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España España · Barcelona
Críticas de Sémele
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Críticas 223
Críticas ordenadas por utilidad
8
30 de octubre de 2022
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Viggo Mortensen es un actor de reconocido prestigio internacional que hace su debut con este notable drama, cargado de sensibilidad y de imágenes bellas e hipnóticas. Explora con mucho acierto e intensidad las difíciles relaciones familiares, especialmente entre padres e hijos, cuando se mete por dentro la muchas veces incomprensible y dañina toxicidad.

Acompañado de un extraordinario elenco, el actor se reserva uno de los papeles principales, así como la dirección y escritura de un vibrante guión que mezcla con habilidad necesarios "flasbacks" que ayudan a comprender mejor el porqué de este presente.

La película se centra en Willis Petersen, un octogenario, cuya frenética verborrea plagada de lo que ahora se denominaría incorrección política y su mala leche habitual ponen en continuo peligro la complicada relación entre él y su hijo. El hijo, John, carga con una paciencia casi infinita con la responsabilidad de velar por su padre que está perdiendo la cordura.

El resultado es una película que rebosa vida, emoción, hilaridad, lágrimas, autenticidad y conflicto. No es fácil bregar con una situación así parece mostrarnos, pero hay que hacerlo con toda la comprensión del mundo... o no. El último rifirrafe entre Henriksen y Mortensen hizo que se me saltaran las lágrimas. Estan espléndidos los dos.

Un notable debut que merece la pena ver por el extraordinario trabajo de los actores, el magnífico guión, sus bellas imágenes y la sensación que deja con su final, brillante y muy coherente con lo que ha estado contándonos desde un principio.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Sémele
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8
22 de agosto de 2018
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me sorprende la cantidad de puntos rojos con la que la crítica especializada "premia" a este thriller de suspense. Estoy de acuerdo en que no será una obra maestra de Alfred Hitchcock, vale. En otras palabras: no es un artefacto que funciona con la precisión de un reloj y que te deja pegado en el asiento... Debe de ser dificilísimo dar con las teclas adecuados y construir un film de suspense perfecto. Las pretensiones de "Contratiempo" no creo que vayan más allá de entretener a lo largo de sus 105 minutos, approx. Sin buscarle los 3 pies al gato, me ha parecido un ejercicio notable de suspense conjugando elementos típicos y lugares comunes, un divertimento que engancha si se hacen un par de concesiones (Spoilers) que invita a pasar un rato muy entretenido.

Mario Casas interpreta a Adrián Doria, un brillante emprendedor cuya juventud no le ha impedido crear un imperio en expansión, que puede verse trucado, al igual que su vida personal, por un caso de asesinato lleno de claroscuros. Virginia Goodman (Ana Wagener), una abogada experta en preparación de testigos, le ayudará a construir una coartada... Hasta aquí puedo leer.

El director Oriol Paulo construye un intrincado laberinto, o si se prefiere un puzzle hitchconiano, en el que el protagonista tratará de exponer lo sucedido en una carrera a contrarreloj. Lo jodidamente divertido es que, a lo largo y ancho de la hora y media hasta que se descubre el pastel, todo lo que va sucediendo delante de nuestros ojos te engancha y te despierta recelo. ¿Será verdad? ¿Será mentida? ¿Están jugando con nosotros? Pues sí. Salvo un hecho que me descolocó y me zafó una de las sorpresas, tuve la sensación de estar sumergida en una partida de El Cluedo, el juego de buscar al asesino.

El guión no será original, vale. El argumento me recordó en ciertos momentos a "El cuerpo", la anterior película de Paulo. Tendrá uno y mil defectos. Mario Casas será esto o lo otro, y José Coronado andará siendo metido en estos berenjenales... A mí me pareció muy entretenida y, a pesar del triple salto mortal que supone el final, muy arriesgado, me satisfizo a grandes rasgos. Es un notable thriller.

Dos grandes actrices como Ana Wagener y Bárbara Lennie vuelven a demostrar su grandísimo talento. José Coronado, como siempre, muy eficaz y Mario Casas que seguramente sueña con convertirse en el Tom Hardy español le hacen falta unos cuantos yogures para alcanzarle, pero el chico no lo hace mal. Me gustó.
Sémele
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7
28 de abril de 2018
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Londres, 1814. James Keziah Delaney (Tom Hardy) regresa después de que lo dieran por muerto diez años atrás. Ha regresado para enterrar a su padre que acaba de fallecer y que le ha dejado en herencia un pedazo de tierra, Nootka, situado en América del Norte. Su padre, antaño comerciante y aventurero, consiguió esas tierras con un intercambio... algo sorprendente, dejémoslo ahí. El problema para Delaney es que Nootka es un territorio codiciado por otras personas: su cuñado, por ejemplo, Torne Geary (Jefferson Hall), casado con su medio hermana, Zilpha (Oona Chaplin); la Compañía de las Indias Orientales, capitaneada por un hombre ambicioso y falto de escrúpulos como Sir Stuart Strange (Jonathan Pryce); los norteamericanos, establecidos en una especie de red en Londres, con el enigmático Doctor Dumbarton (Michael Kelly) a la cabeza...

Técnicamente, logradísima. La ambientación recuerda un poco a "El Perfume" y a las obras de Charles Dickens, es decir, que se huele desde el sofá el pestazo, así como se siente el olor a humedad, de las calles, ríos, edificios... Por no hablar de los interiores que están perfectamente ensamblados, desde el lujo más trasnochado hasta la decadencia más precaria; la pobreza, el barro, la suciedad. El vestuario, fantástico. Entre lo clásico y lo moderno: se distingue entre las clases sociales, abogando por los tonos oscuros como la ropa del protagonista, ataviado con un abrigo negro y largo y un sombrero oscuro. La fotografía, entre una iluminación casi siempre tenue en los interiores y nublada en los exteriores londinenses, muy acorde con los personajes. Los efectos especiales muy currados, sobre todo, la parte que tiene que ver con los experimentos de química y los de la pólvora, a la par de ese submundo de espíritus con una innegable conexión con los espacios de agua. La música de Max Richter es realmente extraordinaria, desde esa melodía de canción de cuna con la que se abre la serie pasando por los momentos de acción o dramáticos, muy ajustada. La dirección de Kristoffer Nyholm y Anders Engstrom, además de eficaz y minimalista, muy de autor diría, resulta en ciertos momentos muy cinematográfica. En definitiva, es de una gran brillantez técnica.

Artísticamente, los diálogos vienen firmados por Steven Knight ("Peaky Blinders"). Pocas cosas a reprochar, a excepción de la genialidad en las respuestas de algunos personajes que pueden resultar un poco rimbombantes (como si tuvieran a punto la frase) y, ya puestos, cierta predisposición a resolver los conflictos con demasiada facilidad, lo que deshincha en ocasiones la tensión creada. Aunque lo uno y lo otro parece un rasgo característico de los guiones de Knight, pues también he apreciado lo mismo en "Peaky Blinders". No es por buscarle los tres pies al gato, es un buen guión y la historia es notable y tiene gancho, pero es algo que me sorprende a veces.

Los actores, sin excepción, son de lo mejor. En especial, por supuesto, Tom Hardy, pues siendo un proyecto tan personal, resultaría extraño que no destacara. El actor se mueve como pez en el agua dando vida a James Delaney, un (anti)héroe que tiene muchísimos claroscuros. Sabe darle la profundidad, el punto de locura y de misterio, la temeridad y la valentía, la violencia desatada y la inteligencia del conspirador, a James Delaney, convirtiéndolo en el centro del universo de toda la serie. El personaje, por decirlo de un modo claro, se come la serie, y eso en lugar de ser algo que vaya en detrimiento de la serie, la acaba beneficiando. A su lado, grandísimos actores, entre los que destacaría Jonathan Pryce, Jessie Buckley, David Hayman, Franka Potente, Stephen Graham y Tom Hollander. Por otro lado, Oona Chaplin, o su interpretación, mejor dicho, me descolocan un poco, pero creo que es más por el guión que por su trabajo como actriz.

En suma, es una serie que cuesta definir en un solo género. Se pueden usar muchos calificativos: Violenta, desinhibida, provocadora, temeraria, misteriosa, pausada... Lo cierto es que no creo que sea del agrado de todo el mundo. Aún así, tiene muchísimas aristas y matices, y toca temas históricos como el tráfico de esclavos o la guerra entre Americanos e Ingleses que le aportan dosis de verosimilitud y funcionan como eje vertebrador de toda la ficción.

Podría decir que, en un principio, es un fresco histórico, un poco irreverente, cargado de intrigas, traiciones y conspiraciones, que muestra los entresijos mafiosos de la Compañía de las Indias Orientales y de la Corona Británica cuando se les meten por en medio un estorbo (Delaney) que entorpece sus planes de expansión. Sin embargo, tras los primeros episodios, empieza a parecer un thriller psicológico cargado de elementos sobrenaturales; más adelante, se torna un cuento de venganzas a lo Conde de Montecristo, a la par que saca a relucir una historia de amor prohibido. El caso es que sea lo que sea me acabó pareciendo una historia de personajes muy cabrones y, cuando en una serie, película o novela, se juntan muchos demonios, siendo uno de ellos el protagonista, me parece una auténtica gozada.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Sémele
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7
11 de marzo de 2018
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Uno de los mayores aciertos de "Yo, Tonya", aparte de las notables interpretaciones de sus dos actrices protagonistas, es el extraordinario manejo de la levedad de una historial real y dramática a partir de un tono cómico y desenfadado, de una estética años 80-90 y de un guión eficaz que echa mano a un tono irreverente que hace más digerible lo dramático.

Es entrenida y amena, y nunca te da la sensación de que lo que cuenta resulte imposible de creer. Vale, podría ser que, en ciertos momentos, se caiga en lo esperpéntico o lo caricaturesco. Especialmente, en la caracterización de los personajes, en las escenas violentas o en las interpretaciones llevadas al extremo. Pero la inteligencia de la propuesta de Graig Gillespie está en que, bajo esa capa de comedia gamberra, se esconde un drama con muchas implicaciones emocionales.

Tonya Harding (espléndida Margot Robbie) es una chica joven que quiere triunfar en lo único que se le da bien: patinar. Tiene una familia poco saludable que poco o nada tiene que ver con la imagen que los Estados Unidos de América quiere proyectar como representación del país en los Juegos Olímpicos. He aquí el "error" de Tonya: tener una madre cabrona y un marido gilipollas. Además, de su condición humilde... Primera patada en el culo de los EEUU: Despreciar el talento a favor de las apariencias.

Segunda patada: lanzar a una genial patinadora al estrellato para después triturarla a merced de una polémica para llenar horas de telediario y programas de entretenimiento absurdo. La crítica que lanza la película no es tanto por lo que, supuestamente, hizo o no Tonya o su entorno, un acto que sería deplorable y que iría en contra del mismo deporte, sino por la facilidad con que se encubra a un ser humano por su innegable talento y luego, como un ídolo con pies de barro, se le somete a la trituración más denigrante, sin tener en cuenta la presunción de inocencia, por ejemplo. Eso es lo interesante: utiliza la historia de Tonya, llena de controversia, para golpear esa hipócrita manera de hacer.

Así Tonya, niña y joven maltratada, endurecida y luchadora se presenta con la dualidad de una deportista genial y de una mujer rota por ver su sueño destrozado en mil pedazos. Los fuertes siempre sobreviven, y la Tonya de Margot Robbie nos despierta cierta simpatía y compasión. Por ejemplo, frente al trato que recibe de su madre Lavona (estupenda Allison Janney), una cabrona a la que nunca se llega a odiar del todo gracias, en buena parte, por ese tono cómico con el que se impregna al personaje y por esa capa de perdedores con la que acertadamente se viste a casi todos. Mención especial también para Sebastian Stan que interpreta a Jeff, el marido de Tonya, que acierta en el tono de patetismo.

Las acrobacias y las piruetas en la pista de hielo son geniales y resultan tan creíbles como disparatadas las escenas entre los personajes más desatados o esperpénticos salpicadas de golpes, tiros, insultos y gestos para despertar la sorpresa en el espectador.

Margot Robbie está impresionante, y la prueba es su reacción al final, tras el veredicto (y no digo más). Es una gran actriz. Lo mismo que Allison Janney. Dos ases.

Por último, creo que si se hubiera hecho un drama biográfico, sería francamente insoportable. El tono de comedia ayuda a digerir una historia muy dura. Se agradece.
Sémele
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6
11 de febrero de 2018
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Viendo esta pequeña producción de la HBO, cuyo título original es "For love or country: The Arturo Sandoval Story", una se da cuenta de lo difícil que es contar una historia real con trasfondo político que no resulte empañada por una visión parcial o partidista.

Estamos en La Habana, a principios de los años 70. Andy García se pone en la piel del genial trompetista cubano Arturo Sandoval y su interpretación es notable. La actriz argentina Mia Maestro es Marinela, la esposa de Sandoval y también cumple con nota. La música como metáfora de la revolución cubana (o al menos eso se vislumbra): o se toca al son marcado o no se toca. Aunque creo que todo siempre es más complejo en la realidad, se agradece el esfuerzo.

Para mí, lo interesante de la propuesta, dirigida con eficacia por Joseph Sargent, además de ese sentido homenaje a Sandoval, es que ambos esposos son las dos caras de una misma moneda. Mientras Marinela, que trabaja para el gobierno de Fidel Castro, está fascinada por la revolución y cree firmemente en ella, Arturo piensa que formar parte de la maquinaria le está cortando las alas. Se agradece el esfuerzo de ofrecer los dos puntos de vista, porque, a veces, es así cómo se llega al meollo. Sobre todo, para alguien ajeno a lo sucedido. Si no, recomiendo echar un vistazo a "La ciudad perdida", dirigida y protagonizada por el mismo García, para entender cómo se llega a echar en falta una visión más global.

Los dos puntos de vista son necesarios para entender lo que está en juego, si hablamos por ejemplo de la revolución cubana: hay que mostrar lo que se siente, dónde está lo bueno y lo malo, por qué se desea ser libre, qué precio tiene la libertad, dar razones, etcétera etcétera. Y aquí están presentes: uno se plantea el porqué. En ocasiones, vemos que las razones esgrimidas por él parecen más fuertes que las de ella que son más generales y difusas, pero, por supuesto, se trata de retratar unos años cruciales en la vida del trompetista. En algún momento, la balanza se va a desesquilibrar.

Con una sencilla ambientación y una colorista fotografía, esta historia fluye con naturalidad entre dos periodos cruciales. La mayor parte del tiempo es muy agradable, ideal como entretenimiento. Hay algún momento emocionante y otros, con humor. Hay otros momentos para la reflexión. El trabajo de los actores es destacable. Es una propuesta interesante y bien hecha, a la que principalmente encuentro dos fallas. Una, la comentaré en los Spoilers. La otra es utilizar el inglés... cuando es una historia tan cubana. Sé que es una producción estadounidense, y de la HBO, pero habría sido mucho mejor si la hubieran rodado en español, al menos en buena medida. Sería mucho más creíble.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Sémele
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