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España España · Málaga
Críticas de Lukas
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Críticas 135
Críticas ordenadas por utilidad
7
10 de septiembre de 2023
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La habré visto ya cuatro veces, por lo menos: dos veces, en marzo de este año; luego, en agosto pasado; y anoche, la última vez. Así que, casi que me la sé de memoria. ¿Por qué ver tantas veces una peli que muchos consideran un tostón, un aburrimiento? Porque no es tan mala como parece. Vamos a ver, buena-buena no es, eso está claro. Cuenta con un gran guión, de los mejores que se han visto en el cine contemporáneo. Ese guión ha sido premiado, merecidamente. Hace que te creas la historia, porque es compleja, porque es como la vida misma, de una sutileza y complejidad, que tienes que estar muy atento, para no perderte detalle. Ahí puede estar, paradójicamente, el fallo de la peli. Porque parece un culebrón, un documental, no una cinta dramática de ficción. Parece algo real, una historia de cualquiera de nosotros, y no algo ideado por unos guionistas. En cierto momento, cuando la cinta ya alza el vuelo, hacia la hora y media o así, uno se dice: joder, vaya historia. Una historia que puede ocurrir en cualquier ciudad del mundo, en cualquier localidad, por pequeña que sea. Ese halo de realidad, hace que nos la creamos, y esto es una baza en favor de la cinta. Los actores y actrices están todos bien, y son creíbles. Joder, es que hasta los secundarios lo hacen bien, y eso es raro de decir, de cualquier peli. Por ejemplo, los personajes de Jill, la madre de Sandy; o de Elise, ex la mujer de Joe Chandler, o Matthew Broderick, que hace de su nueva pareja, el muy religioso Jeffrey. Por supuesto, todos los principales lo bordan, empezando por Casey Affleck y Lucas Hedges, y acabando con Michelle Williams, siempre excelente. Es un despliegue de talento tal, que uno se queda pegadaoal asiento, con la pantalla encendida por semejante historia. Una historia que, bajo la apariencia de gelidez, arde.

El problema de esta película es precisamente ése, su cercanía a la realidad. Cuenta una pequeña tragedia, y lo hace sotto voce, de la mejor manera posible. Lástima que el director y su equipo emborronen esas emociones, las ensalcen en otras ocasiones, a través de una música un poco empalagosa, redundante. Este exceso de realidad hace que nos sintamos, en ocasiones, un poco despegados de la historia, que nos digamos: bah, qué rollo, otra vez toda esa mierda, ya tengo suficiente... Pero quien entra en Manchester, USA, ya sabrá que esto no es un divertimento, es un drama en toda regla. La historia discurre de forma soterrada, y es una muerte la que nos trae al presente otras muertes anteriores, la tragedia sobre la que discurre todo el relato. El personaje de Lee Chandler (Casey Affleck) va recordando todo eso que pasó, sobre la marcha, y son esos flashbacks repentinos los que hacen que se ralentice un poco la acción (por ejemplo, cuando la visita al abogado, la primera vez). Pero claro, el espectador ha de conocer lo que pasó, para que toda la historia actual cobre sentido. Este pasado aparece cuando tiene que aparecer, en los momentos pertinentes. Y claro, conforme vamos teniendo todas las piezas del puzzle, la historia se va alzando hacia niveles emocionales cada vez más altos, más complejos. El dúo protagonista, Lee y su sobrino Patrick (muy bien Lucas Hedges, se come al resto casi), mantienen esa acción, ese ritmo, hasta el final, no hay decaimiento posible. Pero claro, no se espere el espectador grandes aspavientos. ¿Es que hay aspavientos en las tragedias, en los dramas cotidianos? Bueno, tal vez en algunas casas, en algunos individuos histéricos...., pero aquí, como en la mayoría de los hogares, la procesión va por dentro. Lee es un hombre herido, y esa herida no puede cicatrizar. El alcohol es la vía de escape, como para muchos hombres, para tratar de tapar los errores y fracasos. Esto es lo más realista que se puede ser. Quién quiere fantasía, cuando ya tenemos bastante de lágrimas y dolor. El dolor se sobrelleva como puede. Y estalla, en cierta escena cerca del final, que no diré nada más..., pero el espectador sabrá que hay un clímax ahí, y que ahí está la clave de toda la película, del gesto de estreñido de Lee y el rictus de magdalena de Randi, su ex mujer.

Pienso que ya no la veré más. O tal vez sí. Cuando pase un tiempo, claro. Dicen que el tiempo es la mejor cura, que el tiempo es el olvido, que se lo lleva todo, lo bueno y lo malo. Dicen. Pero está el inconsciente, que nos hace cometer errores, lapsus, hace que volvamos a tropezar con la misma piedra. Como Lee vuelve a beber, y vuelve a liarla, cada vez que se ha tomado unas cervezas de más. Y las mujeres, que se le acercan, que se le insinúan, porque él es un tipo guapo, tiene cierto atractivo varonil, eso excita a las mujeres. Vamos a ver: se enamora de él la negrita a la que le arregla el WC. Luego, la tía buenorra del bar, que le tira la cerveza encima, para limpiarle bien el pecho, con ganas de follárselo. Y luego, está Jill (Heather Burns), que también está que arde (perro del hortelano, la pobre). Y por último, claro, Randi, que aparece como de la nada, en esa secuencia maravillosa a que ya he hecho referencia. Pero el bueno, el amargado de Lee, dice que no y que no y es que NO. Porque, después de lo que pasó, NO PUEDE SER. El sentimiento está prohibido. Alexitimia. "Pobreza en la expresión verbal, mímica o gestual de las emociones o los sentimientos". No quiero amar, porque el amor hace daño. Ni siquiera la visión de su hermano muerto, a quien tanto quería, desata en él las lágrimas. Todo está puesto de la manera más explícita, para que nos sintamos interpelados. Estamos ante una pequeña obra maestra, a pesar de la extensión de la historia, de que muchas secuencias son demasiado largas, de que se siente que muchos diálogos y gestos sobran. Pero así es en la vida real. Y esta película es como un documental, una vida real, en la pantalla misma.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Lukas
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La estrategia del silencio
Documental
España2017
7,4
220
Documental
8
8 de septiembre de 2023
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Reconozco que empecé a ver este documental por casualidad, sin saber de qué iba. Enseguida me di cuenta de que trataba del accidente de metro que hubo en Valencia, el 3 de julio de 2006. Ya ni me acordaba. Poco a poco me fui metiendo en la historia, y al final sucedió lo inesperado, que me atrapó, y luego incluso más, que me emocionó, en la parte final. Técnicamente no es gran cosa, pues abusa de entrevistas, primeros planos, lo típico en estos documentales de denuncia, y este lo es. Si uno espera ver algo "artístico", que se olvide. Lo que importa aquí es ir a los hechos, la exposición de lo que ocurrió, y esto es lo que tenemos en la primera mitad. Las imágenes hablan por ellas solas. Es curioso, porque antes sucedían cosas horribles en los veranos, en aquellos primeros años del siglo XXI. Y últimamente, lo único que tenemos es un calor agobiante, muchos cotilleos tontos y muchos mosquitos, aparte el fastidio turístico de siempre, de antes de la pandemia quiero decir. Pero en aquellos años, raro era el verano en que no ocurría una tragedia (accidente del Spanair, tren que descarriló cerca de Santiago, etc.). Pues bien, en ese verano 2006, y en la ciudad de Valencia, hubo majao. Es lo que se nos indica al principio. El 8 y 9 de julio iba a tener lugar el V Encuentro Mundial de las Familias, con la visita de Su Ilustrísima el Sumo Pontífice Benedicto XVI, el Papa de entonces. Joder, que esto parece la prehistoria. Pero sí, era el Acontecimiento del verano, y todos los preparativos estaban en marcha, y la ciudad parecía en estado de guerra, con tanto policía y tanto control y desvío del tráfico y demás zarandajas. Claro que, para un no valenciano como yo, esto la verdad es que me traía sin cuidado. Por eso no me acuerdo. Pero díselo a un valenciano, si se acuerda de aquella movida... Bueno, pues resulta que el hombre propone y Dios dispone, porque unos días antes, va y ocurre esta tragedia, que conmocionó a la ciudad y a España entera. Un convoy de la Línea 1 descarriló, a la altura de la estación de Jesús. Decir que hubo 43 muertos y 47 heridos graves. Fue uno de los accidentes más graves en la historia del metro, en nuestro país, y también en Europa, y el cuarto más grave del mundo, por el número de muertos. Es decir, que no fue moco de pavo.

La ciudad quedó conmocionada. Entonces gobernaba el PP en la ciudad y en la región. Estaba Rita Barberá de alcaldesa, y Francisco Camps de presidente de la Generalitat Valenciana, estuvo desde junio de 2003 hasta julio de 2011. O sea, que la región valenciana estaba tomada por el PP, y por eso pasó lo que pasó. El documental nos muestra los hechos, los simples hechos, eso que todos los valencianos conocen, y el resto en España, algo menos, y yo lo había olvidado. Pero claro, poco a poco me fui metiendo en la historia, y no pude por menos de sentir rabia, cuando en el juicio por lo que pasó, no salió nadie condenado, sólo se dictaminó que el tren iba a 90 km / hora cuando tendría que haber ido a la mitad, por eso descarriló. En cierto momento, más adelante, un técnico dice que, si se hubiese colocado un sistema de seguridad, de frenado automático o algo así, se podría haber evitado el accidente. Un poco como lo que pasó en Santiago, con aquel tren, culpa del maquinista que iba follao, como quien dice..., tendría que haber ido a la mitad de la velocidad. Al final, lo que suele pasar en estos casos: accidente técnico, no se pudo evitar, es imposible evitar un accidente de estas características, y bla bla bla. La Comisión, es lo que dijo. Y la Asociación de Víctimas, saliendo a la calle, para protestar, para recordar también lo que pasó.

La segunda parte del documental es un pequeño show de Beatriz Garrote, y es aquí cuando el documental coge vuelo, y se convierte en algo emotivo. No es sólo la intervención de Jordi Évole, el estupendo periodista de Salvados, cuya emisión hizo que la gente saliera por fin a la calle en masa. Es el coraje de esta mujer, presidenta de la Asociación, una mujer valiente, con una fuerza y un brío tremendos, con mucha labia y una pasión inigualables, que se come al resto de participantes y miembros afectados. Es, en esta parte final, que uno se emociona, aunque no sea valenciano. Ese hombre, junto a su hija ya adolescente, diciendo que ir a la plaza cada vez, era como ir al entierro de su mujer, cada vez. Beatriz, recordando a su hermana Maika, al final. Esa foto, de ella con su hija en brazos, y su hermana al lado, es la imagen final de un testimonio conmovedor. Hacen falta más mujeres como Beatriz. Gracias, Beatriz.

Como ya he dicho al comienzo, técnicamente el documental no es gran cosa: hay un exceso de entrevistas, primeros planos, y a veces se acerca bastante al reportaje apresurado, de las simples noticias periodísticas. Presenta mucho material de archivo, del accidente en sí, y también de la venida del Papa a Valencia. La primera parte bascula entre las entrevistas-declaraciones de los implicados, y el material de archivo. Se echa de menos alguna que otra información, pero cumple bastante su cometido, meramente informativo. Como ya dije, no estamos ante un documental artístico o elaborado, se va a los puros hechos, a lo que importa. Al grano siempre. En la segunda parte, que recoge básicamente la lucha de la Asociación de Víctimas del accidente del metro de Valencia del 3 de julio de 2006, el director se vale de un montaje eficaz, que sigue a los personaje (sobre a todo a la mencionada Beatriz Garrote) por su día a día reivindicativo, a modo de diario visual de los acontecimientos. Aparecen los de la otra parte, los políticos y demás, pero por desgracia no hablan apenas, y todo queda un poco descompensado. Como la lucha tremenda de las víctimas en pos de la compensación, la inútil reposición de las vidas idas para siempre. A pesar del tono un tanto adusto, el director, los guionistas y la fotografía consiguen emocionar al espectador. Que de eso se trata, a fin de cuentas.
Lukas
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8
25 de abril de 2023
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Vista en vídeo (VHS) hace muchos años, tal vez en los 80; vista a principios de octubre de 2022; y vista anoche, también en una plataforma (tal vez vista más veces, por televisión a lo largo de los años), con todos estos visionados uno puede hacer ya una valoración, mínimamente seria, sobre este filme de culto, decir algo medianamente original, aunque a estas alturas de la película va a ser difícil... Tanto se ha escrito sobre este filme de Lynch, que resulta muy difícil decir algo nuevo. Yo mismo la tuve, durante algunos años, en el top de mis 10 películas favoritas de todos los tiempos. Ahora, después de haber visto las últimas cintas de Lynch, eso ya no es posible. En ese lugar de honor estaría, seguramente, Mulholland Drive, que es mucho más perfecta en todos los sentidos. Si algo tiene esta que aquí nos ocupa es que representa la primera incursión seria de su director en el mundo turbio, surreal, que puebla su imaginación de criaturas, personajes oscuros, habitantes de una pesadilla sin fin.

Lo que tenemos aquí es un primer acercamiento a ese mundo. Un intento de recrear, de forma aún embrionaria digamos, ese mundo oscuro, habitado por seres peligrosos, extraños, que viven al margen de todo, sobre todo al margen de la razón. Estamos en el reino de los sueños, no en vano la música nos lo anuncia, In Dreams... La puerta de entrada es una oreja que el protagonista, Jeffrey, encuentra en un descampado, un día en que pasea por ahí. A partir de ahí, ya nada podrá ser lo mismo. Toda la luminosidad inicial se torna oscuridad, y es por eso que el personaje principal de ese otro mundo (que está en este) repite, enigmáticamente, "está oscuro". Jeffrey, junto a la chica que pretende, Sandy, se verá envuelto en la mayor de las aventuras, pero una aventura que no tiene nada que ver con las aventuras clásicas. Una aventura siniestra, en donde nada es lo que parece, en donde todo tiene un cariz siniestro, desbordante, fatal. El paso de ese mundo "luminoso" al otro "oscuro" es casi imperceptible, y aunque sabe que su vida peligra, es incapaz de abandonar el barco, quiero decir, la aventura. Porque el premio, bien lo sabe desde el principio, es la chica. Y por una chica como Sandy Williams, hija del jefe de la policía local, cualquiera se metería en líos.

Aparte las acertadas interpretaciones de todos los participantes (Dennis Hopper ante todo, pero también Isabella Rosselini, Kyle MacLachlan y una jovencísima Laura Dern), lo que hace de esta cinta algo digno de recordar, que deja huella en la mente del espectador, es la creación de ese clima, ese ambiente pesadillesco tan raro de conseguir en la pantalla grande. Luego ya, con este ensayo, Lynch bordaría el trabajo con la citada MD e Inland Empire (que son trabajos de un genio sin igual). Pero hay que ver que aquí estamos aún en el modo narrativo, es decir, que hay una historia, una trama, una historia más o menos comprensible. En las dos que siguen, progresivamente se olvida de eso, y ya no hay manera de comprender nada. Se ha internado tanto en la Pesadilla, en el mundo onírico, que la razón ha salido despedida. Aquí, en Lumberton, todavía hay algo a lo que agarrarse, aunque sea una fábula un poco naif, sobre los jilgueros y demás patochadas románticas. La historia de amor que atraviesa el Misterio, ese gusto algo amargo por los besos en mitad de la tempestad y el barro, ese amor por el rosa, es algo que denota un cierto infantilismo, un miedo tal vez a internarse más allá. "Está oscuro", "dónde está mi sueño dorado", "llevo tu semen dentro de mí", "es un mundo extraño", son frases que resuenan en el espectador, no sólo al día siguiente de su visionado, sino durante semanas, meses, años, tal vez por toda la vida. Conseguir algo así no está al alcance de cualquiera, sino sólo de los genios artistas sin miedo como Lynch.
Lukas
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I Love Venice
Documental
Países Bajos (Holanda)2013
--
Documental
6
25 de marzo de 2023
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Documental de producción holandesa en el que, en apenas hora y cuarto, conocemos un poco la cara oculta de la hermosa ciudad del Adriático. Su cara real, quiero decir, contada por sus propios habitantes, los pocos que quedan ya, pues la mayoría ha huido o está huyendo en estos mismos momentos, en un éxodo imparable. Los que se quedan, los que siguen ahí, ya sea en la ciudad o en la parte terrestre, hablan ante la cámara y desfilan, también, en manifestaciones y muestras de repulsa por el hecho terrible: los miles, millones de turistas que visitan la ciudad cada año han convertido Venecia en un parque temático. Un parque que ellos denominan, con rabia y sarcasmo, Veniceland, como si fuese una especie de Disneyland de este lado del Atlántico. ¿Cuándo cierra Venecia?, preguntó un turista a un nativo... Así están las cosas, en una ciudad devastada, no por el aqua alta, sino por esa marea de turistas, de excursionistas, cuyos números espantan: 125.000 personas desfilando por sus calles, 30 milllones al año, cruceros internándose en la laguna, MSC Cruceros, verdadera pornografía en la sociedad del espectáculo 2. Los nativos lo único que pueden es hacer la higa a esos cruceristas, que ven todo como si fuese una película, parte de ese parque de diversión.El testimonio de esta gente superviviente (esas dos hermanas Greco, de otro tiempo; el hombre del perrito, etc.) nos hace pensar, siquiera por unos momentos, en la tragedia de una ciudad, perdida para siempre.
Lukas
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8
16 de marzo de 2023
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Vi esta película hace tiempo, en televisión, y me dejó un buen sabor de boca: admiré su impecable factura, su maestría a nivel técnico, aunque me pareció algo fría, incapaz de emocionarme. Luego, la volví a ver, unos años después, y no la recuerdo bien. Vista de nuevo anoche, puedo decir que me enfrenté a una película casi nueva, como si fuese la primera vez que la viera. Gracias a todos estos visionados, la cinta de Pilar Miró se aparece como lo que de verdad es, una obra maestra no sólo del cine español, sino del cine en general. Porque viéndola, sin saber mucho de su equipo técnico, uno pensaría que estamos ante un filme europeo de calidad, de cualquier nacionalidad. Se nota, ya desde su arranque, con ese plano secuencia excelente, la maestría de Miró, su sabiduría y su buen hacer. Ella sabe dónde colocar la cámara, y la película entera es un prodigio técnico, como pocas veces se han visto en una pantalla (ya digo, de cualquier nacionalidad). Como bien han señalado otros usuarios, la fotografía de Javier Aguirresarobe es buenísima, y es él uno de los pilares de este título. Siempre ha demostrado que es uno de los mejores, pero aquí llega a la cumbre. Y qué decir, del otro pilar de la cinta, la maravillosa música de José Nieto, que envuelve al espectador desde el comienzo también, y que va creando el clima adecuado. Porque ésta es una historia de ambientes, y bien oscuros además. La música de Nieto insiste en esa fatal melancolía, ese invierno de la mente, esa sensación de no hay salida. Romanticismo fatal, el de Darman, protagonista de nuestra historia.

No he leído la novela de Muñoz Molina en que se basa, pero presiento que la directora sigue el texto de manera bastante fiel. La historia que se nos cuenta se desarrolla en dos tiempos, 1946 y 1962, en Madrid. Y ese ir del presente al pasado, y de vuelta al presente, se hace de manera tan sutil, tan sin hacer ruido, como si el tiempo fluyera a través de turbios vasos comunicantes, que es una de las maravillas de una cinta llena de ellas. Para cuando se produce el vuelco, el espectador ya está atrapado en esta tela de araña de lealtades, traiciones y oscuro erotismo, y es imposible escapar. Seguimos a Darman (buenísimo Terence Stamp, en el papel de su vida) por esos callejones, pasillos y calles solitarias o nevadas; por esos garitos de la noche madrileña; por cuartuchos de hotel, por un cine Universal que es expresión fidedigna de una pasión innata, el Cine con mayúsculas. Con él se cruzan personajes turbios, a la deriva, que ven cómo su ideal fracasa, o se rompe, el tiempo todo lo muele, lo echa a perder. Tratando de mantener la calma, como buen inglés, se ve de nuevo en medio de la densa, prolija oscuridad, invitado de piedra de un festín de araña, política de las armas, las herrumbrosas lanzas de un país en sombras. A su lado, dos rubias que luchan por mantener la dicha (la escritura, la canción tal vez), su nombre es Rebeca Osorio, o tal vez todo es inventado, una mala novela para pasar el tiempo, son todas iguales. El sexo es triste, y la perversión lo domina todo.

Como digo, todos los actores están muy bien, sobre todo el protagonista, Terence Stamp. Pero qué decir, de la actriz protagonista, Patsy Kensit, que se luce en su papel de Rebeca, cantante de la boîte Tabu. Ella, que era ya conocida por ser la cantante del grupo pop Eight Wonder, demostró también que podía ser una buena actriz, aunque lo que demuestra a las claras es que tiene un físico envidiable. Y qué decir de José Luis Gómez (Valdivia / Ugarte), uno de los mejores actores del panorama español de aquellos años (y de los que siguen), y que aquí se luce. Los demás, también son recordables: Geraldine James, como Rebeca Osorio (qué fatal erotismo destila su personaje); Simón Andreu como Andrade; John McEnery como Walter, y hasta Jorge de Juan como Luque (el joven idealismo, contra el viejo y ya resabiado). Juntos consiguen un plantel inolvidable de seres irremediablemente perdidos, que luchan por mantenerse a flote. Esto era el Partido Comunista en la clandestinidad, esto era Madrid en la posguerra, y así es el Cine, en definitiva. Hay momentos de un esplendor sombrío tan arrebatador, como la secuencia rodada en el Círculo de Bellas Artes, que se te pone la carne de gallina. "Vine a Madrid para matar a un hombre..."
Lukas
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