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España España · Barcelona
Críticas de Sémele
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Críticas 223
Críticas ordenadas por utilidad
7
22 de octubre de 2016
75 de 101 usuarios han encontrado esta crítica útil
Notable adaptación de la novela de Paula Hawkins, que podría verse como un telefilme de sobremesa, pero con buen empaque y con notables intérpretes, hecho que sin duda la distancia de éstos.

Cuando leí la novela, hará como un año, pensé que era muy cinematográfica, tanto por su estructura (los capítulos van alternando las voces de los personajes) como por su argumento. Por supuesto, a nivel interpretativo, ofrecía a la actriz protagonista, y a otra actriz con un papel más secundario, un buen lucimiento.

Emily Blunt es Rachel, una mujer hundida por el abandono de su marido Tom. La chica tiene un grave problema de alcoholismo y no levanta cabeza. En sus viajes diarios en tren a Manhattan (a Londres, en la novela) ve por la ventanilla una estampa idílica de una pareja, en una bonita casa del extrarradio. La pobre Rachel idealiza esa pareja, como la imagen del amor verdadero que todos/as buscamos, pero, claro, no todo es tan idílico.

La película, como la novela, pone el énfasis inicialmente en el muestrario de los personajes femeninos, tres mujeres (Rachel, Meghan y Anna), aparentemente muy diferentes entre ellas, pero con muchos puntos de encuentro y desencuentro. Tras ese inicio, donde se alternan, retazos de sus vidas, vamos descubriendo qué van escondiendo estos personajes, cargados de inseguridades, miedos, locuras, secretos, problemas no resueltos... Y con ellas, irrumpen los hombres de su entorno más inmediato, también tres, mostrando su cara real.

La cámara, sin duda elegante, se mueve con sutileza, mostrando los rostros en primer plano (la cara demacrada de Rachel (aunque leyendo la novela me la imaginaba mucho peor), el rostro dulce y exótico de Meghan (con un parecido brutal con Jennifer Lawrence, por cierto), el semblante natural y calmado de Anna (el personaje más soso del terceto). Las localizaciones hacen el resto, como la fotografía: suman realidad, a la par que resultan tan idílicos como intrigantes, a medida que avanza la neblina que se lo va tragando todo.

El recurso del tren también está usado con inteligencia, más que nada porque no se abusa de él, una vez sabemos que es el medio de transporte de la protagonista. Sucede lo mismo con su problema de alcoholismo, elemento que mueve la trama, pero en ningún momento se cae en la reiteración (como sí sucede al inicio de la novela).

El director Tate Taylor es hábil moviendo la cámara y hace un uso inteligente de los flashback, introduciendo escenas del pasado, que entran en pantalla de un modo natural, casi sin darte cuenta, con una sutileza extraña, como si no quisieran entorpecer y resultan esclarecedores en la mayoría de los casos.

La guionista, Erin Cressida Wilson, hace un buen trabajo, sirviendo en bandeja un material no demasiado original pero inequívocamente efectivo que remueve consciencias y provoca que el espectador, en un momento u otro, pueda sentirse involucrado. La intriga está bien llevada, siguiendo la estela de la novela. Y viene servida por un hecho (que no voy a explicar) que involucra a los seis personajes, especialmente a Rachel, que se verá obligada a hacer un gran esfuerzo para lograr esclarecer qué ha pasado en realidad.

Emily Blunt está genial como Rachel. Su interpretación está cargada de matices para que resulte creíble en un rol extremadamente visto, que podía llevarla a la sobreactuación. El esfuerzo de la actriz es grande y logra transmitir el desasosiego de un personaje llevado al límite, sin caer en el recurso fácil.

Del resto de actores me quedo con Haley Bennet, la actriz que interpreta a Meghan, que físicamente parece un clon de la Lawrence, cuya interpretación me ha parecido también fantástica, muy sutil, etérea y lánguida. Sin duda, ha captado y ha transmitido muy bien la esencia de un personaje singular.

El resto de actores cumplen eficazmente con su cometido.

En definitiva, es una fiel adaptación de la novela, así que seguramente gustara aquéllos/aquéllas que se sintieron atrapados por ella. A mí me pareció un buen best-seller que conjugaba bien los elementos de intriga y, quitando la parte reiterativa del principio (que se salva bien en la película), logró conquistarme hasta un final que llega como un puñetazo en el estómago (aunque algunos dirán que es previsible, a mí no me lo pareció). No quiero olvidarme del tratamiento de la violencia, bastante cruda, por cierto. Pero, sin duda, necesaria para acabar de redondear un producto de consumo, dirigido a un público femenino, aunque también masculino, que resulta inquietante e incómodo, aunque sin olvidarse de que es un blockbuster.
Sémele
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8
21 de junio de 2015
62 de 83 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es una película que se pasea por diversos caminos: Es difícil dar con la definición exacta.

Es, al mismo tiempo, un thriller policial con asesino en serie, un drama romántico, un drama histórico, una crítica política, el retrato de una sociedad sombría y opresiva... La suma de todos ellos da como resultado un acercamiento, más o menos, certero a una etapa histórica dura y represiva, la de la rusa comunista de Stalin, donde "no hay crímenes en el paraíso".

Tengo que confesar que me ha gustado mucho. Me he metido de lleno en la historia y me ha emocionado, me ha inquietado y me ha asustado en ciertos momentos. Tal vez el pasar de un género a otro resulta un poco confuso pero ello, a mi modo de ver, no va en detrimento de sus puntos fuertes.

En primer lugar, su reparto estelar: Inmejorables las interpretaciones de Tom Hardy (transpira sinceridad y brutalidad, así como vulnerabilidad) y Noomi Rapace (brillante y enérgica), al igual que las actuaciones más secundarias de Gary Oldman, Vincent Cassel, Fares Fares, Joel Kinnaman y Paddy Considine.

Es difícil hacer una mala película cuando se cuenta con tanto talento junto. Por ejemplo, El actor protagonista, Hardy, combina una gran interpretación, cargada de matices, con una contundencia física con la que se desenvuelve a la perfección en las escenas de acción.

Otro acierto es el retrato contundente que hace del miedo y de la opresión en la que vivía inmersa la gente normal y corriente, que atenaza también la vida de los protagonistas. Está logradísimo y consigue conmover y traspasar la pantalla hasta emocionar o removerte en el asiento ante tanta injusticia e incomprensión. Mención aparte merece la ambientación y la puesta en escena, la fotografía. La dirección de Daniel Espinosa es eficaz.

Y el punto que más me ha gustado (y pienso que es lo más logrado de toda la película) es la complicada relación entre el matrimonio formado por Leo (Hardy) y Raisa (Rapace): Una historia de amor-odio que va evolucionando con los acontecimientos. Es, sin duda, mérito de los dos actores que la hacen muy creíble.

Tal vez alguna que otra concesión (desde mi punto de vista) al cine de acción puede resultar un poco chocante pero, claro, estamos hablando de la adaptación de un best seller (el de Tom Rob Smith), que además lleva el sello de producción de Ridley Scott. Comprensible.

Una buena película, especialmente, por la historia de Leo y Raisa.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Sémele
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8
27 de marzo de 2010
32 de 36 usuarios han encontrado esta crítica útil
La directora Andrea Arnold parece una alumna aventajada de los hermanos Dardenne, de Ken Loach y de Robert Guediguian, directores que han contribuido con notables y excelentes películas al género social, y ya puestos podría enseñar más de 4 cosas a los recientes intentos de drama social made-in-USA; me refiero, concretamente, a ese infumable rollo, a la sobrevaloradísima e, inexplicablemente, nominada a los Oscar (???) "Precious", que de tan maniquea y sentimentaloide te entran ganas de comer matarratas a puñados.

Arnold hace un retrato de una adolescente conflictiva, que vive en los suburbios, en las afueras de Londres: Mia (Katie Jarvis) tiene sólo 15 años y parece que esté cabreada con el mundo entero. Cabreada con su madre, con su hermana pequeña, con las chicas de su barrio... Lo único que parece calmarla es su afición a los 'urban dance', su válvula de escape, y también el último ligue de su madre, un hombre de veintitantos años (Michael Fassbender), por el que siente una inmediata atracción sexual...

La cámara de Arnold parece que se mueve por impulsos, y sigue de un modo directo y exhaustivo a Mia, como si fuera los mismísimos Dardenne tras la estela de otra adolescente con problemas, Rosetta. Pero Mia es mucho más visceral, más agresiva y su deambular es muy inquieto. La directora pone hincapié en la interpretación de la debutante Katie Jarvis, en su continuo choque con el mundo, en su carácter fuerte e irascible, y después en el descolocamiento en el que cae cuando Connor, el nuevo novio de su madre, se mete en su vida. La frescura y la espontaneidad de la relación entre ambos, el magnífico trabajo de Jarvis y de Fassbender (que si se me permite el comentario frívolo ¡Pedazo de culo!), y esa forma de llevar la atracción que sienten el uno por el otro está tan lograda y resulta tan creíble que parece que estemos observando a dos personas reales, más que a dos personajes de ficción.

Mención también de los personajes secundarios, muy cuidados, especialmente el de Tyler, la hermana pequeña de Mia, que canta verdades como puños a pesar de su corta edad. Y el personaje de la madre, que no le hace falta ser tan cabrona ni ladrar tanto como la madre de Precious para ser especialmente cruel con sus dos hijas.

Caso aparte también la estupenda utilización de la espléndida versión de "California Dreaming" de Bobby Womack poniendo hincapié en varios momentos de la película. Y la historia del caballo blanco, en realidad una yegua blanca, a la que Mia intenta liberar en varias ocasiones tiene una fuerte carga emotiva.
Sémele
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8
30 de mayo de 2009
31 de 34 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me leí "Los hombres que no amaban a las mujeres" el verano pasado y me quedé enganchada de principio a fin. Esta adaptación de la primera novela del malogrado Stieg Larsson tiene entre otras particularidades trasladar lo leído en la novela a la gran pantalla con eficacia, dejando al margen la vertiente más crítica hacia los grupos de la extrema derecha sueca (por lo visto, el caballo de batalla del autor), y abriéndose hacia el thriller más convencional, pero no por ello menos interesante o valioso.

De principio a fin, la película persigue lo que persigue: puro entretenimiento. Y lo consigue con un buen ritmo, con interpretaciones solventes y con una atmósfera muy europea (aunque deudora de los thrillers-made-in-Hollywood). En las dos horas y media de duración, me ha hecho sentir partícipe de una investigación que ya conocía por la novela.

El plato fuerte de la película (y también de la novela) es Lisbeth Salander, la hacker asocial, mordaz, turbulenta... Noomi Rapace es simplemente Lisbeth Salander. Al igual que el protagonista, Michael Nyqvist, como Michael Blomkvist. Dos personajes opuestos condenados a entenderse. Un poco estereotipados, pero eficaces en su objectivo.

Otro punto destacable es el tratamiento de la violencia, directo y brutal, sin concesiones. Sorprende y mucho, pero es necesario si se quiere comprender el significado de este thriller absorbente y entretenido.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Sémele
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6
1 de octubre de 2018
26 de 30 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Noche de Lobos", la nueva producción de Netflix, se queda un poco a medio gas. Siendo una producción con una atmosfera logradísima y enviadiable, en un poblado pobrísimo, habitado en su gran mayoría por indígenas americanos, en los nevados y bellísimos parajes de Alaska, se echa de menos un poco más de jugo en este argumento.

La película arranca con la desaparición de un niño de 6 años, a la que su joven madre (Riley Keough) atribuye a una peligrosa manada de lobos. Así pide ayuda a un experto en lobos, Russell Core (Jeffrey Wright), que, en una ocasión mató a un lobo, para que busque a su hijo o en su lugar al lobo que se lo llevó y lo mate. El padre del chaval (Alexander Skarsgärd) es un soldado que está luchando en la guerra en Oriente Medio y desconoce cómo reaccionará ante los hechos, así que, mejor encontrar algo que enseñarle a su regreso.

En síntesis, "Noche de Lobos" es un thriller resultón de ritmo pausado con toques de suspense y oníricos y cuyos personajes principales, a excepción de Core, son de todo menos cuerdos. En otras palabras, descolocan un poco, sobre todo, los padres del chico, como si el ambiente desangelado (tanto en Alaska como en Fallujah) los hubiera dejado muy tocados. Esa extrañeza acaba por empapar todo el metraje, dejando aquí y allá momentos tediosos, conversaciones casi filosóficas que ralentizan la duración de algo más de dos horas, y que, afortunadamente, se ven algo compensados con ramalazos de genio, con espirales de violencia muchas veces carentes de sentido, que le insuflan algo de intensidad e interés. Son como pequeños destellos entre la paja (o paja mental, para ser más exactos).

La brillantez de esas escenas, en especial un magistral tiroteo hacia la mitad del metraje, te deja con la sensación de que podía haber dado mucho más de sí, pero el director se empeña en hacer algo profundo y transcendental. Es loable el intento y se deja ver, pero, como sucede muchas veces, el argumento, interesante sí, pero demasiado corto y sencillo, deja un sabor agridulce a quiero y no puedo o puedo y no quiero, vete a saber. Tal vez, si la hubieran dejado en hora y media, resultaría más contundente. Aún así, es un thriller resultón que merece el visionado, aunque solo sea por esas escenas de las que hablaba.
Sémele
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