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España España · Barcelona
Críticas de manulynk
Críticas 1.155
Críticas ordenadas por utilidad
6
15 de octubre de 2015
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George Clooney, sigue alternando la interpretación con la dirección. El motivo de su película se resume con la frase que dice su personaje al comienzo de la misma: " Pueden exterminar a toda una generación, arrasar sus casas y, aún así, el pueblo se repondría. Pero si destruyen su cultura es como si nunca hubiera existido". En esta ocasión, su proyecto cinematográfico nos lleva a un hecho real poco conocido de la II Guerra Mundial: un grupo de expertos en arte, comandado por el teniente Stokes, los cuales a medida que se iba liberando Europa del yugo nazi, se dedicaban a recuperar las obras expoliadas por éstos y cuyo destino parecía ser un monumental museo en austria a la mayor gloria de Hitler.

Clooney interpreta a Frank Stokes que fue designado directamente por el presidente de los Estados Unidos Truman para recuperar las obras de arte en poder de los nazis, tarea nada sencilla ya que los alemanes tienen intención de vender cara su derrota. Además por el lado de los soviéticos también hay una unidad realizando la misma tarea. El film empieza de una forma un tanto desenfadada mientras narra el reclutamiento de los expertos en arte, pero que no destacan precisamente por ser combatientes de élite. El grupo lo componen el Teniente James Granger (Matt Damon), el sargento Walter Garlfield (John Goodman), el teniente Jean-Claude Clermont (Jean Dujardin), el teniente Donald Jeffries (Hugh Boneville). el sargento Richard Campbell (Bill Murray) y el cabo Preston Savitz (Bob Balaban), ayudados por la valiosa información que posee la francesa Claire Simon (Cate Blanchett). Durante los primeros compases el film adquiere un tono que recuerda en buena manera a "Los violentos de Kelly", "Los siete magníficos" o incluso "Los doce del patíbulo" el que parece su mayor referente con la salvedad que no se trata de condenados a muerte, aunque comparten cierto tono irónico que Clooney se encarga de acentuar por la escasa formación militar de tan peculiar grupo.

Clooney, con acierto evita ilustrar el avance de los aliados por Europa a base de grandes batallas, situando la acción justo por detrás de la línea del frente, mostrando las difultades con que se encontraban a la hora de intentar proteger los monumentos históricos ante la poca colaboración de los altos mandos en liza. Sobre todo si dicha protección implicaba el sacrificio de vidas humanas. Aspecto que no tuvieron muy en cuenta en el desembarco de Normandía o en otras acciones en las que la estrategia sí lo justificaba.

A medida que avanza el metraje el tono de film se va volviendo más serio, no sólo por determinadas acciones en las que se ven implicados algunos miembros del grupo, sino por los descubrimientos que van haciendo a medida que avanzan hacia Berlín. Es interesante como mientras señala en primer plano los esfuerzos de los nazis por acarrear con diversas joyas artísticas a medida que se van retiando, en un segundo plano se muestra, el expolio sufrido por parte de los judios y su fatal destino a manos de las autoridades nazis. Y esto lo hace sin mencionarlo explícitamente, aunque con habilidad la cámara se detiene en determinados momentos, bien escogidos, para que seamos testigos de la cantidad de objetos de valor sustraídos. No necesita mucho más. La imaginación del espectador completa el resto. Tampoco se está de hacer una crítica velada hacia unos mandos poco colaboradores a la hora de evitar estragos en el patrimonio cultura, pero que no pierden la ocasión de salir en la foto cuando se realiza un hallazgo de grandes dimensiones. Pero tampoco puede evitar introducir la bandera norteamericana en determinados momentos.

Clooney suma un nuevo registro a su faceta de realizador. No llega en esta ocasión al excelente nivel mostrado en su primera película, pero consigue mantener la línea de ofrecer un cine que quizás no se considere de autor pero en el que encontramos cierto compromiso. Tampoco desmerece en el panorama actual la historia que nos cuenta, bien apoyado además por un buen reparto (en el que Goodman y Murray saben destacar los pocos momentos de que disponen) que ayuda a mantener la película en los momentos en los que el ritmo decae.
manulynk
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7
26 de marzo de 2015
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Pese a que en su momento fue un film que causó un cierto impacto, lo cierto es que hoy en día, este film suele ser citado más por el papel de Alfredo Landa de detective duro en el momento en que era uno de los principales respresentantes del humor español. Tampoco ayuda que su realizador, José Luis Garci, tampoco es que sea precisamente uno de los referentes del cine actual. Incluso, vista la (tibia) acogida de sus últimas películas se ha planteado abandonar definitivamente su carrera como director.

Centrándonos exclusivamente en el film, su dedicatoria inicial a Dashiel Hammet es toda una declaración de intenciones. Y ver en la secuencia inicial a Alfredo Landa en plan tipo duro resulta todo un impacto. A partir del prólogo, Garci entra en materia, presentándonos a Landa en el papel de Germán Areta, un ex policía, que ejerce de detective privado en el Madrid de principios de los 80. Areta recibe el encargo de un empresario de encontrar a su hija desaparecida hace años. Su búsqueda genera cierta incomodidad entre "altas esferas", lo que no desanimará en absoluto a alguien tan perseverante como Areta.

El mejor elogio que se le puede hacer al film es que ha sido realizado por un gran amante de la novela y el cine negro, y esto se hace patente en cada uno de los fotogramas del metraje. Su guión encajaría perfectamente en cualquier novela novela negra y buena parte de la puesta en escena, con una fotografía de colores muy apagados, acercándose en algunas fases casi al blanco y negro. En especial los escenarios habituales por los que se mueve Areta, son claramente una traslación de algunos films memorables. Y eso sin contar las contínuas referencias a Norteamérica, en concreto New York, el boxeo (un lugar propicio a los trapicheos y trampas), y menciones directas a autores y personajes de la novela negra. Incluso se permite ambientar una parte del film en el mismo New York (aunque sólo las partes exteriores son filmadas allí).

A pesar de lo cual, Garci intenta en todo momento adecuarlo a la realidad española de finales de los 70 y principios de los 80, tratando de encontrar alguna conexión entre el período de postguerra en el que floreció el género negro, y el postfranquismo español del momento. Pese a la buena voluntad del realizador, y el hecho que asume las circunstancias en las que vive la sociedad española, no acaba de dar con la tecla exacta. No se puede considerar un plagio, pero ciertas particularidades españolas no acaban de encajar del todo bien (el mus no es el poker, ni los combates de boxeo tienen mucho que ver).

Pero hay dos aspectos que lastran el film. Por un lado, el empeño en mostrar un lado humano/sentimental en Areta, al aparecer en diversos momentos en compañía de Carmen (María Casanova) y su hija, lo que rompe totalmente con la imagen del detective "tipo" norteamericano, tipo Marlowe, que son personas solitarias, cínicas y poco dadas a las relaciones sociales. Es cierto que estos pasajes le sirven a Garci para mostrar la implicación personal de Areta en resolver el caso, pero también lo es que los directores que admira fueron mucho más sutiles y menos explícitos. Otro elemento es la excesiva recreación en los paisajes urbanos madrileños, y sobre todo en los norteamericanos, difícilmente justificables, y que provocan que el metraje se alargue hasta las casi dos horas de duración de forma algo innecesaria.

Pese a estos defectos, Garci, de la mano de un Landa totalmente entregado, consigue hacer un film diferente para lo que era habitual en el cine español de la época, por lo que no hay que restarle mérito, y visto con perspectiva tal vez no llegue a ser uno de las mejores películas de la historia de nuestra cinematografía, pero también es un film que merece la pena ser repescado.
manulynk
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6
20 de marzo de 2015
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Conocido por su participación en la serie televisiva "Cómo conocí a vuestra madre", Josh Radnor nos presenta el que es su segundo largometraje, del que además también firma el guión y lo protagoniza. Aquí interpreta a Jesse Fisher un treintañero, amante de la literatura, que trabaja de orientador universitario que es invitado por su antiguo profesor (interpretado por Richard Jenkins), al homenaje por su jubilación. Allí conocerá a Elizabeth (Elizabeth Olsen), una joven estudiante por quien se sentirá atraído por su madurez, aunque sin dejar de sentirse culpable por este sentimiento.

A diferencia de su primera película, Radnor abandona el reparto coral, centralizando en su personaje toda la trama. El tono es prácticamente el mismo, y de hecho su personaje no tiene grandes diferencias con respecto al Ted Mosby que interpreta: una persona insatisfecha en relación al amor, al trabajo, que se aferra a sus amigos de toda la vida casi como una tabla de salvación ante un futuro incierto. Aunque le añade alguna que otra pincelada de humor tirando a extravagante (sobre todo en relación al personaje de Zac Efron), el tono del film es algo más serio, y sin prentender llegar a una trascendecia extrema, se plantean cuestiones como el amor, correspondido o no, el paso del tiempo, la madurez, la pérdida de la inocencia. Cuestiones que podrían alinearle con el clan Apatow, ya que en ambos casos se trata del mismo tipo de personajes cercanos a la madurez pero que se resisten a asumir las responsabilidades que en principio le deberían tocar por edad, pero Radnor lo aborda desde una perspectiva bien diferente. No hay tanto una resistencia como una resignación ante algo que se antoja inevitable pero no por ello tiene que resultar placentero.

Además, Radnor acierta retratando por un lado a la generación que está por encima de él con dos actores como Richard Jenkins y Allison Janney que saben exprimir el poco tiempo en el que aparecen en pantalla y por el otro a la generación que está por debajo de él (también excelente la composición de Elizabeth Olsen). De esta forma, el realizador consigue componer un retrato bastante completo en el que la insastisfacción no es un dominio absoluto de los que están entre los 30 y los 40 años. A su manera, cada generación tiene aspectos por los que lamentarse. Los mayores por las elecciones tomadas, los menores por la incertidumbre de lo que les deparará el futuro. Por el camino, se permite hablar de autores de la literatura romántica anglosajona y música clásica, lo que le da un toque intelectual al conjunto, sin llegar a ser pretencioso.

Radnor le está cogiendo el ritmo a la dirección con un film mucho más redondo que el anterior que se beneficia de un buen guión con diálogos que saben equilibrar la ligereza con algunas inquietudes intelectuales y sobre todo se beneficia de un reparto más reducido que en su anterior film pero de mucha mayor calidad. También le beneficia el hecho de ser un film pequeño, sin un ánimo marcadamente pretencioso, aunque también se nota un excesivo afán de hacerse notar por parte de su realizador.
manulynk
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6
19 de marzo de 2015
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Película de ciencia ficción escrita y dirigida por Gavin Hood, según la novela de Orson Scott Card, en la que nos presenta un mundo futuro, que ha sufrido el ataque de unos seres alienígenas (parecidos a una especie saltamontes gigantes), y aunque fueron rechazados, ha significado un profundo cambio. Uno de lo más trascendentales es el aprovechamiento de las particulares habilidades creativas de los niños para diseñar tácticas contra los enemigos extraterrestres. El protagonista, Ender (Asa Butterfield) es uno de esos niños que va demostrando paso a paso que tiene un particular don que es potenciado y desarrollado por el coronel Graff (Harrison Ford) hacia la dirección que más le conviene.

Una película de ciencia-ficción suele destacar por los efectos especiales, pero no es el caso de la que nos ocupa. Aunque no se le puede negar que hay un esfuerzo en mostrar una estética futurista, no se trata de un film en el que haya mucha acción, las acciones bélicas son vistas a través de una pantalla y los enfrentamientos básicamente consisten en un intercambio de rayos siderales. Sí que hay cierto cuidado en mostrarnos el día a día de un puñado de niños del siglo futuro entrenándose para hacer la guerra, pero no hay un despliegue al estilo de "Star Trek" por poner un ejemplo.

El punto fuerte del film es sin lugar a dudas las lecciones que contiene la trama en la que el joven Ender es el protagonista. Es cierto que esto es más mérito del escritor del libro, aunque no se le deben restar méritos a Hood, con la traslación de un discurso escrito en 1985 pero cuyas implicaciones siguen vigentes hoy en día. No hay que hacer grandes esfuerzos para ver paralelismos entre el ataque extraterrestre y los diversos ataques lanzados por terroristas islámicos y la posterior respuesta de los Estados Unidos. No hay mucha diferencia entre invadir un país o atacar un planeta, sin tratar de resolver el conflicto por otras vías. Tal es así que en determinado momento, el espectador no tiene muy claro quienes son los buenos y quienes son los malos. A esta ambiguedad contribuye el hecho que en todo momento se adopta el punto de vista de los humanos, siendo los bichos extraterrestres (llamados insectores en la película) una especie de presencia que prácticamente nunca llegamos a atisbar más que de forma indirecta. Al margen de presentarnos a una humanidad como un peligro para la vida en el universo, llama la atención la forma natural en la que para conseguir sus propósitos (es decir, la aniquilación de la especie amenazadora), no dudan en utilizar a infantes, los cuales son manipulados sin ningún tipo de miramiento.

Claro que al ser un film con niños de por medio y con ciertas aspiraciones comerciales, Hood no carga las tintas en exceso suavizando debidamente las aristas y aligerando de contenido la historia, realizando diversos insertos que sólo sirven de relleno y para dar un punto afectivo a la historia con el personaje de Petra (Hailee Steinfield) una joven que se convierte en compañera de "juego" de Ender. Tampoco quiere ir mucho más allá el realizador en la transformación de Ender, por lo que se nos antoja un tanto forzada.

En todo caso, se trata de un buen film de ciencia ficción, de esos además de los que al salir de la sala, consigue sembrar de preguntas la mente del espectador. Quizás su vocación comercial y su voluntad de ser una saga, haga dulcificar un tanto su discurso, pero no lo suficiente como para no completar lo que insinúa su mensaje.
manulynk
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6
6 de enero de 2015
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Cuarta película del realizador Daniel Sánchez Arévalo en la que como su nombre indica gira alrededor de una familia de cuatro hermanos, el más pequeño de los cuales no se le ocurre otra fecha para casarse que el día que España juega la final del mundial.

Aparentemente se trata de una comedia. Aunque si obviamos la campaña de marketing, en realidad comprobaremos que el film sigue da un paso más en la línea marcada por el realizador en sus films anteriores, en los que gira alrededor de las relaciones personales. Después de retratar las visicitudes de unos "primos" en una boda frustrada, ahora nos habla de hermanos, padres e hijos preparando una boda en una historia de aire coral en la que no hay un protagonista claro. No es cierto, sí lo hay pero no se ve.

En esta ocasión el punto de partida no puede ser más cinematográfico: Al igual que el musical "7 novias para 7 hermanos", el patrica de la familia, admirador declarado del film, empezó su propio abecedario bíblico, aunque se frenó en el quinto (Efraín interpretado por Patrick Criado). Sin embargo el primogénito Adan (Antonio De la Torre) continuó la tradición con su hija. El resto de hermanos lo componen el bonachón Benjamín (Roberto Álamo) y Caleb (Quim Gutierrez) una especie de hijo pródigo ausente durante dos años. De hecho, la saludable y activa familia de montañeses del siglo XIX que retrató en su día el realizador Stanley Donen nada tiene que ver con la que nos presenta Sánchez Arévalo. Por un lado un padre con el corazón roto, un hijo con ansiedad permanente, otro que vive en un particular mundo, aunque paradójicamente es el que sabe más cosas, dos hermanos que parecen enfrentados por la misma mujer y el último que se declaró a la que será su futura mujer con 10 años. Y alrededor de todos ellos la sombra de la madre, que les abandonó hace años y a quien no vemos en ningún momento pero a quien el desenlace de la historia le depara un protagonismo mucho mayor pese a su ausencia.

El realizador vuelve a mostrarnos su buen hacer cuando se trata de retratar a personajes atrapados, ya sea por obligaciones más o menos autoimpuestas, ya sea por sus propios miedos e inseguridades. Como siempre, este es uno de los puntos fuertes de un film de aire más bien dramático pero que no olvida dar algunas pinceladas de humor, ayudado por la presencia de un testimonial (y desprovechado) Raúl Arévalo. Mientras la selección Española lucha por conseguir la copa del mundo, la peculiar familia retratada por Daniel Sánchez Arévalo se reúne alrededor de su patriarca enfermo, momento en que iremos conociendo las circunstancias particulares de cada uno.

En las distancias cortas, mirando a sus personajes cara a cara, como ya lo demostrara con la que a mi parecer sigue siendo su mejor film, "Azuloscurocasinegro", el realizador se mueve como pez en el agua. Cuenta además con un buen reparto de caras conocidas en su filmografía en el que por encima de Quim Gutiérrez terminan destacando mucho más Alberto de la Torre y Roberto Álamo. Su metáfora de familía incompleta (no han llegado a 7 hermanos) sirviéndose de la anécdota cinematográfica está bien lograda, y posiblemente mal resuelta. Su talón de Aquiles siguen siendo los personajes femeninos. Y eso que sólo se limita a Cris (Verónica Echegui) aparentemente atrapada entre dos hermanos, y dos hermanas en otro triángulo con el más pequeño de la familia. Cuando el foco se centra en sus personajes, a las adolescentes hermanas no consigue superar el cliché (una rubia tonta y otra morena rebelde), mientras que el personaje de Verónica Echegui, deambula por el escenario sin un rol fuerte al que agarrarse. Por otro lado, la relación entre Caleb y Daniel tampoco está conseguida del todo, ni hay una tensión entre ellos ni cuando estallan nos lo terminamos de creer. Quizás Quim Gutierrez interioriza demasiado su personaje, dándelo un aura de misterio místico que le perjudica. Pero tampoco Miquel Fernández, en su composición de Daniel sabe dar el tono a un personaje más fuerte de lo que aparenta. Finalmente la historia de la madre, la gran ausente y (casi) siempre presente es la que termina por darle sentido a todo. Lo que podría ser más discutible es si mantener su ausencia y su secreto beneficia o perjudica al film.

En cualquier caso, pese a ser un film no conseguido del todo, no hay que desmerecer los esfuerzos de un realizador por seguir ahondando en el camino que empezó a marcar hace más de una década que sin llegar al nivel de su primera obra, por lo menos ha conseguido enderezar el camino con respecto sus películas anteriores.
manulynk
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