Los fallos y aciertos se igualan en esta producción de la Netflix. Lástima que el director, Ben Young, no haya logrado construir esa atmósfera tan necesaria para el cine de catástrofes, provocadas por las invasiones extraterrestres, basando su fórmula en algo tan endeble para sostener el conjunto, sin aportar más elementos que la sugerencia inicial.

Michael Peña carece de potencia interpretativa para hacer creíble su papel. Situaciones forzadas dentro de un guión confuso, que no colabora a que disfrutemos de lo que se nos ofrece.

Toda cuanta película es publicitada en televisión, consigue lo que pretende: QUE EL PÚBLICO LA CONVIERTA EN MITO.

Pasará con esta como con LOS APELLIDOS VASCOS, LOS TORRENTES, independiente al género, la publicidad continúa moviendo a las masas a los cines. Y eso es bueno, para que podamos gozar de proyectos cinematográficos, si estos estuvieran al servicio de un cine cuidado y con interés real.

En unos días veremos un montón de críticas positivas sobre la película, pero en poco tiempo la olvidaremos, porque la sensibilidad nos arrastra, pero la sensiblería barata aburre y produce rechazo. Y este proyecto de J.A. Bayona se enfanga con mucha monstruosidad alrededor de una tremenda enfermedad como es el cáncer.

Lo más triste no es dejar de existir; el drama vital surge en el momento que ya no contamos, no interesa lo que decimos, estorbamos, molestamos como esos muebles acabados que ya no queremos porque su tiempo ha pasado.

Desde hace un montón de años, se evita que la naturaleza siga su curso, curando, alargando la vida de manera artificial... conduciendo a esos humanos cargados de años y tristezas a una residencia a esperar la muerte, la soledad y en gran parte el olvido de los familiares más directos. ¿Para qué, entonces, queremos vivir un tiempo que ya no nos pertenece?

No deseo continuar arrastrando mi soledad por las calles, sin otro futuro que la tumba, y sin ese calor de hogar que se nos niega... porque ya no existe ese "hogar" que décadas atrás creamos para nuestra familia, que ahora ya tiene la suya propia.

No salvéis mi vida cuando ya no cuente, dejadla correr siguiendo su propio curso, y que mis últimos recuerdos no sean los de unas manos profesionales, que me lavan, alimentan y medican... porque les pagan por hacerlo.

Anthony Hopkins, Olivia Colman; grandes actores que acometen un proyecto hermoso, que podría haber ofrecido un punto más allá, del mero análisis de dos vidas, dos verdades, dos circunstancias... Alejando el foco en un repetido intento por remarcar una enfermedad claramente identificada desde el primer instante.

¿Duele verdad?

Vivimos desde hace unas décadas en la era de la inmediatez; tal vez visualmente arrastrados, en origen, por aquellos videoclips de los años ochenta, que revolucionaron la forma de ver la música e incluso el cine.

Amercan Gods, se plantea con novedosos movimientos de cámara, banda sonora, vestuario, ambientación, maquillaje. Pero todo ello gestionado en superficie... Algo parecido a esa hermosa modelo que vemos desfilar en una pasarela: Deliciósamente atractiva, sugerente, arrebatadora, elegante y hasta casi etérea... Y cuando desciende al mundo humano, escuchamos su voz chirriante, al preguntar a su amiga:
-¿Tas fijao, tía? No me lo puedo "de creer" y "ma pasao" a mi...

Esta serie es un bello producto que se vende por su envase, pero detrás de su mundo elástico solo habita la sangre del cine gore, y esa puesta en escena imperiosa y apabullante, vacía del más elemental contenido.

Sentí cierta curiosidad por ver este trabajo tan premiado, y cuya valoración por los usuarios es más que aceptable en está página de cine.

Bueno, hay que ser majos y entenderlo todo: La generosidad al otorgar premios, aquello que algunos críticos califican como frescura que no es más que la inexperiencia del primer trabajo, las actuaciones acertadas pero sin profundidad dramática, sin contexto, sin desarrollo cinematográfico. Todo eso es ciertamente entendible, pero no para convertirlo en una película comercial por la que debas pagar entrada.

Me veo obligado a votarla, para poder publicar esta crítica pero la verdad es que no la votaría, porque ni es mala ni buena. Es... otra cosita.