Carpenter continúa con su resurrección cinematográfica, definitivamente. Si con "Cigarette Burns" lograba el mejor capítulo de la primera temporada de "Masters of Horror", con este "Pro-Life" no va desencaminado. Si en aquel gran episodio se movía por los terrenos de lo desconocido, de lo sobrenatural y lo insinuante, en este da un giro de unos 130º. Hay un componente sobrenatural, sí, pero no cobra tanta importancia ni es tan aterrador como lo era en CB.

Aquí tira más hacia lo gráfico, hacia lo violento y hacia la serie B, donde parió grandes obras, como "Asalto a la comisaría del distrito 13", con la que guarda bastantes similitudes. Son apenas 10 minutos de metraje, y Johnny nos mete de lleno en un tour de force tremebundo, en el que los nervios se agitan y, de forma magistral, nos mezcla el asalto a la clínica con la historia de la chica embarazada. La música también se adueña del espectador, sonando la misma monótona melodía durante más de 20 minutos ininterrumpidamente, y no solo no molesta, sino que resulta un gran aliciente.

Esa mezcla de violencia gráfica con cabezas estallando, torturas*, disparos (y no hay tanto de estas cosas, que conste, hay mucha menos acción de la que parece en un primer momento), combinado con ese terror psicológico de no saber lo que va a ocurrir con el embarazo.

En medio de este fregado, tenemos personajes bastante insulsos, porque no decirlo, en un bando, y por el otro, personajes cínicos e hipócritas encabezados por el gran Ron Perlman, que para evitar un asesinato, matará a todo el que se ponga por medio. Palabra de Dios...

Pero si en CB, el fallo llegaba cuando se adueñaba el terror gráfico (gore) del metraje, aquí es al contrario. Pega un bajón cuando el gore y el bizarrismo de serie B se termina, y toma poder la faceta más sobrenatural, que acaba por ser insípida y sin tener tanta gracia y gancho como la otra**. Mientras tanto, un ejercicio de suspense y terror del "guay" brillante, combinando bastante bien el gore y lo grimoso con lo psicológico. Espero que haya más y más temporadas de los "Masters" sólo por Carpenter, la verdad.

Un slasher que no lo es, es lo que nos presenta Larry Cohen. Una rivalidad entre 2 serials que podrían protagonizar alguna peli de esas con muertes creativas. Pero no, aquí no van fardando de muertes asquerosas y después se ponen a hacer artes marciales, no. Es bastante diferente, y se agradece.

Por un lado tenemos a Cocodrilo Dundee, y por el otro, a Jack Burton, a ver quien es el más chulo del lugar. Los dos están igual de chalados, si bien Cocodrilo gana en carisma, es además quien tiene más protagonismo, y del que se ve más su vena mamarracha y sádica. De Jack Burton se ve que es uno más perfeccionista y menos cruel (lo que no mola).

El comienzo parece indicar por dónde irán los tiros: un autobús pincha, llegan los 2 loqueras al lugar (en distinto momento), y algunos de los pasajeros reciben medicina slasher. Sin embargo, por casualidades de la vida, esto acaba en veintialgo minutos, quedando la mitad del metraje sin dirección concreta. Es entonces cuando aparece un enfrentamiento bastante bien realizado, con los 2 serials yendo a por la misma víctima, aquella que se fue al principio por su cuenta. Cada uno utiliza sus estrategias para que Fairuza Balk caiga en su telaraña.

Curioso, de verdad, y diferente a lo que uno se puede esperar, lo cual siempre es bueno. Además, es el único de los episodios con final sorpresa, en el que hay sorpresa de verdad (a la enésima va la vencida). Resulta bastante entretenido, tanto su parte slasher, con un gore no tan excesivo como pudiera parecer, como en la parte del enfrentamiento, bastante bien realizado.

Un 5'5 para un episodio muy entretenido y algo diferente.

La mamarrachada esta va de 2 chavales que son los más machotes y entonces se van a ver si les dejan ver un muerto, que los del "Doom" son solo para frikis. La cosa es que acaban metidos en una mezcla cutre y chorra de "Noche de miedo" (mierdo en este caso), y "Jóvenes ocultos" (como debería estar este mediometraje, oculto a la humanidad). El responsable de esta chorrada es Ernest R. Dickerson, director de esa obra maestra que es "Bones" (en este preciso instante, detectores de mentiras de todo el globo reciben una señal y estallan, formando una reacción en cadena que acaba con buena parte de la población mundial).

La cosa es que empieza bien y todo. O sea, es lo mismo de siempre, andando muy despacito, la cámara centrándose en el atrezzo, y a ver cuando llega el sustico de rigor. Pero hombre, en el primer cuarto del film, mediante ese recurso, se consigue crear un ambiente incluso de miedo. La cosa, es que todo decae cuando aparece lo de la palabra V, que por alguna razón termina con toda la congoja. ¿Será por el maquillaje al más puro estilo "La felicidad de los Katakuri"? ¿Será que Michael Ironside vivió (ja, ja, ja) tiempos mejores? No sé, el caso es que de ahí en adelante termina todo tipo de angustia, y es sustituida rápidamente por el tedio.

Por el tedio, por una sencilla razón. No es que desaparezca el miedo y ya. Es que poco después de que éste se extinga, no pasa absolutamente nada. Pero nada de nada. Ves a los personajes que andan todos muy despacio todo el rato. Diálogos de besugos y gente despreocupada. Porque esa es otra, los personajes son más tontos que afilamazas*. Su comportamiento es de todo menos racional, no perciben lo que está cantado, sus sentidos están tan desarrollados como los de una cosa... sin sentidos, vamos. Vamos, que te dan ganas de hostiar a todos, todos.

Vamos, que excepto el primer cuarto, lo demás es horriblemente horrible.

Posiblemente sea la serie anime que más me ha atrapado. Son 24 capítulos de una intensidad que ya quisieran muchos thrillers, y con una carga sentimental que ya quisieran muchos dramas. Será una revisión más de la obra de Shakespeare, pero si todas las revisiones tuvieran esta calidad, qué gran mundo cinematográfico tendríamos...

Empezando por el hecho de que la animación, sin ser sublime, es lo suficientemente correcta como para ser adorable, y que los diseños de la gran mayoría de los personajes son tan extravagantes como acojonantes e implacablemente geniales, pues ya tenemos una visión satisfecha. La parte del cerebro en modo OFF también está buenamente satisfecha, por el hecho de que la acción no falta, las peleas están bien coreografiadas y los poderes únicos de cada uno de los ninjas son, además de atractivos y enigmáticos (de eso que cada vez que aparece uno, no puedes hacer más que preguntarte: «Y el freak éste, ¿cómo zurra?»), una auténtica oda al shonen, entre homenajes, parodias camufladas y demás. Aquí los ninjas no son unos Narutos, aquí son unos tipos raros que tratan de avanzar entre las sombras, y con unos poderes que son más una maldición que algo mágico y maravilloso. Y está complementada toda la acción con una banda sonora que cumple a la perfección, aunque alcanza sus cotas más altas en el opening y los endings, con canciones que hay que escuchar en versión completa, más que nada para que tarde más en acabar.

En lo que al argumento, guión y esas cosas se refiere, muchos nos sentimos decepcionados con "Shinobi", y no es para menos, porque el hecho de enfrentarse a la adaptación de tan genial anime pues es un reto en el que es difícil salir ileso. Uno ve la peli, y se piensa que la serie será igual de típica y tal... MAL, ni mucho menos. Esta gran serie, gracias a sus casi 10 horas de duración totales, consigue alcanzar una profundidad mucho mayor, una inmersión mucho mayor en ese oscuro mundo lleno de rencor pero con su pequeño romance que da esperanza. Los personajes logran tener un carisma alucinante, incluyendo algunos cuya aportación es meramente anecdótica, y aunque tienen la palabra «Carnaza» escrita en la frente, uno se encariña de ellos al instante. Qué se le va a hacer. Esto logra además que la carga sentimental de la serie sea muchísimo mayor, y voy a reconocer que en alguno de esos capítulos que se cierran con la muerte de algún personaje, y luego suena «Hime Murasaki», alguna lágrima se ha escapado... Claro, así quién la puede valorar mal después...

No sé qué más decir para que la veáis, aunque no seáis precisamente de esa gente que va al Expomanga... Merece la pena, es una historia de amor de esas que pueden dejar huella fácilmente, y lo dice uno que se siente un monstruo por no llorar con "La tumba de las luciérnagas". Un desarrollo fluido, 24 capítulos que llenan de tan buena forma que deja con ganas de más, personajes tremendos, mucha acción, mucha tragedia, y poco predecible, que eso sí que es raro.

Si algo ha merecido la pena de la primera temporada de "Masters of Horror", ha sido presenciar la resurrección cinematográfica de John Carpenter. Solo por eso merece la pena tragarse los 13 capítulos. Una historia sobre el poder que puede ejercer el cine sobre la gente. Sobre el arte de la crueldad, y sobre la locura.

Es una historia que se apaga según se acerca al final y el gore comienza a invadir la pantalla. Si bien es necesario que lo haga para mostrarnos en todo su esplendor lo que se quiere, es una destrucción del ambiente que se había creado la media hora anterior. Puro terror psicológico, una atmósfera misteriosa, en torno a una película (ficticia, que conste) que desapareció tras su proyección en el primer festival de Cannes por los terribles efectos que acarreó. Con esta premisa, se crea la atmósfera más terrorífica que había visto desde un "Silent Hill" o "Project Zero" (los juegos, digo). Sin duda un Carpenter que se recupera de una mala racha cinematográfica.

El problema llega cuando se desvelan los misterios de la cinta, de un modo demasiado precipitado, me atrevería a decir, desapareciendo toda esa atmósfera enigmática y apareciendo el snuff y el gore. Sin duda es una pequeña caída de la calidad del capítulo que iba muy bien encaminado. Al final recupera de nuevo una aceptable atmósfera, resultando un buen episodio.

Sin duda, lo mejor de "Masters of Horror" en todos los aspectos, me atrevería a decir. El terror no ha muerto del todo.