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Reino Unido Reino Unido · Birmingham
Críticas de Peaky Boy
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Críticas 92
Críticas ordenadas por utilidad
El impostor
Documental
Reino Unido2012
7,1
7.576
Documental
8
28 de agosto de 2012
56 de 63 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una separación entre los dientes. Un pequeño defecto dental es todo lo que necesita una familia desesperada, para que sus esperanzas de encontrar a su querido hijo, o hermano, no se evaporen. Una pequeña mueca característica, que cree una duda suficientemente razonable a la que aferrarse, para evitar volver a pasar nuevamente, por la angustia y la consternación en la que se vieron envueltos hace ya más de tres años, cuando el pequeño Nicholas desapareció sin dejar rastro.
Pero lo que para la familia es fácil de obviar, no lo es tanto para el entorno que los rodea, trabajadores sociales, psicólogos e incluso un detective privado no están dispuestos a pasar por alto los cambios desmesurados, tanto en el físico como en el habla, que el joven ha experimentado. Y hasta aquí todo lo que voy a contar sobre la trama de la cinta, ya que la tremenda tensión que se genera durante la misma, es en parte debido al desconocimiento de la historia real.
Una sensacional narración por parte del propio Frédéric Bourdin, nos guiará durante toda la cinta en un sensacional ejercicio estético documental que alternará imágenes de archivo, entrevistas a los familiares y los testimonios del polifacético suplantador de identidades, Bourdin.
Fantástica realización que nos llevará a pensar en varias ocasiones que estamos ante un cuento de lo más absurdo o surrealista, cuando la realidad es que nada de lo que se cuenta en ella es inventado, un ejemplo bastante claro de que en ocasiones la realidad puede llegar a ser mucho más perturbadora que la ficción. Un asombroso viaje a través de una mente trastornada, guiados de la mano de un auténtico maestro de la manipulación, que llega a ser por ende, un actor en potencia, seremos testigos de hasta donde un ser humano es capaz de llegar en busca del afecto que jamás encontró en su infancia. Extraordinario debut en la dirección de Bart Layton.
Peaky Boy
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8
21 de agosto de 2013
56 de 65 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mr. Health: —El desayuno es la comida más importante del día.
Imaginad la indignación de las millones de personas que se dedican a difundir este mensaje, cuando les digo que yo no desayuno nunca. Todos sabemos lo mal que puede acabar la interpretación de un texto de manera literal, o fundamental, sobre todo si dicho texto se ha obtenido de la parte posterior de una caja de cereales. Pues no, nunca desayuno, en gran parte movido por pesados como Mr Health, que se han pasado la vida dando la lata con la importancia de un desayuno, cuanto más copioso mejor. Aunque también he de reconocer que he sido influido por Brad Pitt en la película Kalifornia, 1993. Hasta hace poco estaba convencido de que nadie podría hacerme cambiar de opinión, pero de haberlo, sería sin duda el Dr. Hannibal Lecter.

Thomas Harris creó en 1981 uno de los personajes más terroríficos de la literatura contemporánea, e indirectamente del cine. La figura del genio sociópata ha sido llevada a las salas de cine en numerosas ocasiones, destacando Manhunter, 1986 que, convertida hoy en cinta de culto, fue la primera aparición de Lecter en la gran pantalla, y El Silencio de los Corderos, 1991, obra maestra del cine universal que entra junto a Sucedió una Noche, 1934 y Alguien Voló Sobre el Nido del Cuco, 1975, en el olimpo de las películas galardonadas con los 5 premios principales de la academia. (Mejor película, Director, Guion, Actor y Actriz principales)
En esta ocasión nos encontramos con un Dr. Lecter muy diferente a la imagen que nos dejó la interpretación del gran Anthony Hopkins, y esto será una gran traba para la serie, o al menos un aspecto al que acostumbrarse, y es que olvidar aquella fantástica puesta en escena no será tarea fácil; no obstante, la inconmensurable actuación de Mads Mikkelsen, que requiere un párrafo aparte, conseguirá darle al monstruo un más que digno sucesor. Será en la última escena del capítulo final cuando veamos cómo, efectivamente, la perspectiva del personaje está enfocada desde un punto de vista completamente opuesto.
La primera temporada, ya concluida, se centra en la figura del psiquiatra Hannibal Lecter, antes de ser conocido con el epíteto de El Caníbal. Un hombre con una inteligencia fuera de lo común y con la habilidad de hacer que la gente se sienta segura a su alrededor, reconfortada y protegida entre su elocuencia y sus acogedoras maneras de anfitrión. Sin embargo el protagonista no será él, al menos al comienzo de la serie, sino Will Graham, un ex agente del FBI que, por motivos de inestabilidad, dejó el trabajo de campo para dedicarse a la enseñanza de los oficiales en formación y que, a petición del jefe de la brigada, Jack Crawford, volverá a primera línea para intentar dar caza a un nuevo y despiadado asesino en serie. El Dr. Lecter será el encargado de la cautela y supervisión de Graham para tratar de que se mantenga lo más sosegado posible. Comienza entonces el duelo entre dos mentes excepcionales, que da lugar a una inaudita relación marcada por el control del maquiavélico psicópata.

El danés Mikkelsen borda una actuación magistral. La inefable capacidad del actor para dar vida al antropófago pone los pelos de punta. Un actor que necesita poca introducción tras el formidable número de alabanzas cosechadas con sus últimos trabajos. Un ejercicio de interpretación de manual, poniéndose en la piel de un inteligentísimo, sibilino y más travieso de lo acostumbrado, Hannibal Lecter, un sibarita apasionado por la gastronomía, con un sentido del gusto y el olfato excepcionales, y cuya pasión por la cocina lo convierte en todo un Michelangelo del fogón, aunque como él mismo advierte, sus platos no son aptos para vegetarianos.
Y es que la alta cocina es uno de los elementos fundamentales de la serie, de ahí que cada capítulo sea titulado con el nombre de algún plato francés. Para asesorar en estas diligencias culinarias, se ha contado con la ayuda del aclamado cocinero español, José Ramón Andrés Puerta, cuyo nivel de influencia en Estados Unidos ha subido enteros, gracias a que su nombre ha salido publicado en la lista de personas más influyentes del mundo de la revista Forbes.
Sin embargo, tanto Mikkelsen como la serie se han quedado sin nominaciones a los premios Emmy, algo que no nos sorprende teniendo en cuenta el bajo índice de audiencia que ha tenido esta primera temporada (no queremos insinuar que los Emmy sean otorgados en función de los beneficios y no de la calidad del producto…)
Sí es cierto que hasta el final de la serie hemos estado en suspenso, no sólo por la trama, sino por saber si los malos datos de audiencia permitirían su renovación para una segunda temporada. Finalmente así ha sido. La razón de este estrepitoso fracaso de popularidad podría estar en que la serie le venga grande a la cadena pública NBC, quien compró sus derechos, y cuyos espectadores tal vez no estén acostumbrados a las explícitas imágenes que se muestran. Puede que de haber sido proyectada en alguna cadena de pago, ya sea la consagrada HBO o la emergente NETFLIX, donde la audiencia sabe a lo que atenerse, habría tenido mejor acogida. Y es que, pese a la elegancia y sofisticación del personaje, la carne es tratada como carne. No hay que olvidar que se trata de un monstruo de la peor calaña, un monstruo con un apetito voraz y un gusto muy selectivo en cuanto a la procedencia de sus alimentos.

Sigo en Spoiler por motivos de espacio. No se revela nada.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Peaky Boy
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8
12 de noviembre de 2013
58 de 70 usuarios han encontrado esta crítica útil
¡Márchate, oh niño humano!
A las aguas y lo silvestre
con un hada, de la mano,
pues hay en el mundo más llanto del que puedes entender.
En 1986 William Butler Yeats escribió el poema El Niño Robado que, basado en una leyenda irlandesa, cuenta cómo unas hadas intentan engatusar a un niño para que se vaya con ellas. Cincuenta años después de aquella magnífica composición, la mitológica trama del poema se convirtió en una espantosa realidad, cuando en las décadas de los 50 y los 60, miles de jóvenes irlandesas fueron enviadas a conventos y separadas de sus hijos ya que, según la iglesia católica, su embarazo fuera del matrimonio las convertía en seres amorales incapaces de hacerse cargo de los niños. Gracias a esta excusa, monjas como las del monasterio de Roscrea, un pequeño pueblo situado al norte de Tipperary, embolsaron grandes cantidades de dinero vendiendo a estos pobres retoños a pudientes familias americanas. Un caso similar al de los niños robados del franquismo en España, que ha vuelto a ser noticia recientemente por la fría impunidad con la que ha sido resuelto.
Un argumento que en principio podría parecer completamente deprimente, queda agradablemente amenizado por tres factores que hacen de este largometraje un entrañable cuento de noventa minutos: el director, Stephen Frears, un ducho narrador de historias británico, que sabe cómo tratar temas peliagudos sin que el resultado se convierta en un indigesto melodrama; el actor principal, Steve Coogan, un grande del humor que pondrá una sonrisa en nuestra cara en los momentos más incómodos y, por supuesto, Judi Dench, y aquí va una apuesta anticipada como firme candidata para el Oscar a la mejor actriz principal, en el papel de Philomena, una interpretación que es todo ternura y empatía, llegando a conseguir, desde sus primeras escenas, que el espectador se preocupe tanto por ella que se olvidará de todo lo que pase a su alrededor.
Pero no queremos crear malentendidos, al cine, en esta ocasión, iremos a llorar, no tengan la menor duda; sin embargo también vamos a reír y a hablar sobre un sinfín de temas delicados abordados con mucho tacto pero sin cortapisas, vamos a descubrir las diferentes reacciones de las personas ante situaciones extremas, la bondad y la maldad, la comprensión, el egoísmo y la indiferencia, todo de la mano de una mujer que nos dará una auténtica lección de lo que significa el perdón como medio de encontrarse bien con uno mismo.
Frears, que se dio a conocer con su fantástico filme Mi hermosa lavandería, 1985, es un director cuyo abierto tratamiento de temas como la homosexualidad y el racismo, dentro del submundo marginal inglés, pronto le creó la fama de realizador controvertido, la cual corroboró con Ábrete de orejas, 1986 ó Sammie y Rosie se lo montan, 1987, en una época en la que había que andar con pies de plomo dado el duro régimen con el que Margaret Tatcher se ganó el epíteto de Dama de Hierro y que actuaba como revulsivo de ese tipo de historias. Pese a ello, el director no quiso encasillarse y, en 1988, mostró al mundo que es capaz de dirigir a un reparto estelar para realizar un drama de época de lo más burgués, gracias a la fantástica Las amistades peligrosas. Con Philomena, Frears vuelve, con más fuerza que nunca, a levantar ampollas con su polémico punto de vista de la sociedad contemporánea.
La cinta relata la verídica historia de Philomena Lee, una mujer que, como toda adolescente, conoció a un chico que le gustaba, éste la invitó a una manzana de caramelo en una feria local comenzando así un idilio amoroso. Una manzana mordida que representa, en perfecto simbolismo, el pecado carnal de una joven que cometió el error de nacer en el momento inoportuno pero que, con los años, recordará esa dulce fruta como una experiencia inolvidable. El desconocimiento de este tipo de relaciones derivado de la inexistente educación sexual, y la imprudencia que este desconocimiento conllevaba, hizo que la joven quedara embarazada y tachada de maldita por las monjas que se hicieron cargo de ella. Una vez dio a luz, el niño fue vendido a una familia estadounidense a la edad de tres años bajo la desesperación de la joven. Cincuenta años guardó el secreto de su forzada separación, más avergonzada que atemorizada por las infames acusaciones con las que las monjas la amenazaron, hasta que finalmente se lo contó a su hija quien, enormemente apenada por la terrible confidencia que acababa de escuchar, se lo relató a un periodista en horas bajas junto al que comenzó la búsqueda del pequeño Anthony.


Termino en spoiler por motivos de espacio. No se desvela nada.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Peaky Boy
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8
13 de noviembre de 2012
62 de 79 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película ha tenido ambos, detractores y defensores, a partes iguales. Yo, sin llegar a conocer del todo el por qué, o intentar dar una explicación racional, coherente y con el único propósito de convencer sobre como posicionarse, me centraré en intentar expresar con palabras lo que he visto y sentido al verla. Su estreno en Sundance me produjo una terrible curiosidad, casi no podía esperar a que se proyectara en la salas de cine, y por fin, cuando llegó el momento, una paz y armonía se apoderó por completo de mi. La música, las gentes, el paisaje, todo era magia en “La Bañera”. Unas horribles bestias, surgidas del deshielo, corrían a la vez que multiplicaban su tamaño, dispuestas a destrozar todo a su paso, una fuerza sin control que los habitantes ya conocían muy bien, ya se habían enfrentado a ellas en otras ocasiones, y en ésta, no iba a ser diferente, no iban a huir, nadie va a abandonar la comunidad. El realismo mágico creado por Benh Zeitlin cobra un nuevo significado. La historia, tan cruda y despiadada como la naturaleza misma, se cuenta de una forma que se soporte, que te haga pensar que lo que vemos es un cuento de hadas, y como siempre pasa en ese tipo de historias, no hay nada que temer. Hushpuppy es una niña muy especial, una criatura más de las que habitan en esa pequeña aldea sureña, capaz de comunicarse con los animales, entenderlos, conocer lo que son y de donde vienen. Wink, su padre, desde que conoció que una extraña enfermedad se está apoderando de su salud, no deja de intentar enseñarla y prepararla para que sea autosuficiente, necesita saber que la pequeña será capaz de hacerse valer en el salvaje mundo en el que habita, ella tendrá que ser dentro de muy poco, el hombre. Sin embargo sus planes a corto plazo son otros muy distintos. Al margen de sus intentos y desesperados esfuerzos por demostrar a su padre, que se muestra implacable, que ya tiene la fuerza y habilidad suficiente para poder alimentarse y sobrevivir por si misma, Hushpuppy se ha propuesto salir en busca de su madre. La narración pausada, a cargo de la joven protagonista, acompaña y enfatiza durante toda la proyección, sin ralentizar ni forzar el ritmo, que ya de por si es bastante armónico, ni se vuelve redundante en el acompañamiento, sino que le da un toque de ingenuidad infantil a momentos en los que la reflexión más fatalista nos desborda. Derroche de imaginación en el estreno en la dirección de Zeitlin, que convence con este inclasificable film independiente, ganándose el favor de la crítica en los festivales por los que ha pasado.
Peaky Boy
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7
12 de junio de 2013
48 de 51 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una película ha de tener un elemento característico que la diferencie del resto, algo que no sólo le aporte una nota de distinción, sino que la haga única. Si la trama gira en torno a la mafia, dicho elemento tiene que ser considerablemente grande, para que la cinta no se ahogue en un mar de comparaciones con las obras maestras que el género ha dejado a lo largo de la historia. En este caso en concreto, esa particularidad, mide dos metros de altura y se llama Michael Shannon.
Un actor que ha ido forjándose un registro de maníaco que, posiblemente, le lleve a encasillarse en ese rol pero que, sin ningún tipo de duda, está y estará a la altura de los grandes villanos de todos los tiempos. Él mueve la cinta, él es quien dicta si tiene que avanzar más rápido, más lento o detenerse. En la sombra quedaron en esta ocasión dos pesos pesados de la interpretación, como son Ray Liotta y Winona Ryder. El cameo de James Franco resulta llamativo, pero por lo ajustado de su duración no pasa de anecdótico.
Biopic sobre uno de los mayores asesinos a sueldo freelance, contratado de forma esporádica por diferentes grupos mafiosos, entre ellos, la mayor de las cinco familias ítaloamericanas de Nueva York, Los Bonanno. Richard Kuklinski, un hombre cuyos métodos expeditivos le hicieron ganar fama rápidamente como sicario, responsable de un número aproximado de 200 asesinatos en sus 40 años de carrera criminal.
La atmósfera sombría creada por Vromen es efectiva en tanto que consigue introducirnos en ese peligroso mundo de los matones por encargo. La filmación en espacios interiores y reducidos, acentúa ese ambiente lúgubre que resta a la cinta esplendor y la deja desprovista del lujoso romanticismo siciliano al que estábamos acostumbrados en anteriores referencias a las Cosa Nostra. Una figura recortada en la sombra avanza hacia nosotros, un paso irregular, impreciso, balanceándose de un lado a otro como si le costara mantener el equilibro de esa impresionante altura que, a su vez, trata de disimular encorvándose un poco hacia delante. El hombre que aparece nos provoca un escalofrío mientras esboza una forzada mueca que, de forma muy segura, mantiene durante varios segundos; un gesto inexpresivo producto de muchas horas de ensayo frente al espejo, hasta que por fin da los buenos días. Entonces caemos en la cuenta de que el misterioso mohín era una sonrisa, la misma sonrisa tras la que ha conseguido ocultar a su familia, durante más de veinte años, su terrorífico empleo.
El título de la película hace referencia, no sólo al nombre con el que el esbirro fue apodado por la prensa en relación con su modus operandi, “El hombre de hielo”, sino también a la personalidad del mismo:
“Ray Liotta, como Roy Demeo, saca de forma inesperada una pistola y apunta a la cabeza de Kuklinski, éste permanece impertérrito sin hacer un solo guiño, por lo que Demeo, dirigiéndose a sus compinches, dice:
- Este tío es frío como el hielo.
Ahora mirando directamente a Kuklinski añade,
- ¿Tienes novia o algo?
- Estoy casado
- ¿Entonces por qué actuás como si no te importara una mierda?”
Una película que no hubiera pasado de ser una anécdota escabrosa más, de no ser por esa interpretación magistral de Shannon, comportándose como un bloque de hielo muy compacto que, a medida que se van sucediendo los acontecimientos, sentimos como va resquebrajándose, y esperamos con estupor el momento en el que termine por romperse en un violento estallido.
El precio de la entrada ha quedado sobradamente justificado.
Peaky Boy
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