A parte del problemilla de su comparación con la estupenda White Lotus desde el minuto uno y mi rechazo casi visceral a ese rostro porcelanosa de Nicole... flota en el ambiente la frase de lo que "podría haber sido y no fue". No me convence su desarrollo y menos su final. Aunque tiene su gracia en la primera mitad, va dinamitando sus posibilidades a medida que los guionistas empiezan a sufrir las mismas alucinaciones que los protagonistas. Aun así, entretiene.

Los tempos son los que son.
Y si algo se puede decir de “Titane” es que es una película de nuestro tiempo.
Excesiva, discordante, violenta, desagradable, creativa, delirante, erótica, morbosa, desequilibrada y terroríficamente hipnótica.
Su directora ya tuvo buenas críticas por una película en la que los espectadores salían del cine sin acabar de verla: “Crudo”.
Si no te gusta Cronemberg no la veas
Si no te gusta Tarantino no la veas
Si necesitas explicaciones, no la veas
Si por el contrario disfrutas con “Los Bridgerton” o “Los Durrel” no la veas. No porque me parezcan estos últimos malos productos visuales… sino porque “Titane” es algo más que un producto… y ese algo más… es difícil de digerir.
“Titane” ofrece cine visual, de pocos diálogos y contenidos ambiguos llenos de simbología. Una sensibilidad diferente para un mundo diferente y hostil. Es actualmente muy difícil impactar con el ritmo de consumo visual al que nos sometemos. Y “Titane” lo consigue.

¿Quien es Anna? es una nueva serie de Netflix de la que me interesa hablar… ya no tanto por su valor cinematográfico o visual, porque de eso va un poco justa, sino por la curiosidad que despierta este personaje tan representativo de nuestro tiempo y nuestra sociedad.

Anna somos todos. Una mentirosa compulsiva que se vale de las redes sociales para inventar una vida lleva de glamour. La serie tiene a la mejor protagonista de las posibles. Julia Gardner es absolutamente fantástica donde la pongan, aunque lamentablemente ninguno de las actuaciones de las que se rodea está a su altura. Últimamente se observa una extraña capacidad del cine y las series para contar muy malamente historias estupendas… A la serie sobre Anna Delvey… le falta profundidad, porque su protagonista es tan frívola como cada uno de nosotros… pero a la vez quizás la mueve una forma existencial y psicológicamente trágica de reivindicar muchas, muchas cosas por las que la serie pasa de puntillas. Falta incomodidad.

Y no puedo evitar pensar en qué hubiera hecho el gran Sorrentino con la fascinante historia de la joven mitómana. Aun así, es interesante.

En los tiempos que corren es complicado sorprender… y en ese sentido le reconozco el merito a esta película. Lo intenta con mucho ahínco pero recuerda demasiado a otras cosas y uno se pierde en simbolismos… quizás con una revisión de la película podría ponerles lugar a todos ellos y favorecer así la comprensión de lo que ocurre realmente... o quizás no y entonces habría perdido más tiempo aún del empleado en su visionado. Porque no… no merece dos horas de metraje.

Ella es magnífica, tanto, que sin ella no habría película alguna. Su esfuerzo por sacar adelante cada escena es discreto, pero eficaz. Sus Miradas, sus muecas, su entonación... cambian con sus emociones de forma tan sutil que consigue el tono documental que el director quiere imprimir a la película.

El problema viene de esa definición de realidad y ficción en la que no parecemos ubicarnos en ningún momento. En ese sentido llega a recordar a "Desconocidos" pero finalmente parece entrar en una deriva gore poco interesante, aunque sirve para despertar del letargo que produce.

En fin. Un buen intento de hacer “otra cosa” pero que no ha salido, por decirlo suavemente, del todo bien... puesto que ella esta sublime.

Entre mis romances históricos favoritos se encuentra el de Napoleón y Josefina. Deseaba ver esta versión del personaje que además interpreta uno de mis actores favoritos... pero la decepción es enorme. La película está dotada de virtudes plásticas impresionantes. Su fotografía pictórica, detallista y de un colorido sugerente en cada momento. La fantástica luz que envuelve las escenas, la belleza rotunda de Vanesa Kirby... la música que a veces le da a la película un tono operístico... todo acompañado de un diseño de vestuario y producción detallista, perfecto, y casi sublime.... Pero la película no existe. Los actores (por muy bueno y pasional que resulte Joaquín) no tienen personaje, ni diálogos, ni escenas en las que hacer mínimamente creíble la personalidad que ostentan. Son meros clichés decorando la escena. Y una película no es esto... no es una sucesión de bellísimas imágenes en las que no encontramos conexión argumental y nuestra cabeza debe esforzarse en recordar la historia para encontrar algo de coherencia interna. Personalmente me parece una lástima desperdiciar un sentido plástico tan depurado en un aburrimiento tan grande.

Destacar la coronación y cualquier plano de esta transparente Josefina que se pasea por el film buscando el rayo de luz que incida en sus ojos y nos ciegue, tal y como el director supone que le pasó a Napoleón. Pues para mi Josefina siempre fue algo más... y aquí no la veo.