Chéjov es el gran autor del realismo, sea en narraciones o en teatro. Sacarlo del realismo vacía de sentido a sus obras. Obras formalmente perfectas cuyo sentido y sentimiento es ardoroso, quema. Ese aspecto realista o es respetado o el resultado, por bueno que sea, no quema, no arde en los conflictos sociales que indirectamente evoca. Louis Malle realiza una adaptación estilizada, levemente abstracta, muy impresionista y, por así decir, estructural (es lo que en la época se llamaba una "deconstrucción). El realismo desaparece en el formalismo de la propuesta. Guste o no, las obras de Chéjov, si se desea que quemen y enamoren, necesitan cumplir unos tres requisitos realistas. Los personajes son rusos (no neoyorquinos). Suceden en entornos rurales (no urbanos). Y tienen un telón de fondo, pocas veces explicitado pero omnipresente, de unos siervos liberados que viven en la miseria, y con ellos los dueños de las haciendas van cayendo en una vida miserable. Ninguna de estas tres cuestiones centrales quedan reflejadas en la adaptación. Y estas tres cosas son las que hacen que la obra queme. Resulta, pues, una adaptación académica, fría e impersonal. Sin emoción. Lástima.

Han pasado los años y a esta película se le ven los costurones. Toda ella pivota sobre la interpretación de Tracy, excelente como el doctor Jekyl, penosa y desafortunada como míster Hyde. Así, hoy, la película no funciona. A pesar del buen pulso narrativo y las buenas atmósferas, y las magníficas interpretaciones de las actrices, cuando llegan las transformaciones de Tracy en Hyde la película cae en el ridículo y la fascinación desaparece. Una pena. A Fleming alguien debería haberle recordado que no conviene pedir a un actor - excelente en lo suyo - lo que no puede dar.

El gran activista de la contracultura fue Abbie Hoffman. El y sus amigos fueron los que protagonizaron provocaciones e intervenciones, medio políticas y medio artísticas. Artísticas por su fino sentido de la oportunidad, la belleza y la diversión. Que hacer política no tiene que ser aburrido, debería ser más bien una sátira jocosa de los males de la sociedad. Con un pie en la acción improvisada, con un pie en el happening (lo que ahora le llaman "performance"), Hubo muchos otros activistas en los años 60 de los USA, muchos de ellos importantes. Pero ninguna alcanzó la gran celebridad de Abbie Hoffman.

La película es un BIOPIC escrito por sus amigos y familiares, y producido por gente que lo admira. Más "indie" imposible. No es una biografía como tal, se centra sólo en aspectos concretos para entender al personaje. En especial su peripecia vital. Ofrece imágenes (reconstruidas, pocas de archivo) de sus acciones. Lo que puedo criticar en ella es que no ofrezca más imágenes de sus mejores acciones. Recuerdo que el telediario de la TVE pasaron uno que se hizo célebre en todo el mundo, pues fue noticia en todas las televisiones. Yo lo vi y me quedé hechizado. El asunto fue como sigue: Abbie y sus amigos fueron a la bolsa de NY con unas sacas llenas de billetes de 1 dólar. Se ubicaron en la galería superior, abajo la conocida sala de los "brockers", con los monitores y los líos que montan. La acción fue que vaciaron las sacas sobre el parqué. Los "brockers", viendo la lluvia de billetes de un dólar, se liaban a puñetazos para acaparar los más posibles. Inolvidables imágenes, vaya. ¿Qué mejor denuncia de la codicia en que se fundamenta la bolsa? Apenas unos segundos de una reconstrucción se exhiben en la película, y creo que es una lástima hacer una referencia tan breve.

Si el tema les interesa, ¡no se pierdan la película! Además, pueden complementarla con "El juicio a los 7 de Chicago", de reciente estreno. El juicio sale en "Steal this movie" brevemente.

Si al lector le gusta la obra de Samuel Beckett, ésta es su película. Lo mejor es que está basada (lejanamente) en hechos reales, como recuerdo haber leído en la prensa hace bastantes años. La acción sucedía en Dinamarca y Alemania, aquí ha sido trasladada a Francia, lo que es irrelevante. Y el punto de partida se ha transformado en un clásico del mundo carcelario. Es común ofrecer a los presos en algunas cárceles una válvula de escape para su miserable condición, y una de ellas es hacer teatro. Una de las obras que prefieren (al menos) ensayar es esta de Beckett, porque retrata indirectamente muy bien su absurda situación. De hecho conozco varios talleres en prisiones que la han montado. Los presos no son actores, incluso puede que sean negados como actores, pero entienden perfectamente el absurdo de "En Attendant Godot". Y Beckett es un autor peculiar, para interpretar sus obras no hace falta ser actor, ni bueno ni malo. Lo que hace falta es ser sincero y auténtico, aceptar cantarte las cuarenta cuando toca, y abrirse a un mundo poético y absurdo, como ambas cosas es la vida. El resto lo pone la obra. Si a ella te abres, te atraviesa como una flecha y te empuja adelante, avanza como un ómnibus. Se revela porque tú mismo te revelas. Y esto es un hecho humano, inmensamente humano, muy valioso, sin importar que metas "morcillas" en el texto (como hacen en la película), seas analfabeto o tartamudo. Lo digo a sabiendas, puesto que he traducido piezas de Beckett y montado dos. Pues bien, de estas verdades humanas va la película. En este caso, los actores son unos excelentes actores (y actrices) profesionales y multiculturales (como las cárceles hoy, como el mundo hoy). Dos de ellos muy conocidos. No importa, la verdad humana de los sucesos que recrea trasciende estas consideraciones. En fin, como toda gran obra. la película tiene un doble final. Que los presos acabarán dejando de esperar a Godot... es lo que todos esperamos desde el principio, lo que gustó mucho a Beckett como el mejor final para su obra. Que el director ... (no sigo, que sería "spoiler")... bueno, es uno de los mejores monólogos del siglo XX. Puesto que él mismo deja de esperar. ¡No se pierdan esta peli!

Película apolillada de puro envejecida. Sólo válida para nostálgicos del viejo cine. Hoy olvidada menos para los historiadores del cine y académicos. Una pieza arqueológica que sólo debería ocupar plaza en el museo del cine rancio.