Porque, en el fondo, lo que nos puede parecer tan rompedor a los occidentales, que una madre sea capaz de matar al único testigo del crimen de su hijo (al que ha creído inocente hasta ese momento) con tal de que no vaya a la cárcel, que no le importe ser ella misma una asesina y que no tenga remordimientos por ello... eso tan rompedor a nuestros ojos no lo es tanto si consideramos que lo que diferencia a occidente de oriente es que la nuestra es una cultura de la culpa (Dios sabe los pecados que has cometido aunque nadie más los sepa, estas condenado) y la suya lo es de la vergüenza (si los demás no lo saben y lo has ocultado bien, no existe el pecado, te has librado). Con lo cual la reacción de la madre no me da que pensar, comprendo que para su moral no es una mala madre, todo lo contrario, ni tampoco lo fue antes por malcriar a su hijo, es el papel que espera de ella la sociedad, que lo dé todo por él.

Luego está el tema de la víctima: una estudiante de secundaria pobre que se acuesta con muchos hombres pero no por dinero, no queda claro por qué, quizás por la falta de amor que siente en su casa. Es la enésima vez que veo este personaje en el cine asiático y me da una mezcla entre asco y vergüenza ajena del machismo mal disimulado que tienen muchos directores al retratar a las jóvenes, igualito que en las películas españolas o sudamericanas de hace años en las que siempre salía la típica joven "liberada" a la que la vida le da un escarmiento y acaba teniendo que prostituirse. Por lo que dejan traslucir estas películas asiáticas, allí les quedan todavía unos cuantos años para aceptar que las mujeres jóvenes pueden tener sexo con quienes deseen y no por ello son putas.

Y ya por último, lo que me ha parecido de juzgado de guardia es que hablen todo el rato de un peligroso muchacho que se ha escapado de un psiquiátrico (al cual acaban colgándole la muerta, por cierto) y, cuando por fin lo vemos, resulta que no es un psicópata, ¡es un chico con síndrome de Dawn! ¿A los chicos con esta enfermedad los tienen encerrados en psiquiátricos en Corea y los consideran un peligro público cuando se escapan? Una de dos, o esto es así y Corea es un país francamente atrasado, por mucho coche y mucho móvil que tengan y el director se apunta al carro de la estigmatización gratuita, o bien nos quiere hacer creer que la policía es tan tonta que le encasquetaría la muerta hasta a un mocho de fregar con tal de resolver el caso, con lo cual el desenlace es ridículo y a quienes toma por tontos es a nosostros, los espectadores.

Lo que más me ha molestado es el papel de la esposa de Alan Ladd, la víctima, presentada como una mala madre, mentirosa, borracha, fiestera, adúltera y merecedora de todos los males que le pasen por su conducta promiscua... mientras que el tontaina de su marido es un sufrido y callado héroe de guerra (alimentando el topicazo de que todos los que volvían habían ganado la guerra ellos solitos), cargado de razones para matar a su esposa por golfa pero que no lo hace porque, ante todo, es un caballero... Clichés de tebeo barato, con nula penetración psicológica y machistas hasta decir basta.

El final no me ha gustado nada, es demasiado melodramático y postizo. Se perdona en parte porque en la época se llevaban estos finales trágicos, quiza en contraposición a los "happy end" forzadísimos del cine de Hollywood, pero este es igual de forzado y lacrimoso sin ninguna necesidad. Habría sido más enriquecedor para la historia que padre e hijo superasen el conflicto (o no, que este perdurase), pero por sus propios medios, no obligando al padre a lamentarse de su actuación pasada a los pies del cadaver de su hijo; es de folletín.