No ha mucho, decía un crítico cinematográfico que tenía enormes ganas de jubilarse para poder disfrutar de las películas en lugar de analizarlas. Esta sencilla manifestación me empujó a ver cine de una manera diferente a como lo estaba haciendo durante los años anteriores. He deicidido juzgar las películas a partir de una premisa que llamo "disfrute global" en el que se combina disfrute estético. con diversión (en el sentido genuino de la palabra) y. sobre todo, emoción. Mis largas y fecundas lecturas, las conversaciones con amigos y conocidos, mi asistencia habitual a cursos, conferencias y debates (incluida la impartición y participación en algunos de ellos) me han proporcionado, creo, una serie de instrumentos de análisis que, por un lado, me han armado para un disfrute mayor y más profundo, pero, por otro constituyen un lastre para ese tipo de "ingenuidad" con el que hay que acercarse al arte en general para obtener un goce sincero. Y ahora voy a hablar de la película.
Cuando tengo que calificar una película, pocas veces he sentido el deseo de que existieran dos varas de medir: una para el juicio técnico-artístico y otra para el "disfrute global". Desde hace años me reservaba la película de Kobayashi para una de esas sesiones nocturnas de goce cinematográfico en compañía del humo de mis cigarros. La decepción fue tremenda: fascina la maravillosa puesta en escena, la osadía técnica; embriaga la inefable atmósfera tan pocas veces lograda en una obra de este tipo; encoge el alma el rostro de los personajes enfrentados a lo inaprehensible... Pero, intervino ese factor inexplicable e inexplicado que es la subjetividad del gusto personal y me hizo la obra, en demasiadas ocasiones, aburrida, larga y abrumadora en el peor sentido de la palabra. La primera hsitoria, entrenecedora pero demasiado convencional. La segunda, hermosa, pero estática. A la tercera le sobró (me sobró, mejor dicho) todo el prólogo de teatro "kabuki", "no", o lo que sea, que entorpece la emotiva historia de Hoichi. La cuarta, la más interesante en mi modesta opinión, se vio lastrada por el hastío acumulado. Estoy seguro de que me hubiera apasionado mucho más si hubiera visto los episodios por separado (muy "por separado"). como cuatro mediometrajes. Su director es un genio, pero siempre me ha fastidado el regodeo extático de los genios.

Como repito algunas veces, el gusto es un algo misterioso e inaprehensible. Yo le he dado mayor puntuación a Parque Jurásico o a King Kong que a Dies Irae (no así a a Titanic o a Godzilla, que, ¡fíjate tú!, me parecieron unos "tostones"). No me considero aburrido en absoluto y, si tenéis tiempo y ganas de echar una ojeada a mis votaciones o las pocas críticas que he hecho, comprobaréis que me paso las opiniones de la crítica por allí mismo.

Dies irae me parece una película estupenda: intensa, emocionante y llena de vida... de la vida que explota en las escenas campestres de Ana y Martin; llena de muerte en las paredes vacías y sombrías de esa casa gobernada por un aliento siniestro y cruel.

No tengo ningún empacho en decir que me gusta y me entretiene (igual que otros no lo tenéis en decir lo contrario), pero creo que caéis en el mismo defecto que aquellos a los que criticáis: no hay gustos universales y, si me parece propio de prepotentes pensar que al que no le guste esta película es un ignorante cinematográfico, me parece igual de prepotente juzgar a los que disfrutamos de ella.

Petarda y pretenciosa. Estafa, porque utiliza sin derecho el nombre de Stoker, con cuya obra no comparte ni espíritu ni emoción. La belleza y sugerencia de algunas imágenes no pueden ocultar una historia estúpida de redención, vomitiva por cursi y sentimentaloide, y que traiciona el espíritu duro, enigmático y aterrador de la historia creada por Stoker. Lo mejor: la escena de Harker con las tres vampiresas, por sensual y sugerente. Lo peor: una historia con uno de los guiones más tontos con algunos de los diálogos más ñoños que he oído sobre la pantalla.

Nada más que decir.

¡Vacía. vacía, vacía...! Mero ejercicio estético. ¡Qué el señor Kar-Wai se dedique al video clip o a la publicidad! Sería el mejor.

¿Un homenaje? Estupendo. No se puede hacer un remake de lo perfecto. Por eso me parece interesante la intención de Van Sant de, sencillamente, poner un traje nuevo. Este tipo de juegos y curiosidades me parecen bien en esencia, pero.... ¿por qué ese maldito empeño en dejar huella de autor en estas cosas? ¿A qué vienen esos planos "quasisubliminales", de sangre y rostros añadidos a la planificación original? Convierten lo que podría ser un divertido juego en una petardada total.