Acabo de llegar a casa y estoy fascinada rememorando los detalles de la piel que habito. Ha conseguido sorprenderme, asustarme, sacarme unas risas de entre lo terrible de la historia y finalmente dejarme en ascuas con un final que te da ansías de saber más. Aunque bien pensado no es de extrañar. De vez en cuando, viéndola, me preguntaba como iba a acabar tan intrincada historia. Y ahora dos horas después me preguntó: y que pasó después? Como si de un momento a otro, otro día u otro año Pedro nos lo fuera a contar, aunque sea de refilón, dentro de otra historia. O quizás eso sea sólo un atisbo de...la locura que hoy me habita.

Es de esas películas que te acompañan durante varios días, en las que aparecen detalles que vas apreciando una y otra vez, como saboreandolos. Me ha recordado lo que acostumbro a olvidar a veces, que en la vida sencilla se encuentra la felicidad. Es además, un cántico a la amistad y a la generosidad desinteresada. Los personages tienen personalidades bien distintas pero están unidos por la magia del pantano.