo que se hace. Es cierto que peca de maniqueísmo en algunas ocasiones (la comparación con Guantánamo, por ejemplo, o la felicidad total libre de problemas de franceses e ingleses), pero también es producto de a quienes se dirige: a esos "estúpidos hombres blancos". Al gran público yanky hay que dárselo todo masticadito y hablarle siempre con ejemplos (Inglaterra, Francia, Cuba). Lo cierto es que la historia está bien hilvanada y la cuestión que plantea tiene coherencia (si está más o menos "preparada" ya no entro...), en esto Moore es realmente bueno.
Muchos pensaban (yo lo temía) que tras "Bowling for Columbine" y "Fahrenheit 9/11" ya se había quedado sin ideas. Y aún ha de estrenarse "Fahrenheit 9/11 1/2"...

Cine alemán sobre las segundas oportunidades, la redención, el choque de una joven presa descarada con un potencial de pianista y una vieja encerrada en sí misma por su pasado.

El problema de la peli, para mí, no es otro que el de ser una historia repetida. Porque la película está bien, aunque con altibajos y algunos vacíos en la trama. El final es resultón, pero se telegrafia demasiado el momento que llegará el clímax. Con todo, me parece una buena película, un poco exagerada la estética de la presa cuando toca, parece Janis Joplin o cualquier cantante grunge.
Impagable la escena del concurso de tv, un chiste malo pero toda una bofetada a la sociedad actual.