Michel Franco va al grano, no se anda con sutilizas, no caben los perfiles psicológicos ni las concesiones particulares. La violencia no entiende de ello y efectivamente, solo los muertos verán el final de la guerra. La desigualdad social a nivel mundial sumada a la corrupción generalizada, agravada en aquellos que poseen las fuerza de las armas no es una distopía lejana, es una realidad en la que Ciudad de México con más habitantes que muchos paises es un ejemplo paradigmático poco edificante. Y cuando todo explote, que explotará sin duda de forma generalizada unos y otros nos mataremos como venimos haciendo desde el comienzo de los tiempos sin miramientos para que un "nuevo orden" siga perpetuando el viejo. Descorazonadora y profética película.

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La familia es lo importante, que diría Don Vito Corleone. Para bien y sobre todo para mal si hay dinero y poder de por medio. La historia de la televisión lo sabe muy bien y las trifulcas familiares siempre han sido un filón inagotable. "Dinastia" y "Falcon Crest" en 1981 y "Los Colby" en el 85 son buenos ejemplos, por no mentar a los dioses, "Los Soprano".

En fin que siguiendo con las paráfrasis, todo tiene que cambiar para que todo siga igual y ahora en estos tiempos híbridos de televisión cinematográfica de facturas impecables y de repartos de lujo, nos llegan los Roy. Un emporio mediatico del siglo XX que afronta su futuro en un XXI acelerado con un viejo, duro y experimentado timonel al mando que se resiste a ceder la rueda a su "tripulación" ante la tormenta que se avecina. Las familias poderosas frente a los consejos de administración.

Las aventuras y desventuras de los edípicos hijos compitiendo por recibir el bastón de mando siguen funcionando y más cuando los actores protagonistas rayan a un gran nivel y el diseño de producción los acompaña como es el caso. Todos son odiosos y patéticos que se vuelven paradojicamente entrañables a un espectador que se rie y disfruta con sus cinismos y tribulaciones aún a sabiendas que la realidad supera la ficción y que el planeta que habitamos se va al garete de la mano de estas familias monster que nos dirían aquello de: no es nada personal, solo negocios.

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Para su debut en el largo Roberto de Feo nos presenta un guiso con buenos ingredientes (producción, puesta en escena, actores y actrices, fotografía) al que deja cocer demasiado tiempo para que sus aromas nos estimulen aunque al final el resultado sea bastante insipido.

"El nido" vive de promesas, de un suspense estirado y sobre todo de la irrupción de la joven quiceañera Ginevra Francesconi que viene a ser eso llamado animal cinematográfico y que seguro dará que hablar si la cosa no se tuerce.

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Desde luego hay que reconocer que a Crowe le sobra talento para demostrar en cada plano que no tiene la culpa de este mediocre y sobado telefilm que sin lugar a dudas pagará sus facturas. Aún así no basta para justificar la entrada por mucho que uno asuma de antemano una serie B. Y es que hay series B buenisimas, incluso clásicos. Obviamente no es el caso y mentar al "diablo" aunque sea sobre ruedas de un bisoño Spielberg es dar crédito a quien no lo merece. Los prometedores minutos iniciales se van por el desague a un ritmo más trepidante que las persecuciones automovilisticas con las que Derrik Borte intenta amenizar el asunto. Digamos en su descargo como director que todos podemos tener un mal día.

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A contracorriente de los éxitos de terror colorido que imponia la Hammer bajo la tutela de Warner Brothers, la Twenty Century Fox apostó por un blanco y negro en Cinemascope de enjundia psicológica. Para ello recurrió al relato publicado en 1898 de Henry James (1843-1916) "Otra vuelta de tuerca" que ya contaba con tres adaptaciones de la veintena que lleva para cine y televisión; apenas dos años antes John Frankenheimer se encargó de una de ellas.

A pesar del excelente reparto y una más que brillante dirección, fotografía y puesta en escena con esa mansión victoriana imposible rodeada de lujuriosa naturaleza la cosa no cuajó a nivel popular. La ambiguedad, la eterna confrontación perenne en la obra de James entre la inocencia y la corrupción que aquí se vuelve más sombria en función a los malos momentos personales y artísticos que sufre el autor es tomada por el público en general como una historia de fantasmas escasa de sustos aplicables al género.

A mi juicio por mucho que Jack Clyton aplica talento al asunto y que Debora Kerr hace lo propio, los fantasmas convencionales acaban por imponerse ante los psicológicos en un relato sexual y freudiano donde la represión sexual de su protagonista exigiria una mirada más atrevida en el 61 sobre una historia escrita a finales del XIX. La película en ese sentido es "antigua", como salida de los 30 o los 40 y si bien eso la ennoblece mina la carga de profundidad con tintes escabrosos que alberga el relato.

"Los inocentes" dejó su impronta y su huella es identificables en películas posteriores. Se disfruta en lo formal y nos deja un regusto agridulce en su fondo.

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