Si algo ha merecido la pena de la primera temporada de "Masters of Horror", ha sido presenciar la resurrección cinematográfica de John Carpenter. Solo por eso merece la pena tragarse los 13 capítulos. Una historia sobre el poder que puede ejercer el cine sobre la gente. Sobre el arte de la crueldad, y sobre la locura.

Es una historia que se apaga según se acerca al final y el gore comienza a invadir la pantalla. Si bien es necesario que lo haga para mostrarnos en todo su esplendor lo que se quiere, es una destrucción del ambiente que se había creado la media hora anterior. Puro terror psicológico, una atmósfera misteriosa, en torno a una película (ficticia, que conste) que desapareció tras su proyección en el primer festival de Cannes por los terribles efectos que acarreó. Con esta premisa, se crea la atmósfera más terrorífica que había visto desde un "Silent Hill" o "Project Zero" (los juegos, digo). Sin duda un Carpenter que se recupera de una mala racha cinematográfica.

El problema llega cuando se desvelan los misterios de la cinta, de un modo demasiado precipitado, me atrevería a decir, desapareciendo toda esa atmósfera enigmática y apareciendo el snuff y el gore. Sin duda es una pequeña caída de la calidad del capítulo que iba muy bien encaminado. Al final recupera de nuevo una aceptable atmósfera, resultando un buen episodio.

Sin duda, lo mejor de "Masters of Horror" en todos los aspectos, me atrevería a decir. El terror no ha muerto del todo.