La película interesa por ser la primera de Bergman, pero en sí misma presenta bastantes fallos, sobre todos de actores. La protagonista, Nelly, no es convincente, está muchas veces como acartonada, rígida. Bergman no había encontrado aún las que serían sus actrices míticas.
La historia es previsible y el guión no hila bien.
Aquí y allá algún atisbo de lo que sería Bergman después. Pero viendo solo esto no se podía prever que haría cosas como Fresas salvajes o Como en un espejo.
Si se compara con lo que, por esa época hacía, por ejemplo, Rossellini (Roma città aperta es de 1945) esto es la obra de un principiante. Pero, claro, Rossellini contaba con Ana Magnani

No merece la pena extenderse sobre esta película. La idea de partida es bastante tonta y el desarrollo no tiene pies ni cabeza. Con las distopías, para imaginarlas, hay que ser inteligente. Y esto es de una trivialidad que asusta.
Decenas de escenas que no van a nada, y todo para esconder una manida historia de amor, con un final abierto para poder continuar dando más de esta inconsistencia.
Dicen que es para un público joven, pero pobre público joven si se emociona con esto. En la vida, y en el cine, hay que aspirar a más.

No sería mala idea que cualquier director de películas con un poco de arte viera regularmente esta película.
Así se aprendería cine, en los encuadres, en la iluminación, en el guión. en la sabia mezcla de tragedia y comedia.
Una película de casi un siglo de vida logra, sin efectos especiales de los que se estilan hoy, crear una serie de atmósferas increíbles.
Murnau ha revisitado el antiguo mito de Fausto a su manera, pero la esencia es que el mal, con todo su poder, nunca es más fuerte que el amor.
Y, claro, cuando hay arte ni se necesita el color ni casi las palabras.
Esta es una película de referencia, como esas obras de arte en la literatura, en la música o en la pintura que quedan como hitos de una belleza distinta y asombrosa.

Violencia y cruelda como género, bien. Pero, por favor, con un guión creíble, no con esta colección de inverosimilitudes, que no se las cree ni el que lo escribió.
Lo de siempre, un espacio cerrado, sangre, sangre, perros crueles, imbéciles nazis, todo mezclado y mal.
Las interpretaciones son estereotipos sin ninguna profundidad.
Pero en fin, todo tiene su público.

No ha sido bien tratada aquí esta película que tiene, por de pronto, dos méritos: las interpretaciones de Wahlberg y Goodman y, sobre todo, que es lineal. Una historia contada paso a paso, que transcurre en poco tiempo y que se resuelve de una manera, quizá previsible pero acertada.
Quizá sobra la mala filosofía literaria de las clases del profesor, pero ya se sabe que en esto el cine, destinado al gran público, no suele ser demasiado fino.
También es demasiada peliculera la carrerita final, pero de alguna manera tenía que acabar.
Y, como era de esperar, en lo amoroso, el típico final abierto. Lo hemos visto mil veces y las que nos queda.