Steven Spielberg es un mago, un CINEASTA con todas las letras en mayúsculas. Cuando en 1.975 se estrenó en España, Tiburón, yo no pude verla por cuestiones de edad. Años más tarde, bueno... Bastantes años más tarde, me enfrenté a ella y me entretuvo de manera relajada.
Ahora cuando he vuelto a revisarla, me enfrenté a una película muy, muy comercial, donde descubrí que fue apoyada por una buena campaña publicitaria, que en su momento impactó a unos espectadores con otras perspectivas tal vez menos exigentes respecto al cine.
Es una buena película, aunque muy superada en cuanto a efectos y cuestiones técnicas, por la que se han deslizado, más de cuarenta años, acusando el paso de todo ese tiempo.

Multitud de giros, estupenda fotografía... y nada más. El resto es una sucesión de escenas que intentan mantener la atención del espectador con idéntica fórmula empleada en LA CASA DE PAPEL.

Música conocida... buena, interpretaciones esquemáticas y un consorcio de situaciones inverosímiles con su punto de excentricidad. Las puntuaciones no parecen acompañarla, no creo que se equivoquen, yo tampoco la apruebo.

Pues no me había enterado. Lo cierto es que no se muy bien como calificarla.

Es moderna... eso sí, tiene personajes que puedes encontrar por la calle y pertenece al género en alza: Cine escombro dotado de atmósfera sin espacio, donde a los pocos minutos entiendes que no te conducirá a ningún lugar que motive.

El humor atraviesa los peores momentos. Los guionistas deben hacer continua autocensura para no molestar a ningún colectivo, ante sensibilidades exacerbadas. Y eso evidentemente resta espontaneidad y limita las posibilidades. Una lástima... pero es lo que existe en esta sociedad hipócrita que le parece mal un chacarrillo, pero no abandonar a un familiar en la residencia, esperando que fallezca para comenzar una pelea salvaje por la cuota de herencia.

Emplea varios capítulos planeando sobre los sucesos, para hundirse, llegado el momento, en un terror bien realizado y con excelentes efectos. El problema para mí, es que no me interesa nada lo que allí se cuenta.

Dotada de una enorme potencia visual, asombrosa fotografía; se resuelve en una mezcla contradictoria de ambientes, así como situaciones antagónicas; sumiéndose en un atractivo esperpento profundamente sugestivo para los amantes del terror incuestionable.

Mi puntuación: Un 4.

Way Down carece de eso tan fundamental como es la intriga del robo, algo que me ha llevado siempre a la adoración del género. Pierde una gran parte de minutos en la sustancia técnica del proceso, cuando los aficionados lo que deseamos es el robo en sí... los detalles que intrigan, ese juego tan viejo de la búsqueda de la emoción y el suspense de si son descubiertos.

Resulta complicado hablar de la decepción que me he llevado, cuando finalizó. Existe un poco de trampa al espectador. No la voy a aprobar porque la excesiva publicidad en televisión no responde a la realidad que al final resulta en extremo forzada, poco vigorosa y un tanto decepcionante. No han sido las expectativas creadas... lo prometo.

Acudid a las salas, a algunos les ha gustado, la mía es una humilde opinión, como la de la mayoría de quienes aquí comentamos, y puede que no tan cercana a la mayoría. Ha recibido como nota global a fecha... 5,5.

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