Si alguien llega a esta crítica, seguramente ya habrá leído las decenas de comentarios acerca de esta película y por lo tanto sabrá casi todos sus vericuetos. Es decir, ya conoce la historia sobre el joven baterista que quiere ser el mejor y del despótico maestro con el que se topa.

Y a esto último me quiero referir. El profesor es autoritario al extremo, al punto de humillar de mil maneras a sus alumnos para “sacar lo mejor de ellos”.

Este es el punto fundamental de la película. Si ud. considera que esta situación no es creíble y que, como sería lógico, ese maestro termine molido a patadas por algún alumno o expulsado a los 5 minutos, entonces nada del resto del film le será creíble. Porque lo que tiene que saber es que la película gira en gran parte en torno a ello: el alumno debiendo sortear los escollos que este abusivo profesor les impone a sus alumnos.

Si esta situación un tanto exagerada no le molesta, entonces la película funciona y le va a gustar. Como a mí.

El título ya es sugerente: la felicidad es un misterio, no algo simple y previsible. Entonces también es un misterio la repentina desaparición sin causa aparente del amigo inseparable/ socio/ casi hermano de Santiago (Guillermo Francella). La película es pasatista sin pretender ser profunda. Al espectador que no le moleste que las cosas queden por la mitad, entonces se sentirá satisfecho. En lo personal, la película no se me hizo larga, pero tiene demasiadas situaciones y personajes a medio plantear (repito: esto no tiene porqué ser imprescindible para muchos). Las actuaciones de Francella como tipo estructurado que queda desorientadísimo cuando le falta su amigo y de Inés Estevez de mujer insoportable son más que creíbles.
El resto, ya lo dije, se queda a medio camino (Por ejemplo, el personaje pseudo bizarro del detective no se entiende). Si ese tipo de cosas no le molesta, entonces véala sin esperar mucho más, excepto alguna reflexión (que nunca vendrá mal) sobre que hicimos con nuestros propios sueños

Eglatine tiene 17 años y una madre cuasi alcohólica que se especializa en hacerla sentir culpable. Completa el cuadro un padre ausente que sólo manifiesta su cariño premiándola con dinero cada vez que obtiene una buena nota. Para colmo, la adolescente acaba de iniciar una relación con un chico con el que se siente muy a gusto. Obviamente la madre la manipulará desde su cómoda desdicha generándole culpa cada vez que salga con él de noche.

Eglatine toma el camino menos esperado: decide concurrir a un psicólogo al que le pagará con el dinero de sus buenas calificaciones. El papel del profesional es protagonizado por el carismático Gérard Jugnot, al que el rol le sienta tan bien como al de maestro en Los Coristas. Claro que el film no se trata de aburridas sesiones de psicoanálisis, sino que este particular terapeuta se nos aparecerá a lo largo de toda la trama ilustrándonos cómo los seres humanos hacemos todo lo posible por no cambiar y cuál es el rédito que sacamos de ello.

Lo más interesante de "Si pero…" creo que está sintetizado en una respuesta del terapeuta a Eglatine cuando le señala la importancia del psicoanálisis a su edad, ya que “Tú aún no has tomado las elecciones más importantes de tu vida. La gente recién viene acá cuando se ha divorciado, ya tiene hijos u odia su trabajo”.

Sin pretender endiosar al psicoanálisis, creo que la trama es buena. No voy a mentirles, no es un peliculón infernal, pero está contada de forma muy amena y las actuaciones del acertado Gérard Jugnot y la convincente Emilie Dequenne le otorgan un punto extra.

Recomendable.

En principio el guión de “El Artista” promete: un enfermero que cuida ancianos descubre que uno de ellos - en silla de ruedas y sin habla (salvo para pedir puchos) - es un genio de la pintura. Sin ningún escrúpulo, decide tomar sus obras y presentarlas como propias amparado en el ensimismamiento del viejo que ignora la situación. Ante el interés del ambiente artístico por su obra, el falso artista comenzará a cosechar la admiración, la fama y el éxito producto de las pinturas. Hasta aquí la sinopsis.

No obstante, creo que con semejante propuesta se presentaba una excelente oportunidad para algo mucho mejor. La primera falla que le encuentro a la película (y la más importante) es la actuación del “impostor”, protagonista principal de la misma. No hablo necesariamente de una mala actuación, pero su personaje es inexpresivo hasta la exasperación. ¿Hacía falta que fuese así? ¿El hecho de ser un impostor lo convierte en una persona que no trasmite nada de nada? De hecho, para una persona ambiciosa y capaz de semejante deslealtad me imagino otro perfil.

Las otras fallas del film las veo en las desaprovechadas situaciones imprevistas que el falso artista debe subsanar (como cuando el viejo deja repentinamente de pintar suponemos por falta de inspiración). También el final me pareció flojo, como si se lo hubiesen sacado de encima.

Conclusión: Buena idea desaprovechada.

Norberto Apenas Tarde tiene varias aristas para ser una buena película

a) Un personaje que encarna a un “tipo común”, medio perdedor, destinado a que nos solidaricemos con él de inmediato.
b) El elenco no es conocido, pero - cada uno en su rol - completa muy bien la historia.
c) Una vez planteado el argumento, nos intriga saber que va a hacer Norberto para cambiar un poco su vida gris (si lo logra, claro).

Sin embargo, la película se me hizo larga. ¿Por qué? Porque no fluye. En ese sentido es oportuno el título de la película: Norberto “Apenas Tarde”. Apenas tiene un trabajo, apenas tiene una relación de pareja, apenas un sentimiento que se vislumbra hacia una compañera de teatro. En ese sentido, aclaro entonces que el mensaje está entendido y como dije antes, el nombre de la película le hace honor. Pero más que un final abierto o un planteo consistente, todo es una serie de eventos que se desarrollan por la mitad.

Apenas un argumento.