Haz click aquí para copiar la URL
Críticas de lourdes lulu lou
Críticas 1.501
Críticas ordenadas por utilidad
5
23 de agosto de 2016
9 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tan académica, que anula la vitalidad del genio matemático.

Dudo mucho que salgas con la sensación oportuna y verdadera de la mente brillante que se está describiendo, de la importancia de sus descubrimientos y la grandeza de sus ideas y pensamientos, ese imposible parar de pensar en números, fórmulas y demostraciones, que acapara su razón y tiempo de forma constante y acosadora; la liberación de escribir lo que su cabeza dibuja una y otra vez, darle sentido y que lo conozca el mundo entero, pues es demasiado grande y necesario para quedarse únicamente en su persona.
Originalidad de procedimiento, sin base educativa previa, que se desarrolla de forma autóctona por sus propio medios, indiscutible mérito de un hombre genuino que volaba a ritmo avanzado en su compleja imaginación, ya que veía el cuadro finalizado donde otros no veían aún ni los colores ni la pintura, menos aún su perfecto orden de magistral simetría.
Dev Patel hace una labor concienzuda en la plasmación de tan ilustre personaje, pero todo queda en esforzado trabajo práctico, cuya alma nunca se siente ni aspira con rotundidad válida; demasiado rígido, técnico y estrecho de miras su formato, se ciñe a los datos cronológicos y al paso escrupuloso de los acontecimientos, con la lamentada objeción de no percibir al genio, de no inquietar o conmover su gran esfuerzo, sacrificio y voluntad firme de demostrar su valía y conocimiento.
Tu impresión no queda impactada, no sales de la historia impregnada de ella, no queda en tu recuerdo lo visto, ni hay palpable estupefacción, admiración y respeto por la gran figura..., y eso ¡es imperdonable!
Porque sí lo fue, fue grande entre los mejores, con todas las dificultades y trabas que se le impusieron y los percances que sufrió por la tierra de la que procedía; Matt Brown filma un relato correcto en tiempo y sucesos/escaso y mundano en espíritu célebre y vigoroso, estéril absorción cuando ni siquiera digieres la dramática, tensa y complicada convivencia de dos sabios irrepetibles, así como su estancia en la altiva y arrogante Cambridge, y tampoco es que queda retratado el fervor de la época con estupor y enigma; lectura cumplidora y discreta que extravía la pasión y el entusiasmo, que olvida dar a conocer a la persona con la plenitud y templanza que merecía.
“El gran conocimiento suele venir de los orígenes más humildes” y, tras verdad tan imponente y contundente, esperas un relato que te deslumbre, que te de a conocer a este sabio en toda su magnitud y grandeza, cosa que no sucede en todo su tamaño y esplendor.
El interés es acotado y restringido, dado que el estricto formato de la historia no permite una implicación enorme en ella; la observas, aprendes a pronunciar su nombre y percibes parte de la importancia de su trabajo, aunque no por lo visionado en la cinta, sino por las acotaciones escritas que se añaden y lo afirman.
“Las matemáticas no sólo poseen la verdad, sino la belleza suprema” pero, dependiendo del elegido enfoque, la verdad y su belleza se aspiran y devoran con más intensidad y estupor, o únicamente con simpleza de saber lo sucedido, sin más; lo segundo queda claro, los pálpitos y latidos del corazón de la primera brillan por su ausencia.
El reto de estar a la altura de la imaginación y talento de Ramajudan no se ha visto, con impacto y solidez, cumplido; para ser el hombre que conocía del infinito, su película es muy limitada y reducida.
Lo mejor; Ramajudan y Dev Patel interpretándolo.
Lo peor; Ramajudan merecía una mejor película de su vida.

lulupalomitasrojas.blogspot.com.es
lourdes lulu lou
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
5
19 de enero de 2016
9 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
“A veces es mejor no saber las cosas”, permite seguir diviertiéndose.

Cuando las travesuras de críos dejan de ser tonterías de amigos enfadados y se convierten en peligro de perder la vida, cuando pasas de jugar y tirar piedras a los trenes a ver la mano de una inocente niña pidiendo ayuda, cuando descubres el horror e injusticia de la guerra al tener que esconderte de tus allegados, cuando ya no hay más bromas, ni risas ni pasatiempo de tarde; la seriedad llega, el daño golpea, la duda corrompe, la traición espera, se deja de ser niño para ser adulto forzado que nunca olvidará con cariño y tristeza, con desasosiego y alegría un irrepetible tiempo de dulce y añorada infancia que nunca volverá, un sabor agridulce para tan tierna época, que de golpe y por túnel de escape, pasa a una memoria que se quedará con lo bueno, con la gente que merecía la pena.
“Éste lugar será nuestro secreto”, y así, a través de verdades silenciadas, mentiras públicas y tapaderas escondidas, Dennis Bots muestra la maldad, desafío, resquemor y amargura de un conflicto bélico que enfrenta a vecinos a través de los ojos de dos inseparables hermanos de amistad, cuya llegada de una tercera extraña, candidata a miembro del grupo, abrirá los ojos a la crueldad, auxilio, desesperación y miedo quebradizo de quien teme ser descubierto si hace un mal gesto.
Nazis y judíos de nuevo a la palestra de la actualidad, con un sencillo y modesto relato de evidencia en su discurrir, típico planteamiento ya solventado en otras ocasiones que no por ello, por ser familiar y conocido, deja de cautivar, envolver y complacer a una audiencia que aprecia la ingenuidad, honradez y torpeza de quien, por edad e intención, es puro de corazón y leal hasta donde pueda pero, está rodeado de adultos acusadores, egoístas y portadores de la rectitud y el correcto hacer de las cosas.
Desde Ana Frank ha llovido mucho, aunque las historias tengan la misma base, orientación y destino; no cambia el argumento, siempre unos escondidos/otros delatores, en esta ocasión se hace gala de la candidez, virginidad e inofensivo proceder de quien, por ignorancia, no es consciente de su ineptitud y el daño que está causando.
Afable fotografía para un guión lozano, de frescura innocua en su lenguaje, que mantiene un ágil ritmo, de duración propicia para consumir su humilde percance con gusto, comodidad y conformidad de quien ya sabe por donde van los tiros, pero no le importa volver a visionarlo dado el acierto dinámico y resuelto de presentar la velada; endulzar mínimamente e ir al punto estratégico que lo deforma todo, que desvela lo oculto y quita caretas, con esas obvias consecuencias anímicas para el dueto protagonista, al ser arrancado de la pueril infancia y ser arrojado a la cueva de los leones, por nunca más secreto para nadie.
Un pueblo pequeño, la militancia y la resistencia, y los sentimientos se desbordan, la convivencia se acaba y ese lejano conflicto llega y arrasa a los que más quieres; se toman posiciones y cada cual a ejercer su papel de héroe o villano, de cobarde salva cuello o de valiente que arriesga el suyo.
Todo lo cuenta con pulcritud, adecuación y eficiencia aunque, sin provocar emotividad, afinidad o simpatía sensiblera por los mismos, narración expuesta en acordes condiciones que no logra emigrar al alma ni emocionar al corazón; carácter liviano para una disputa entre colegas que llega demasiado lejos, ya vista con mismo contexto pero otros nombres, se deja volver a ver con entretenimiento medio y sin lamento.
Leve cirugía para un tema tan arduo y serio; secretos de guerra que no elevan la temperatura.

Lo mejor; su mirada infantil que despierta a la responsabilidad adulta.
Lo peor; se conforma con muy poco, con un templado bosquejo de acción moderada y emociones tenues.

lulupalomitasrojas.blogspot.com.es
lourdes lulu lou
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
6
18 de septiembre de 2015
9 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dolor, hay tanto dolor que estremece, profundo e incisivo dolor que causa estragos, donde parece definitiva la sentencia "esto no tiene cura", o puede que sí pero a costa de repartir tu sufrimiento y pena por dosis, venganza en capsulas, sin fecha de caducación, que permite infringir esa martirizante pena, asfixiante rabia y suplicio de tortura a cuestas a cada uno de los responsables de tan abominable acto, sólida fuerza para levantarse cuando nadie ni nada te devuelve el aire, cuando el oxígeno es límitado y entrecortado, donde vives para un único deseo, llegar al infierno y encontrarte con el mismísimo demonio pues no será peor calvario que el que arrastra tu moribundo cuerpo, cuya alma aniquilada y desahuciada se perdió ante tanto mal, desconsuelo y horror indigesto.
"Se puede mirar atrás de vez en cuando pero no siempre, no tenemos ojos en la espalda", aunque ¡qué difícil es no hacerlo! cuando vives enterrada en él, cuando respiras en su tiempo, cuando padeces su incesante recuerdo, desconsuelo eterno que sólo halla alivio en el posible desquite, vendetta perfecta, aprendida de memoria, para repartir la maldad perversa que tu aliento, tus poros, cada centímetro de tu cuerpo respira como medicina para soportar el presente, que no construir un mañana, pues desprecias ese futuro que ha arrebatado toda posibilidad a tu niña, querida y hermosa.
Porque la alternativa es aislarse, quedarse callada, esconderse en el armario y soportar una falleciente carga que nunca desaparece, porque "todavía no se si me has adoptado o dejado que te adopte", porque sólo quiero una llamada diciendo mi nombre entre interrogantes, porque soy feliz si me echas en falta, porque si no mueres, tarde o temprano vuelves a sonríer, a anhelar, a querer, a la vida, proceso evolutivo de un ácido y corrosivo argumento, sentido en todo su horror y pesadumbre, historia espinosa, ardua, incómoda y desgarradora que te rompe y destroza por dentro al tiempo que acompañas a cada uno de los personajes por su periplo según papel asignado, de diablo con cara de ángel inocente o destrozado ser que malvive estando catatónico, ausente y muerto, que subisiste devorado y desvastado, respirando que no viviendo.
Emotiva, dura, eclipsa tu mente, castiga tus sentidos, duelen sus sentimientos, hieren sus verdades, humillación y desesperanza que hallan cobijo en un buen hombre, comodín al alcance que lo da todo sin recibir nada a cambio, te atrapa, alcanza tu esencia, se hace amargamente contigo y no te suelta durante todo su recorrido, afligido relato de sentidas interpretaciones y meditado guión que plasma con exquisitez las diversas emociones vertidas, sensaciones diversas, fantásticamente conjuntadas y desarrolladas para una narración intensa, brava que hace cumbre y no desciende de su lograda cima.
Lágrimas que apenas brotan, contenidas en ese mar de hielo que permite andar hacia tu objetivo, dormir con lo hecho, a cada cual lo suyo, ojo por ojo/diente por diente, la ley de Talión, codigo de Hammurabia, tatuada soledad anímica que no permite tregua ni descanso, rechazo del perdón, no quiero bálsamo que permita mejoría, silencioso grito que requiere ayuda urgente nunca solicitada, que prende, exaspera y se contagia.
Imposible no pensar en el bien y en el mal, lo correcto e incorrecto, en qué harías tú, posible postura errónea, comprensible o descabellada, da igual, tu pensamiento ha sido capturado, tu entidad conmovida, grato cautiverio voluntario para un "tiempo sin aire" que asfixia, aprisiona y desfallece, que envenena pero no mata, aunque duele, deja huella y duele, ¡cómo duele!, duele hasta estremecer.
Limpia, sanea a su manera, imparte justicia según demanda de su conciencia, equilibrio que permite avanzar a la protagonista y a ti, disfrutar y sufrir con ella, completado ritual para una noche completa de cine implicado y cómplice.

lulupalomitasrojas.blogspot.com.es
lourdes lulu lou
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
5
19 de julio de 2015
9 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Me gusta más la verdad cuando soy yo quien la descubre que cuando es otro quien me la muestra", sentencia dictatorial que resume, por qué no ilusiona ni entusiasta, dicha historia.
"Todos merecen que le escuchen su historia", más cuando ésta puede ser el salvavidas que te reflote de ese naufragio periodístico en el que te hallas hundido, masacre profesional a resetear con esa increíble oportunidad llegada como glorificada agua para el agónico sediento.
Mike Finkel, ex periodista del New York Times, con una sepultada reputación a limpiar y recuperar, requerido por Christian Longo, presunto criminal, para hacer llegar al público su historia, se versión de los hechos, su vida en forma de exitoso libro gracias a esa desconocida verdad que sólo compartirá con el susodicho por el respeto, admiración y confianza que, poco a poco, entre ellos se generará.
Y ¡cómo no sentirse especial!, ¡emocionarse ante la posibilidad abierta, ilusión de ser el único en conocer ese gran secreto a revelar a los lectores!, ¡qué ávido oso se resistiría a tan suculenta miel!
Sin duda, las habilidades del gato emergente, James Franco, son excepcionales, distante, frío, sereno y fascinantemente calmado, acorde interpretación al nivel de su creíble oponente, un, por ahora, perseguido y manipulado ratón, el esmerado Jonah Hill que forma, junto a su compañero, la parte atractiva y gustosa del relato, esos sabrosos momentos de complicidad, de confortable diálogo donde se juega con la sinceridad, la veracidad, la confianza y el significado de todos ellos.
La lástima es que, dicha complaciente parte, no se vea apoyada, supeditada y realzada por una intensa investigación que le vaya a la par y ayude a integrar al espectador con apetencia y ganas en el asunto a tratar, complemento imprescindible en un caso de asesinato múltiple, indispensable pesquisa informativa para cazar a la liebre, nerviosa e impaciente de ese ansioso juicio en busca de lo realmente ocurrido.
Porque todo ocurre a distancia emotiva, gélida separación sensitiva que no permiten aflorar tus sentimientos o pensamiento cognitivo al respecto, escenario sin garra ni fuerza que te obligue a involucrarte y sentirte afortunado por haber evitado, o caído, en el engaño; Rupert Goold vive de sus dos intérpretes, de su visual cautiverio y de la esperanza de un atrape por tratarse de historia real sobre un despiadado y loco asesino que se encarniza con su propia familiar.
Y, aunque está en lo cierto, al público apasionan casos veraces de mentes idas que realizan atrocidades inexplicables, se olvida de nutrir el guión con más autenticidad, brío y solidez, energía que te mantenga en tensión, ardor e incesante incógnita, cuya permanencia e insistencia vuelva loca a la mente y despiste al corazón a la espera de la valiente o cobarde resolución, no ya del tribunal cuya sentencia ya ha pasado a los anales de la curiosidad histórica, sino del oponente, manejado a capricho y necesidad del atractivo coyote que se divierte y entretiene, con paciencia y sin pausa, al observar como vuelve, una y otra vez, su escogida víctima a por más tanda de ese correcaminos que sabe ya no queda nada más por andar.
"No puedo ayudarte si tú no me ayudas", primer paso de un encantamiento bien representado por sus asistentes que te deja en estado de indiferencia perceptiva al no requerir tu participación ni elección de bando, una simple observación llana, plana y cómoda que se reconduce sola sin contar contigo, sin solicitar que el público suba al autobús de dicha resolución y su inevitable sentencia.
Sin saber más sobre las víctimas, los hechos y el contenido del libro del que se inspira la cinta, con la producción de un Brad Pitt comprometido con el cine que quiere patrocinar y algún día dirigir, queda un relato conformado en torno a ese privado cuadrilátero para dos que se centra en la intimidad compartida por los susodichos protagonistas en su exclusiva partida de ajedrez, dejando a segundo plano el juego de los acontecimientos y pruebas que la acompañan, fallo que deja cojeando una velada que debería haber resultado inolvidable, de gran recuerdo e impacto y, en cambio, transcurre como pasaje, poco ilustrativo, de un demente más que, rápidamente, pasa al olvido.
La resuelta verdad como cebo, dulce goloso para encandilar y seducir, la cual se corrompe tanto con la mentira como con el silencio, sólo que aquí se retoza ingenuamente con ambos adejtivos cuyo resultado es un infructuoso ejercicio de descubrimiento que no sacia, ni motiva, ni inspira a ofrecer tu opinión, un leve y abstracto ojear como lo hacen los demás que ni hiere, ni fustiga, ni quema en el alma, percepción no deseosa pues hablamos de traición, violencia, mentiras y vil parricidio sin lamento ni compasión, la más pura maldad que te hace un guiño de complicidad inofensivo.
Una historia real hecha con plastilina que se olvida de moldear y resaltar muchos factores, únicamente enfoca su atención en dos peones cuyos negativos propios forman un positivo limitado, mínimo y, aunque conforme, también pobre; tanto los sucesos como el vidente merecen más logro y goce.

lulupalomitasrojas.blogspot.com.es
lourdes lulu lou
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
4
26 de junio de 2015
9 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Necesito una película romántica que me compense de tanto agravio sufrido últimamente, de modo que rauda acudo al encuentro con Adaline y..., ¿qué clase de rancia inmortal eres tú, cuyo tormento ni siquiera sabes sufrir como debes?, pues al igual que ésta tiene miedo de enamorarse, evita comprometerse por no poder tener una vida a pesar de contar con infinitud de años por delante, la película esquiva profundizar en su propia historia, no se atreve a indagar en todas sus posibilidades y anhelos, únicamente logra caldear el ambiente con suavidad y decoro, corrección y elegancia pero sin pasión o ebullición, efervescencia o frenesí, ya sea ascendente o según la línea de su hermana contraria, lo cual denota falta de confianza en si misma.
En primer lugar, la explicación de ostentación científica que le lleva a la situación que todos conocemos de antemano ¿necesaria? No, la verdad, como si quiere venir Starman y pasarle ¡el testigo de su experiencia!, queremos los sentimientos, la chispa de una vida sin descanso, tregua, ni fin, los pormenores y sinsabores de una soledad perpetua y oculta al estar siempre rodeada de personas nuevas y hechos deslumbrantes que no impresionan sino cargan una maleta angosta, pesada cuyo lastre también arrebata todas sus esperanzas y optimismo de poder compartir su vida con alguien.
Pero, bueno, aceptemos este toque altivo de descripción erudita y vayamos a lo importante, ¿y?..., nos encontramos con un desfile fino, delicado y sutil, de gente guapa con porte exquisito, buenas maneras de gestos formales que apenas tienen sangre en las venas, ni ardor en su corazón pues sólo así se explica que este último amor, por el que arriesgar todo lo escondido hasta el momento, sea tan leve, apacible y raso.
Adecuada Blake Lively, que medita más que actúa, que pretende más que ofrece, a la par le sigue Michiel Huisman, enamorado caballero andante por quien adentrarse en una vida sin límite, quien parece acompañante feliz en su santa ignorancia y, un absorbente Harrison Ford que parece ponerle morbo y adrenalina a lo que, hasta entonces era llanura de pasos adecuados, sin matiz, ni salsa, pero a quien su guión no le da margen ni le permite osar ir más allá de la primera estrofa.
"Déjalo ir...", frase con segundas intenciones/inicio de conexión del romance que debe mantener la velada a temperatura cálida pero que, sorprendentemente es la norma no escrita ni dicha por la cual se mueve este argumento, un primer contacto oportuno y adecuado para no ahondar ni reflexionar más sobre ello y, simplemente, eso, dejarlo ir.
"¿La quieres? Si ¿Cómo lo sabes? Porque sin ella nada tiene sentido", mismo nulo sentido que pretender un relato romántico a lo Nicholas Sparks, con tintes de tiempo interestelar inexplicable, y quedarte varado ¡ya no a medio camino! sino a principio de una imaginación que se secó rapidamente y tuvo que recurrir a la belleza del vestido y la distinción de la puesta en escena a ver si distraían y ensimismaban lo que el exiguo, menudo y parco relato había olvidado integrar entre sus apropiadas y oportunas líneas.
Vacío sensitivo a la espera de ser despertado de su letargo, sensibilidad que observa pero ve perdidas sus ansias de coger velocidad y autopista, espíritu expectante que se irrita ante tanta formalidad sin arrebato, vivacidad o ingenio para alentar su seguida con devoción atónita; ¿qué hago?, se pregunta el corazón, ¿fingir entusiasmo?
Lee Toland Krieger, no te se puede achacar haberlo hecho mal pero, tampoco consigues el voto de un vidente que se acomoda en la butaca sin sentir presión, revoltijo, ni nada sólo calma diablesca, para nada bendita, que es errónea e inaceptable pues si todo el sentimiento que eres capaz de mostrar ,ante tanta tortura emotiva, es ¡lo visto!..., la Cenicienta le dal mil vueltas en su lujoso baile donde dejará, al inolvidable príncipe, su eterno zapato en mano.
Acá, lo recordable es la pobreza emocional, la convulsión vacua, la odiosa templanza con la que todo ocurre, la ausente sacudida con la que transcurren los hechos, todo por falta de atrevimiento, por no aumentar el fuego, darle más revoluciones y que todo arda en ese seductor enredo del infierno donde todo sube de decibelios, explota y, tras la tormenta, viene la calma que todo lo relaja, apacigua y coloca en su sitio.
Seguridad, determinación y creencia en uno mismo, ingredientes que olvidaste comprobar antes de embarcarte en este viaje que alcanza fuelle ligero, plácido y grato pero, a todas luces, nimio e insuficiente; tanta edad y experiencia de nada te han servido para aportar empuje, fuerza y brío y asi, acercarte a contentar al espectador o asistente.
"Tantos años vividos y nunca has tenido una vida", hay que empezar por saber qué grado de vida se quiere contar y tener; aquí, la susodicha, ilusiona y promete pero se estrella contra su propio techo de cristal, el cual no sabe romper ni superar.

lulupalomitasrojas.blogspot.com.es
lourdes lulu lou
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
Cancelar
Limpiar
Aplicar
  • Filters & Sorts
    You can change filter options and sorts from here
    arrow