Un western distinto, un guión muy creíble y bien escrito, dirigido con muy buen pulso. Buena fotografía. Magnífica interpretación de Tommy Lee Jones más grandioso que nunca, por lo comedido y auténtico de su personaje. Gran película.

Una película apta para los muy muy muy devotos de la saga...y aún así sólo para aquellos que sean capaces de perdonarlo todo en recuerdo de tiempos pretéritos. Personajes nada creíbles (entre otras cosas, visto lo visto, hubiera sido preferible no descriogenizar a Han Solo y permitir que pasara a la posteridad como el mito que era). El argumento endeble se aferra desesperadamente a las cuerdas de la trilogía para no derrumbarse. En fin, lo dicho: una pena.

La mayor proeza de Robert de Niro no consiste en actuar: consiste en que el público le perdone -una y mil veces- aparecer en pantalla participando -una y mil veces- en películas como ésta. Hace muchos, muchos años que el genial actor deambula de forma lamentable y ciertamente vergonzante vendiéndose al mejor postor, sin importarle participar en auténticos bodrios cinematográficos, olvidando -al parecer- que él es una de las más relevantes figuras del cine de todos los tiempos, y poniendo a prueba -una y mil veces- la paciencia de todos los que admiramos sus magníficas interpretaciones... de un pasado muy lejano.

Esta película no tiene la apabullante brillantez de su antecesora, pero lo cierto es que todo está en su sitio, todo encaja y todo está bellamente pulido. Así que las tres horas pasan volando. Después, mucho después de salir del cine, es cuando uno es consciente de que Tarantino, una vez más, ha vuelto a crear otra gran obra de arte.

Después de haber intentado durante un buen rato y sin éxito ser un lejano remedo de Casino de Scorsese, Legend se convierte en un interminable y errático vagar durante más de dos horas intentando tener algo que contar. No lo consigue. Absurda y poco creíble, la película se salva gracias a la buena interpretación de Tom Hardy, y gracias también a una cuidada fotografía.