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Seychelles Seychelles · Vigo
Críticas de Duque
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Críticas 18
Críticas ordenadas por utilidad
5
17 de agosto de 2009
29 de 44 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dejando de lado el mensaje general que intenta transmitir la segunda parte de la trilogía abanderada de Kieslowski, ese segundo principio revolucionario de egalité tan difuminado; el filme del polaco, aún lleno de momentos ingeniosos y sorprendentemente emotivos, deja al espectador bastante frío al final. La cinta esconde en el tintero cientos de interrogantes que nunca son respondidos, quizás proponiendo que "saboreemos el misterio". Los misterios son fascinantes, sí, pero sólo si son sobre el propósito de la existencia, no sobre la procedencia de miles de dólares ahorrados por un modesto peluquero en principio arruinado, por poner un ejemplo.
La fotografía y las localizaciones siempre son preciosas, por supuesto; desde las hermosas calles parisinas hasta las frías y sobrias ciudades de Polonia. Eso sí, se echan de menos los encuadres atrevidos y los travellings veloces.
Cabe destacar la interpretación de los actores, muy creíble. Sin embargo sus personajes fingen poseer una profundidad que jamás se revela más allá de unos tormentos sin causa aparente (Mikolaj) o resultan totalmente paradójicos e insostenibles (Dominique y Karol). ¿Todo por qué? Porque el guión, amago de "comedia negra amorosa", es ridículo, desganado y, se diría, improvisado.

Un intento pasable que queda muy por debajo de su predecesora Azul, muchísimo más elaborada en todos los sentidos (¡Esa música!).
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Duque
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Ren y Stimpy (Serie de TV)
SerieAnimación
Estados Unidos1991
5,9
6.565
John Kricfalusi (Creador), Bob Camp ...
Animación
6
24 de julio de 2010
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Millones de infancias han sido marcadas por el humor de cuarto de baño, idiosincrasia de un gato retrasado y un chihuahua psicótico. John Kricfalusi creó la nueva tendencia del dibujo animado norteamericano (con trazos aún visibles hoy en día en cartoons modernos) inspirándose en los clásicos de la edad de oro (Disney y Tex Avery) y parodiando la baja calidad de los cartoons de Hanna-Barbera, convirtiendo a los entrañables animales parlantes en una panda de dementes histriónicos. Todo fue un cóctel tan controvérsico, tanto a principios de los noventa como ahora, que jamás volveremos a ver joyas así, a no ser que nos fijemos en los raros viajes psicodélicos de Bob Esponja.

Es una pena que la calidad de la serie se derrumbe tras el cierre de la segunda temporada, marcada por el despido del equipo que había animado y escrito los primeros episodios. Spümcø, capitaneado por un ambicioso y atrevido John K., se jactaba de propagar un humor transgresor y provocativo, lo que los puso en el punto de mira de los puritanos productores de Nickelodeon, pues los críos se veían inundados por olas de mensajes y emociones extremas, inimaginables en otros shows. Por supuesto, Nickelodeon no dejó escapar la gallina de los huevos de oro y contrató a un nuevo equipo de animación, Games Animation, aportando menos capital esta vez. El estilo de los nuevos artistas produjo nuevas temporadas muy por debajo de la calidad que ofrecían los entusiastas miembros de Spümcø: Ren y Stimpy se paseaban por escenarios cada vez menos convincentes y realizaban gags ya vistos o menos alocados. El bajón acabó por notarse cuando las perlas pasaron de ser escasas a no existir, en el preciso instante en el que el perro y el gato favorito de esos indeseables que buscamos el humor físico y de cuarto de baño aparecieron borrosos y artríticos en la pantalla. La quinta temporada fue la más triste, tanto por las pocas ganas de reír como por ser la última emitida. Una pena, pero fue descojonante mientras duró. "They put them to sleep. The Big Sleep".

No nos podemos olvidar del triste retorno de Ren y Stimpy en forma de show para adultos en un intento de Kricfalusi por hacerse de nuevo con los retoños (ya creciditos) que le había arrebatado Nickelodeon. John K., desgraciadamente, sólo había inflado su deseo de hacer dibujos políticamente incorrectos, por lo que hizo una serie totalmente diferente, apostando por bromas que explotaban el lado homosexual de la relación gato-perro y dibujando tetas y falos por doquier. El tema no cuajó y se canceló la serie, otra vez, para no volver jamás.

Requiem por Ren Höek y Stimpy J. Gato.

Y ahora la crítica per se ("Sigo en el spoiler, que no es tal"):
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Duque
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4
29 de julio de 2010
29 de 53 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esa tarde estaba en mi salón disfrutando de la compañía de mis cuatro queridísimas amigas del internado. Hablábamos del nuevo vestido de nuestra reina Isabel la Segunda, cuando una de ellas, la inquieta Sylvia, nos propuso ir al cine. Bien sé que las salas de proyecciones no son lugar para que cinco jovencitas de familias respetables empleen su tiempo libre viendo alguna película donde un hombre muestre su torso desnudo, como está muy de moda ahora en Hollywood. Al principio nos mostramos algo reticentes, pero Sylvia seguía insistiendo, así que al final aceptamos de mala gana. ¡Esta Sylvia! Qué equivocadas estábamos con respecto al filme. No se trataba de una de esas vulgares epopeyas de América, sino de una respetable comedia inglesa, ¡protagonizada por el mismísimo Alec Guiness! ¡Ingrid y Olivia casi se desmayan cuando lo vieron en el cartel! Logramos guardar nuestras formas hasta que al fin pudimos sentarnos en las butacas, siendo objeto de miradas de desaprobación por parte de algunos caballeros. ¡Qué vergüenza pasé! Menos mal que la penumbra de la sala nos proporcionó cierto anonimato y pudimos deshinibirnos un poco mientras no comenzaba la proyección. ¡Era tan emocionante acudir al cine sin la compañía de padres o tutores!

Fue increíble. Tan pronto comenzó la película, toda la sala estalló en carcajadas. Mina incluso empezó a patalear el asiento de enfrente (afortunadamente desocupado) fuera de sí en el momento en el que la anciana se acerca al carrito de un bebé y asusta a la criaturita. ¡Dios santo, qué vergonzoso! Incluso yo comencé a reír como una posesa. A mitad de la película ya no notaba las mandíbulas de tanto batirlas. No me había dolido tanto la barriga desde el día en que el circo italiano de los payasos visitó Londres. Los delincuentes, más que criminales, eran unos bufones. ¡Sólo les faltaba lanzarse tartas a la cara! Y la ancianita... ¡Pobre mujer! Qué malos ratos pasó. Menos mal que esos tunantes no eran tan listos como creían. ¡Y los momentos de tensión! ¡Ay! El corazón casi se me sale del pecho. Como el día en que pasé al lado del hijo de los Peterson, Anthony, y me saludó. ¡Qué bien plantado y qué educado! Se me subieron los colores a la cara.

¡Qué espectáculo! Una obra de arte, sin duda. Gracias a la actuación de Mr. Guiness disfrutamos de una tarde inolvidable. A la salida las cinco estábamos entusiasmadas, riéndonos al recordar cada una de las tretas desbaratadas por la inocente señora. Pero a mí, personalmente, el personaje que más me gustó fue el de Peter Sellers, que al final resultó ser el menos malo de todos. ¡Y además era tan guapo! Me despedí de las chicas con muchos besos y abrazos, que ya era muy tarde y al día siguiente tenía que madrugar para asistir a clases de violonchelo. Sin embargo, esa noche, por mucho que intentase dormir entre las sábanas de mi cama, no podía olvidar la carita de Mr. Sellers. ¡Oh, Mr.Sellers...!
-Angela Lansbury, 1955
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Duque
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5
11 de septiembre de 2009
8 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Al fin un poco de fantasía/ciencia-ficción con un trasfondo descaradamente real, sea el apartheid, el problema de la inmigración en masa, el choque entre culturas o el propio racismo. Esta película, del gusto de un sector muy amplio del público, siembra su mensaje de manera muy efectiva al espectador menos exigente. Es cierto que está repleta de los manidos tópicos propios del género (pueblo en apuros, malos malérrimos lo aniquilan mediante torpes tretas, surgir de un elegido forzoso, inventos y aparatos muy vistosos y batallas épicas acompañadas de efectos especiales por ordenador que no me hacen mucha gracia), pero el mensaje se muestra de forma cruda empleando una técnica que los hace parecer más realistas. Chapeau a la intención.
No se puede decir lo mismo del formato en el que se nos muestra, como si fuese un documental filmado con la cámara al hombro. ¡Mal, director listillo! ¡Muy mal! Al principio, cuando me quieres presentar tu nuevo mundo a través de los medios televisivos
está bien, muy correcto, familiar y lógico para el que suele seguir la progresión de sucesos a escala global viendo la tele. Cuando empieza la historia, la narrativa en sí, cómprate un puto trípode o una jodida steadicam para que no eyecte la cena hasta más allá de la segunda fila por culpa de los desenfoques, los zooms de iniciado y ese constante plano corto tembloroso, por no decir inestable. Es totalmente innecesario que sigan empleando el estilo ENG de reportero gráfico cuando el documental se acabó a los 20 minutos de película y sé bien que ningún personaje está filmando en todo momento las desventuras del tonto del protagonista.
Juntemos esta evitable desventaja con un guión lineal y superficial y rebajaremos un proyecto interesante a la altura de otras cintas comerciales. Es una pena que no se hayan dedicado a mostrarnos con más ahínco el origen, motivaciones e ideas de los alienígenas, que más bien se vuelven distantes e inspiran poca empatía al espectador; incluso llegan a ser tristemente repulsivos. Es un filme ambicioso, pero se limita a ser una película de acción con un contexto inteligente y medianamente creíble.


Le dedico la entrada a la desinformada señora que llevó a sus dos hijos, de entre 5 y 11 años, para disfrutar de una agradable velada en familia visionando este filme lleno de palabrotas sonoras y baratas ("¡Idos a tomar por culoooooorgh!"), cercenaciones, tripas, balas, objetos cortantes y galones de sangre falsa. A tu efigie, anónima madre coraje: Porque hay que ser muy valiente para traumatizar tan habilmente a la propia progenie hasta los créditos finales y luego salir indignada de la sala de proyección. ¡Bravo!
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Duque
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Diebuster (Gunbuster 2) (Miniserie de TV)
MiniserieAnimación
Japón2004
6,3
70
Animación
5
4 de marzo de 2015
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
La superposición de Gunbuster y Diebuster (o Gunbuster 2, si nos gustan la redundancia y los resultados del fútbol) evidencia los cambios brutales que hubo en las tendencias de la animación japonesa en 20 años de su larga historia. Ahora han pasado más de 30 y esta mudanza es más evidente: las jovencitas inocentes, el escapismo, el esparcimiento neuronal, el fanservice, las tetas y el relleno (no pun intended) venden.
Gainax se sacó de la manga conmemorar su 20 aniversario con la producción de la secuela de una de sus obras más icónicas, la space opera Gunbuster de 1988. Sin embargo, decir que Diebuster (o Gunbuster 2 si nos gusta contar y seguimos repitiendo el primer año de parvulario) es una continuación coherente de las OVAs originales es como si alguien afirmase que el neoliberalismo nos librará de las guerras y las hambrunas; vamos, que no nos la cuela ni con vaselina y deberían darle una paliza por subnormal profundo. La historia bien podría ser la de una nueva obra original con más puntos en común con FLCL, serie con la que comparte gran parte del equipo de producción. Y ya que hablamos de FLCL, digamos que Diebuster (o Gunbuster 2 si nos gusta el oxímoron y somos neófobos progresistas) es la hermana fea que se las da de lista, ya que se ciñe fuertemente a una historia a pesar de que esta tenga poco o ningún sentido, mientras que FLCL, la hermana guapa y más modesta, puede presumir de tener una historia confusa en servidumbre de la stream of consciousness que en ningún momento busca ser coherente. Y hablando de coherencia, su ausencia la hace brillar en el argumento de Diebuster (o Gunbuster 2 si nos gusta poner nombres y apellidos a nuestros muebles), porque esta historia tiene más lagunas que un verano en Siberia. No quiero revelar detalles, pero baste decir que hay que tener la mente muy abierta para tragarse la gran cantidad de conveniencias de guión que aparecen a lo largo de los 6 episodios. ¿Y el fanservice? No hay nada que arruine más la atmósfera épica que el fetiche del vestido de criada, una súbita escena de piscina y un énfasis por transmitir visualmente el dulce roce de un firme seno en toda la cara. Me disculpen si la presión sanguínea de mi polla no se alteró al ver tan torpe e innecesaria demostración de "erotismo". No digo que Gunbuster no se libraba del fanservice, de hecho fue pionera en ingeniería motriz mamaria, pero al menos esta faceta no iba más allá de ser un adorno visual secundario y, hasta cierto punto, realista (por lo menos hasta esa escena en la que la prota se rasga las vestiduras para acentuar el clímax del último episodio, why not?).
Pero claro, no es justo juzgar Diebuster (o Gunbuster II si nos gustan las dinastías monárquicas y la endogamia) por su rol de secuela. Analizándola como una pieza aislada sigue perdiendo puntos: Los personajes son tópicos y calos de los arquetipos diseñados por alguno de los muchos enemigos de Hayao Miyazaki, los conflictos personales se presentan de manera breve y a veces forzada, la historia sufre de arritmia aguda, no se supo repartir la trama principal en tan pocos episodios y nunca queda claro el tono de la narración (¿es trágica, épica, cómica o una mala excusa para masturbarse?). Diebuster (o Gunbuster 2 si nos gustan los horarios de los buses urbanos) es ordinaria en el sentido de que apenas destaca en el enorme mar de la mediocridad que lleva siendo el actual mundo de la animación nipona desde principios de siglo. Subrayo ese "apenas destaca", pues, a fin de cuentas, sí destaca un poco por la buenísima animación y por esa pasión tan naif que desprenden las obras más desenfadadas de Gainax (véase Gurren Lagann).
No es mala, pero es completamente prescindible. Podríamos estar ante una obra de autores que dio el visto bueno a los clichés con los que ahora nos ahogan las series más insulsas e insultantes. Mejor hazte un favor y repásate Gunbuster (o Gunbuster 1 si eres tonto/a del nabo) y luego hazte un maratón de Evangelion, peli incluida, con unas cuantas dosis de prozac, que te harán falta.
Duque
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