Resulta extraño ver a Sylvester Stallone dirigiendo una película en la que no toma parte como actor, y que además dicha película esté alejada del género de la acción, que tan bien conoce.

Esta secuela de "Fiebre del sábado noche" llega fuera de tiempo, ya que la música disco en el año 1983 ya no era tendencia, siendo sustituida por la New Wave o el Hi-NRG. Y además es totalmente innecesaria, debido a que el filme original iba más allá del retrato de una época en lo musical y en lo estético, ahondando en aquellos problemas que tiene tanta gente pasada la adolescencia y entrando en la juventud adulta. Aquí no existe nada de eso y nos encontramos con un Tony Manero siendo un cretino celoso e interesado, jugando a dos bandas con un par de mujeres.

Sin embargo yo, que no soy muy amante de la primera entrega, no detesto esta película y la he disfrutado medianamente. Algunas canciones están bien, el número musical del final no está mal y, además, no puedo evitar sentirme encandilado con la estética ochentera del filme en lo que respecta al entorno urbano y el bar en el que vemos a los protagonistas.

Para pasar el rato.

No me entusiasma "John Wick", y "Deadpool 2" me parece una soberana chorrada. Con "Atómica", David Leitch ha estado muy cerca de conseguir mi pleno respeto. Las escenas de acción, si bien siguen pecando de demasiado coreografiadas en algunos momentos, no caen en el estilo videojueguil de las películas citadas anteriormente (salvo por ese momento final). De hecho hay un tramo con un (creo que falso) plano secuencia que es de lo mejorcito que se ha hecho en los últimos años dentro del cine de acción occidental.

Lo que me chirría es ver cómo se estira el chicle. La película dura (sin contar los créditos), sobre la hora cuarenta y cinco minutos, pero tras la secuencia anteriormente citada, se me ha hecho muy pesada. Como no es plan entrar en spoilers, diré que me parece increíble que un gran estudio tolere que un guión se alargue tanto con giros en muchos casos rocambolescos.

Estéticamente la peli es bastante llamativa. Me gusta ese contraste entre el Berlín democrático, con sus neones, fiestas, etc, y ese Berlín comunista, triste y sucio. De todos modos, algunos cromas me han sacado del filme. La banda sonora con temas ochenteros tampoco está nada mal, aunque algunas canciones no han terminado de convencerme en su uso con las escenas de acción. Es lo malo de idealizar ciertas épocas. A veces da la sensación de que estás parodiando dicha década. Quizás fuera la intención, no lo discuto.

En resumen, a la peli le sobran unos veinticinco minutos. Charlize Theron hace un enorme trabajo físico. Y en general los personajes me parecen bastante desagradables.

Leitch, a seguir currando.

Me gusta la música que suena en el filme y me gustan los años 80. El ritmo es rápido y las situaciones son divertidas. Resumiendo, la película es entretenida.

Ahora bien, es innegable que, al contrario que en obras como "Bohemian Rhapsody", aquí el proyecto estaba enfocado en destacar lo más escandaloso (y escabroso) de los Mötley Crüe. Es un arma de doble filo porque, por un lado, hay ciertos momentos que indudablemente te resultan graciosos, pero por otra parte es innegable que la fórmula termina por agotarse, ya que estamos ante el mismo planteamiento una y otra vez. Incluso los personajes te pueden parecer unos auténticos cretinos.

A partir de ahí, podemos rascar otros temas como la unión y la amistad, el perdonarse unos a otros y el saber salir adelante pese a las adversidades. Aunque tiene su gracia, porque los personajes superan muchos límites y puede costar conectar con ellos, e incluso darles la oportunidad de ser vistos sin demasiado desprecio. Yo, al menos, terminé con la sensación de que los responsables del filme más o menos lo consiguieron.

Que la Cannon Films de los primos Golan y Globus contribuyó a la promoción del cine de serie B casi como si se tratase de superproducciones y rompetaquillas, es algo que nunca podremos negar ni, además, dejar de agradecer.

Desgraciadamente, el paso de los años pesa en este tipo de cintas. Y con la que atañe a este comentario, es algo más que notorio. Cuando eres un crío de los 80 y primeros 90 es indudable que flipas al ver ninjas peleando con soldados americanos. Y pese a que todavía hoy resulta disfrutable encontrarse con propuestas más o menos rocambolescas, todo se viene abajo cuando a semejante argumento se te ocurre añadirle un cierto componente de seriedad con el que competir con las cintas de acción "respetadas" de la época.

Al no contar con el tono cafre que el planteamiento merecía, nos encontramos con una película bastante aburrida. No sólo las escenas de acción son repetitivas, pobretonas y muy fáciles en su resolución, sino que cuentan también con un protagonista carente de todo tipo de carisma. No es que me caiga mal Dudikoff y, de hecho, tiene alguna otra producción con la Cannon que no está nada mal ("La fuerza de la venganza", por ejemplo), pero aquí luce una constante cara de palo y un carácter antipático (pretendiendo disfrazarse de misterioso) realmente lamentable. Muy risible resulta verle saltar en plancha unas cuarenta veces durante la película para escapar de algún tiroteo o lanzamiento de objetos. Lo mismo puede decirse de su forma de jugar con una navaja, como si fuera un kinki de baja estofa y no un soldado de los EEUU de América.

La trama tampoco es interesante. No porque espere aquí nada del otro mundo pero, al menos y como decía anteriormente, poder encontrarme con algo más disparatado. Lo de militares corruptos con traficantes en una isla caribeña está muy visto, y el componente éxotico de los ninjas no hace gracia en dicha ambientación.

Soy aficionado a las películas de la Cannon. Y sé que esta saga es emblemática para la productora. Pero a mí me parece una película horrible.

Desfase absoluto producido por la discográfica Motown, que quiso dar el salto al cine para promocionar artistas y nuevas canciones. Es por ello que en la película tenemos algún que otro montaje musical bastante lamentable, presentado por la bella Vanity en el plató de un falso programa de televisión. Todos esos momentos sobran bastante, ya que lo que nos importa de la cinta es la acción y el repertorio de personajes disparatados que aparecen durante el filme.

Así pues, nos encontramos con nuestro protagonista, Leroy, mostrado como una especie de Bruce Lee negro, algo ingenuo y cuyo único interés consiste en ser el mejor artista marcial del mundo, por lo que buscará alcanzar un último grado de conocimiento una vez que las lecciones de su maestro hayan finalizado. Este maestro le enviará a buscar a otro colega suyo de profesión llamado, atención... Chao Chalao. Durante su búsqueda de la perfección y de Chao Chalao tendrá que vérselas con otro luchador obsesionado por vencer a Leroy, llamado Sho'nuff en VO, pero Sambo en versión doblada, en una decisión inexplicable. Después surgirá otra trama con el que es el villano principal, un tipo de aspecto lamentable empeñado en meter en el programa de Vanity a una cantante a la que produce, cantante bastante lamentable y que viene a ser una parodia de la Madonna de aquella época.

Es tan disparatada la película que no te aburres. Tiene peleas que no son nada del otro mundo y momentos divertidos dado los ridículos que son los personajes. Más allá de eso, no hay nada de especial en esta película, salvo por el hecho de ser fruto de una época donde esta clase de cine era posible. Sólo por ello hay que verla, aunque con el paso del tiempo termines olvidándola casi del todo.