¿Por qué siempre los proyectos que tienen mejor pinta suelen ser después decepcionantes? Es como si los astros se conjugaran y redujeran la calidad que hay "a priori", dando un "a posteriori" flojo en algunos aspectos. ¿Es "Nine" una mala película? No, en absoluto. Pero debo decir también que gasté parte de mis energías mientras la veía tratando de que me gustara más de lo que me gustó finalmente. Intenté obviar hechos irrefutables. ¿Cómo cuáles? Rob Marshall ha elegido a estrellas antes que a bailarines y cantantes. Ha preferido actores excelentes (Daniel Day-Lewis -prodigioso, la verdad-, Judi Dench) aunque no luzcan tanto musicalmente. El fulgor y la energía que recorría "Chicago" aquí es más bien intermitente y Marshall monta demasiado rápido los números musicales como para que deslumbren (excepto el Cinema Italiano de una inspirada Kate Hudson, el Be Italian de la arrolladora Fergie o la inmensa Marion Cotillard del Take it all). Al final, todo se siente muy fatigado como para dejar huella. Eso sí, el epílogo es lo mejor de la película. De una maestría impecable.

Me gustaría saber que pasa por la mente de J.J. Abrams para querer reformular el abstracto elemento audiviosual con propuestas cada vez más técnica, narrativa y emocionalmente arriesgadas. Desde su magnífica reformulación del género de espías con "Alias" y "Misión imposible 3", pasando por el fascinante e indescriptible tratamiento de la ciencia ficción que nos encontramos en "Perdidos" hasta llegar a "Monstruoso", extraordinaria película que nace de una idea de Abrams y que éste produce. En "Monstruoso" Abrams, Matt Reeves en la dirección y Drew Goddard en el guión se han propuesto el más difícil todavía: una monster-movie donde el monstruo no es lo más importante, donde el rescate de un desastroso príncipe a su princesa en apuros se convierte en una odisea donde Reeves rueda con mano maestra y la honestidad de su planteamiento no para de imponerse a la lógica imperante.

Mis sensibleras amigas me habían recomendado esta película por activa y por pasiva, y ahora la he visto y estoy horrorizado. Pocas veces se han unido tantos tópicos y pocas veces una película ha calado tan hondo en una generación como "El diario de Noa". Ryan Gosling no da la talla como galán romántico (me cuesta creer que sea el mismo inmenso protagonista de "Half Nelson"), la historia de amor que pretende ser apasionada es insípida y sosa. Las renombradas actrices Joan Allen y Gena Rowlands (madre del director) no son creíbles para nada. Los momentos en la guerra son ridículos y la historia se va haciendo cada vez más y más predecible (ver SPOILER). Sólo destaca entre tanta pretensión y acción fallida la solvencia de McAdams, formidable actriz que brilla con luz propia en "Chicas malas", "Vuelo nocturno" o "La joya de la familia"

Hay muchos adjetivos aplicables al cine de Pedro Almodóvar, pero se me ocurre uno que vale tanto para sus detractores como para sus defensores (un servidor, por ejemplo) y es ÚNICO. El cine de Pedro Almodóvar se parece a mil cosas y a la vez a ninguna. Pero con "La mala educación" Almodóvar avanza un paso más en ese juego de referencias propias y ajenas y construye un puzzle genérico que funciona como muchas cosas que prefiero no contar. Basta decir que su resultado sorprende, y mucho, cuando finalmente juntas las piezas. Y de eso trata en parte "La mala educación", de unir tramas, tiempos y acciones; de revelar verdades atroces y oscuros secretos. Para ello Almodóvar se vale de personajes con dobles intenciones, que en el fondo no son como parecen en casi ningún momento. Esta es una película que no se sostiene muy bien en sus dos protagonistas, unos artificiosos Fele Martínez y Gael García Bernal -impresionante como mujer, eso sí-, pero gracias a la fuerza de los secundarios, desde Lluís Homar a Javier Cámara, las secuencias remontan el vuelo, aunque esto no resta un ápice de la fascinación que ejercen los juegos de espejos que Almodóvar nos coloca con su habitual maestría y su virtuosismo rodando. Y para terminar, dos apuntes de lo más frívolos: me encanta la secuencia de la piscina y los títulos de crédito.

Pocas veces el sufrimiento se ha mostrado en pantalla con tanta veracidad como el de una mujer que se tortura a sí misma escuchando una mensaje de móvil que viene del más allá, o un hombre que borra con un cuchillo caliente a Jesús de su vida y su cuerpo. Las imágenes que componen esta tortuosa, gigantesca, emocionante obra maestra no son aptas para públicos sensibles. Mientras Iñárritu, secundado brillantemente por el guión de hierro que firma Guillermo Arriaga, el montaje de Stephen Mirrione y los desgarradores acordes de Gustavo Santaolalla, nos cuenta pedazos de la vida de sus tres protagonistas, tres vidas enlazadas por un accidente de coche que trastoca sus mundos, las emociones más intensas se agolpan en el espectador, que afronta solo y sin ayuda el desnudo camino que el director le ha preparado. El dolor, el amor, la desesperación, la obsesión, la religión, el sexo, la muerte… y mil sentimientos más se cruzan en este laberinto de desconcertantes recovecos. Aunque todo esto no sería posible sin los inmensos trabajos de su trío protagonista (con especial mención a una sublime Naomi Watts), que nos conducen a través de sus interpretaciones por el torbellino emocional que atraviesan Paul, Jack y Cristina.