El exitoso regreso de Michael Myers de la mano de David Gordon Green estaba destinado a convertirse en una trilogía, pues así lo anunciaron desde el minuto uno sus responsables. La participación de todos los implicados del film canónico, los constantes guiños a la saga pese a olvidarse de ella y, sobre todo, la destreza y fuerza de la siempre excelente Jamie Lee Curtis, fueron las claves de su gran acogida, tanto de crítica como de público.

La primera entrega de la nueva saga ya dejaba las puertas abiertas a una continuación, aún cerrando con ella misma el posible círculo (pues nunca se sabía el éxito que podría llegar a cosechar). Después de esta, uno se pregunta qué es lo que pueden aportar dos secuelas más a una historia que finaliza de forma cíclica. La respuesta nos llega con esta segunda parte, donde el director ya muestra sus cartas desde el mismo inicio, con flashbacks al pasado, jugando a la nostalgia con la aparición estelar de personajes ya conocidos y con sangre, mucha sangre.

"Halloween Kills" se asemeja en esencia a "Sanguinario!", segunda entrega que retomaba directamente los hechos acontecidos en la cinta de Carpenter. Ambas comparten la misma temática y estructura, pese a que la que nos ocupa resulte un interludio de un cercano final. Las dos producciones presentan nueva carne para Myers, sitúan la ubicación de parte de la trama en un hospital y brindan una violencia desatada en los crímenes que se distancian de la parca agresividad de su antecesora, más centrada en el acoso psicológico que en la explicitud gratuita. Pero Green no se anda con los rodeos de Rosenthal y renuncia al suspense que ofrecía el asedio a la Curtis de la película de 1981 para ofrecer toda una carnicería directa, fría y seca, relegando a la Strode a un segundísimo plano. Un festín de vísceras y sangre in crescendo que hará las delicias de los aficionados con un polifacético Myers más Jason que nunca.

Pero no contento solo con empatar con este fast food sangriento, se permite la libertad de incluir en su película una nada sutil crítica a las masas y a la violencia que impera en el mensaje dirigido a estas. La manipulación política, la dejadez del sistema y las víctimas inocentes de los intereses colectivos son objeto de análisis, quizás demasiado forzado, en la escena del ataque de la muchedumbre en el hall de la clínica. Algo que funcionaría mejor y encajaría con el resto si se sostuviera en una base más sólida que no la simple extensión temporal entres los asesinatos, puesto que resulta algo impuesta y redundante en el conjunto.

Nos encontramos con una segunda entrega en la que ya empieza a notarse el desgaste. Algo preocupante, ya que inminentemente nos llegará "Halloween Ends", tercera y última entrega que ¿cerrará? el ciclo. Por desgracia, cierta desgana se palpa en su descafeinada realización, donde casi nada es destacable y donde la esencia de la saga original aparece de forma intermitente durante su metraje, siendo el uso referencial demasiado reincidente en explicaciones varias, ya que parece no tener en cuenta que el fan de la saga ya es consciente de todo ello.

A pesar de ese pequeño rescoldo de decepción que conlleva la nueva hazaña del asesino de Haddonfield, hay que agradecer que con ella vuelven las referencias entusiastas a otras entregas de la franquicia, vuelven una fugaz Laurie y un letal Myers y regresa la sangre descarnada que tan bien le sienta a nuestro hierático matarife de la máscara blanca. Veremos si es suficiente como para estirar una vez más un chicle que parece resquebrajarse.

Lo mejor; Seamos honestos... ¿qué es lo que esperamos de Myers?¿Sangre? ¡Pues hay a borbotones!

Lo peor; La obstinación por aclarar todo lo que se muestra en pantalla, con innecesarios flashbacks que entorpecen el ritmo oscilante de la historia.

Antes de empezar la crítica una advertencia previa al visionado del film, ¡huyan de ver cualquier trailer, teaser o avance del mismo! Dicho esto, parece que Blumhouse está obstinada en coronarse como la productora estrella dentro del cine de terror (y razones no le faltan) ofreciendo un amplio catálogo de producciones que derivan entre remakes/revisiones y productos de factura y consumo rápido.

Ante la nueva oleada de revivir tiempos pasados, llega un nuevo título de la compañía que vuelve a centrar su objetivo en un personaje clásico (por obra de H.G Wells y adaptado por Universal) al que pasan por un filtro de modernidad, a la vez que le dan una especie de discurso moral tan de moda en los productos actuales.

"El hombre invisible" ya gozó de un remake tardío a manos de Verhoeven, que ya lustró la fórmula con novedosos efectos especiales en un espectáculo pirotécnico a la par que olvidable (aunque, para ser honestos, muchos de nosotros retenemos en nuestra memoria esa dolorosa metamorfosis de Kevin Bacon). El film actual se aleja del componente de la ciencia ficción que tenían las anteriores adaptaciones, para dirigir su mirada hacia terrenos más psicológicos, donde el acoso y la violencia machista están muy presentes.

Precisamente esta vuelta que se le da al relato resulta lo más atractivo de la propuesta. Toma como referencia films tan terroríficos como "El Ente" de Sidney J.Furie, para crear un clima amenazador y de paranoia capaz de desestructurar toda psique humana. Notables son las escenas en las que el ser invisible acosa, cual espíritu incorpóreo, a la protagonista, jugando con la perspectiva del espectador a través de planos generales y abiertos, consiguiendo momentos realmente espeluznantes. La sensación de indefensión e intimidación es constante en la cinta, cada ángulo parece poseer una amenaza latente, manteniendo una tensión que se prolongará hasta ese estupendo y sosegado desenlace. Conseguido, en gran parte, gracias a que la existencia del personaje interpretado por Jackson-Choen, al igual que en el film, parece estar sólo en la mente de la protagonista, ya que no nos es mostrado propiamente.

Aún cayendo en ciertos convencionalismos y espacios comunes (el episodio en la comisaría), a pesar también de la extraña sensación que se percibe ante un casting, por momentos, desubicado (Moss no acaba de encajar del todo con el personaje), y ese tono fotográfico poco favorecedor (demasiada frialdad para un relato con pretensiones intimistas), el film guarda algunas sorpresas que elevan el interés por un largometraje que a priori, exhala olor a refrito. Nada más lejos de la realidad.

Lo mejor; La apuesta por ofrecer algo nuevo en el relato, además de esas estupendas y sutiles secuencias de acoso a la víctima.

Lo peor; Visualizar, como se ha dicho, el trailer antes de ver el film. Este contiene algunas de las sorpresas que deparan algunas de las escenas más destacables.

Han pasado 25 años desde que Craven y Williamson sorprendieran a propios y extraños con su oda al aficionado del cine de terror. Le siguieron tres entregas que trataron de seguir la estela de la exitosa fórmula. Cuando parecía que la cuarta parte era la conclusión definitiva de la saga, y más teniendo en cuenta el triste fallecimiento de su director, nos llega una quinta parte camuflada de reboot.

En plena era de reinicios, y tras abordar films como Halloween o Saw con más o menos atino, llegó el momento de retomar Scream. Había varias opciones. Una de ellas era empezar de cero presentando un nuevo universo para que Ghostface realizara sus tropelías (cosa que ya intentaron con la inefable serie de la MTV y su felakiller) o bien rescatar a las viejas glorias supervivientes de las anteriores entregas para enfrentarlas otra vez al asesino enmascarado de turno. De forma inteligente, se optó por fusionar ambas ideas.

Los fans de la franquicia no hubieran perdonado la ausencia de Sidney, Gale y Dewey y, por tanto, se intentó convencer a golpe de talonario y nostalgia conmemorativa al elenco. Ya con la participación confirmada, se buscaron nuevas caras con las que surtir el relevo generacional de la trama. Por ello, es de agradecer que, aunque se eluda el temido número cinco, coexistan ambas ideas, por más que los veteranos nos sepan a poco.

Como tributo a un film que volvió a cambiar el género a finales de siglo, la nueva cinta copia (u homenagea) a la película original reproduciendo esquemas y rindiendo pleitesía con guiños constantes que los fan apreciarán con regocijo. Por contra, es inevitable que nos invada una extraña sensación de déjà vu porque, a pesar de encontrarnos ante algo nuevo, no dejan de repetirse situaciones conocidas. Incluso esa mezcolanza entre terror y humor tan característica del guion escrito por Williamson parece estar tratada con el suficiente mimo como para no traicionar el espíritu de su predecesora, algo que resta libertad y espontaneidad a sus responsables.

Pese a ciertos errores que no pasan desapercibidos por evidentes, los directores de "Noche de bodas" nos brindan un Ghostface brutal y contundente, mucho más visceral que sus antecesores, en un film donde poco importa la trama y su desenlace, pues casi nada puede ofrecer al respecto después de cuatro entregas, y sí su universo y metodología criminal.

Demasiados personajes sin desarrollar, subtramas desaprovechadas e idas y venidas de un joven reparto poco carismático añade un halo de gratuidad al asunto que juega en su contra. Pero... ¡qué co...! ¡Es Scream! ¿A caso hay alguna película mala en la saga? ¿A qué no? ¡Qué importa las milongas que nos cuenten si nuestro asesino vuelve con atinadas llamadas y sus consecuentes juegos y matanzas! ¡Hay que celebrarlo! Y, por mucho miedo que dé el nuevo horizonte que se avecina, debemos estar pletóricos por cada mandoble de su puñal.

"¿Cuál es tu película de terror favorita?" Sin duda, Scream está entre ellas.

Lo mejor; Ghostface, Sidney, Gale y Dewey, ¡para que más!

Lo peor; Un guion que, aunque notable, tiene enormes lagunas en su desarrollo y conclusión. Además de la sosa Barrera. Recemos para que no sea el relevo de la Campbell...