La película tiene una buena puesta en escena, y lo que es más importante, este frenético thriller goza de un buen ritmo. El ritmo es lógico y sorprendente a la vez, con asesinatos repentinos simultáneos a escenas con dialéctica cuanto menos interesante y que invita a la reflexión. Ideas como la venganza o el crudo y corrompido sistema judicial de los Estados Unidos salen a relucir. Esta inteligente combinación dota al film de una gran capacidad de acaparar la atención del espectador. Sin embargo, los hilos que soportan el argumento del largometraje se van haciendo cada vez más finos y frágiles y se asoman ya los sentimientos de inverosimilidad en el espectador. La complicada trama que ha conseguido cautivar en su inicio y desarrollo, parece no poder salir por ninguna parte. Y así es. El thriller podría haber acabado firmando una muy buena obra, pero, por el contrario, se soluciona con un final burdo que deja (a pesar de las espectativas iniciales) a "Un ciudadano ejemplar" en su sitio: Una película interesante y entretenida, en la cual no destacaremos nada más que el buen rato que nos ha hecho pasar cuando la recordemos.