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España España · Valladolid
Críticas de Alberto Monje
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Críticas 69
Críticas ordenadas por utilidad
4
15 de noviembre de 2015
21 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
No vamos a negar la actualidad del drama de los refugiados. No vamos a negar su dramatismo. A priori, hacer una película sobre este tema es tarea complicada, pues es muy fácil caer en el melodrama fácil y simple. Dheepan no es una película simple. Durante la mayor parte de su metraje consigue desarrollar una historia de un modo correcto, aunque es en la parte final cuando a Jacques Audiard, su director, se le va el dramatismo de las manos. Esa es la principal razón por la cual su Palma de Oro del pasado festival de Cannes nos parece tan innecesaria, como injusta.

La película narra la historia de Dheepan, un ciudadano de Sri Lanka que tiene que huir a Francia como refugiado por participar en una guerrilla de liberación nacional. En su viaje lo acompañarán una chica de algo más de veinte años y una niña de diez a las que él no conoce de nada, pero que se harán pasar por su mujer y su hija.

Sin duda, uno de los platos fuertes de la cinta, visto el contexto actual que la rodea, es la posibilidad de conocer cómo es la vida de un refugiado en Europa. Las dificultades que tiene para conseguir un hogar, las trabas que le ponen para tener un trabajo, las zonas conflictivas en las que acaban viviendo… Sin embargo, pese a todo esto, Audiard no es capaz de tejer una historia ni, mucho menos, unos personajes que sean capaces de emocionar.
Por ejemplo, en De óxido y hueso, el director contaba con dos protagonistas que llegaban al corazón del espectador, pese a la historia llena de clichés. En Un profeta, el francés contaba con una historia y protagonistas de gran calidad por igual. En Dheepan es diferente: cuenta con una historia, como ya he dicho, correcta en su mayoría del metraje, pero ya vista muchas veces. Eso sí, los últimos veinte minutos son un error en sí mismo, siendo demasiado locos en un principio y demasiado pastelosos al final. Respecto de los personajes, más de lo mismo: son en ocasiones demasiado simples y en otras, demasiado repetitivos. La obligación de aparentar un matrimonio, o la de fingir ser madre-hija, son temas que dan juego en algún momento de la película, pero que no calan en el espectador, lo cual, es un gran fallo.

De Cannes salieron críticas muy negativas, pese a ganar la Palma de Oro, de Valladolid salieron muchas muy positivas, y no ganó nada. Dheepan es una película que entretiene, con la que pasa el rato, pero que no propone nada nuevo, ni nada para la reflexión. El “público general” disfrutará de ella, sobre todo por su actualidad y sus escenas de acción. Sin embargo un público más especializado o que busque “algo más” no encontrará en ella nada que merezca la pena.
Audiard se subió a la cima del cine con Un profeta y De óxido y hueso, sin embargo, se ha relegado a sí mismo a ser un cineasta del montón dirigiendo una película que no disgusta, pero no destaca.

Alberto Monje, Esencia Cine
Alberto Monje
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9
1 de enero de 2017
16 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
El nuevo papa electo, Pío XIII, sale a la Plaza de San Pablo y les dice a sus fieles que deben aceptar el matrimonio homosexual, el aborto, la eutanasia y las parejas de hecho. Lamentablemente, Pío XIII se despierta entre sudores: lo que ha tenido ha sido una verdadera pesadilla. Así comienza el genio italiano, Paolo Sorrentino (La Gran Belleza, Juventud), su serie para HBO: The Young Pope.

El Joven Papa narra la historia de Lenny Belardo (Jude Law), un cardenal que a sus 50 años es nombrado Papa en el Vaticano. El nuevo Sumo Pontífice, en vez de traer aires renovadores cierra a la Iglesia sobre sí misma: en sus pocos discursos, aterroriza a los fieles con el purgatorio; no se deja hacer fotografías; cuando da las misas, las da de espaldas al público; y le pide al Primer Ministro Italiano que prohiba las parejas de hecho, el aborto y las relaciones homosexuales. La “revolución” de Pío XIII solo acaba de empezar.

El oscarizado Paolo Sorrentino escribe y dirige los diez capítulos de esta primera temporada. Está confirmado el rodaje de una segunda, pero que nadie se engañe: The Young Pope es un todo cerrado. Se podría entender, de hecho, como una película larga de 10 horas de duración. Sorrentino estudia, de nuevo, el nihilismo de la sociedad: en el fondo, nadie sabe de nada, todos se refugian en sus puestos, pero todos los personajes son débiles, con muchos puntos oscuros. El Vaticano es la sede de la Iglesia Católica, sede de la verdad suprema e incuestionable, pero nadie la tiene clara. Pío XIII se reúne con su escritor favorito, que le confiesa: “Escribo para que no se vea que no sé nada del mundo”.

Al contrario que muchas obras modernas. La solución que le da Sorrentino a la crisis de sus personajes no es el ateísmo, la verdad suprema de la inexistencia de verdad suprema, sino la fe. The Young Pope se convierte en una verdadera experiencia mística. Todos los espectadores, creyentes o no, sentirán haber conocido a Dios al terminar la serie. Tranquilos, en el fondo habrán conocido a Paolo Sorrentino.

El estilo visual de Sorrentino vuelve a ser una de las marcas de la casa. El director vuelve a recorrer las calles y edificios de su Italia natal. Los aposentos de la Basílica de San Pedro, la Capilla Sixtina y las azoteas de El Vaticano se convierten en los segundos protagonistas de la serie. Por otro lado, la banda sonora elegida sorprenderá a propios y extraños: a lo largo de la serie, veremos vestirse al Papa al ritmo de I’m sexy and I Know it, caminar por los pasillos de El Vaticano al ritmo de Rock y viajar por África al ritmo de Rihanna.

Pío XIII (Jude Law) se convierte en un personaje irresistible para cualquiera. Sin duda, su vanidad y sus rasgos fascistas asustarán y enfadarán a partes iguales. Sorprenderá su desayuno a base de Coca Cola Zero de Cereza, su negativa a salir en público, su rechazo por los creyentes y su odio a los homosexuales. Sin duda, parecerá una persona odiosa. Sin embargo, a lo largo de los diez capítulos, Sorrentino nos presenta a un hombre que necesita algo en la vida. Un hombre que sufre, que se pone la sotana y se cree un hombre poderoso, pero en el fondo, está hundido en su propia miseria.

La segunda de abordo de Pío XIII es la Hermana María (Diane Keaton). La legendaria actriz se viste el hábito de monja e interpreta a la mentora del Papa. Ella es una persona que lo conoce desde pequeño y no dudará en guiarlo en su tormentoso papado. Quizá, su personaje no da todo lo que podría haber dado. Cada plano en el que sale Keaton es magnífico, su presencia eleva el conjunto, pero sus apariciones al final parecen pocas. Su mejor momento, que no haya ninguna duda, cuando se pone una camiseta en la que se lee “I’m a virgin, but this is an old shirt” (Soy virgen, pero esta es una camiseta vieja).

El mítico actor italiano Silvio Orlando interpreta al Cardenal Voiello, el Secretario de Estado del Vaticano. Una persona que tiene que improvisar día a día ante las novedades de Pío XIII. Se le define como político, no cura. Conoce las intrigas de la Santa Sede y es capaz de lo que sea por quitar al nuevo Papa del poder.

La sorpresa nos vino a todos cuando vimos a Javier Cámara como uno de los protagonistas de The Young Pope. Su personaje, el Cardenal Gutiérrez, es la persona más oscura y hermética de toda la serie. Poco a poco va ganando protagonismo. Al final, su presencia en pantalla es imprescindible. Cámara realiza una interpretación contenida, pero con espacio para las emociones. Comprende la debilidad de su personaje y le dota de humanidad en sus momentos más delicados.

Quizá hay quien pensara que The Young Pope era una serie muy al estilo House of Cards donde lo importante eran las intrigas y las pugnas por el poder en El Vaticano. No es su intención en ningún momento. The Young Pope es una serie sobre las crisis religiosas, sobre personas que no encuentran su lugar, sobre sacerdotes que no encuentran a Dios. Los más religiosos se escandalizarán al principio, pero después verán su fe recompensada.

Aun así, la serie es una delicia para todos, tanto en el plano estético, como en el interpretativo, como en el de guión. Los más religiosos encontrarán más razones para creer. Los menos, más razones para amar a Sorrentino. Cada uno, que busque lo que quiera.
Alberto Monje
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6
3 de enero de 2017
13 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
El final de la tercera temporada de Sherlock fue tan sorprendente como perfecto. Cuando todos pensábamos que Moriarty ya pertenecía al pasado, volvió (o no) de la manera más terrorífica posible. Los creadores de la serie se dieron un tiempo, han necesitado tres años para retomarla desde donde lo dejaron. El capítulo especial de Navidad del año pasado sirvió para hacer más corta la espera. Sin embargo, por fin ha vuelto nuestro detective privado favorito.

En este primer capítulo de la cuarta temporada, Sherlock (Benedict Cumberbatch) descubre que varios bustos limitados de Margaret Thatcher están siendo destruidos por todo el país. La intriga del detective irá en aumento y todo, parece ser, le lleva a la misma persona: Moriarty.

Puede ser que la épica del final de la tercera temporada hiciera creer a los fans que toda la cuarta iba a discurrir por el mismo camino. Pensaban sus tres capítulos iban a consistir en una lucha sin fin de Sherlock contra Moriarty. Pero no es así. La sombra de Moriarty deambula por todo el episodio, pero nunca aparece (real o metafóricamente). La serie vuelve a consistir en capítulos de un caso autoconclusivo que hace avanzar al argumento general de la ficción.

Sin embargo, si no te esperas nada de la temporada, si simplemente te dejas llevar por Cumberbatch y Freeman, Sherlock se muestra en todo su esplendor. La serie vuelve a su tono habitual que junta el mejor misterio con la mejor comedia. A lo largo del capítulo, los personajes se desesperan porque Sherlock no les hace caso, twittea sin parar y se fija en detalles, a priori, insignificantes. Benedict Cumberbatch vuelve a mostrarnos el mejor Sherlock posible: un sociópata con una mente retorcida, pero con una humanidad que poco a poco se deja ver. El misterio, banal en un principio, será más trascendental de lo que cualquiera se imagina. Pero no nos metamos en territorio spoiler.

El protagonista reflexiona durante todo el capítulo sobre lo inevitable. ¿Será una metáfora sobre lo que le espera en los próximos dos episodios? ¿Será su encuentro con Moriarty inevitable? ¿Será el plan póstumo de Moriarty ineludible? ¿Realmente el plan de Moriarty es póstumo? Demasiadas preguntas que dejan el final de la tercera temporada todavía en otro misterio todavía sin resolver.

Sin duda, lo que le viene encima a Sherlock, y a toda su audiencia, es brutal. Nadie sabe cómo puede seguir la serie. Todos tienen confianza absoluta en Steven Moffat, su creador y guionista, para que nos deleite con otros dos grandes capítulos. Por ahora, quizá haya comenzado demasiado despacio. Quizá hay quien se esperara más. Puede ser. Sin embargo, seguro que lo que viene cautivará a una audiencia ya enamorada de ese héroe moderno llamado Sherlock.

Tal y como comienza Cumberbatch este primer capítulo: “Siempre sé cuando ha comenzado el juego”. Y este, ya ha comenzado.
Alberto Monje
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Woody Allen: El documental
Documental
Estados Unidos2011
7,2
1.974
Documental, Intervenciones de: Woody Allen, Letty Aronson, Antonio Banderas, Marshall Brickman ...
6
23 de octubre de 2012
11 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película bastante íntima, en lo que a Woody Allen se refiere, en la que se comenta su vida y vemos unos secretillos suyos a la hora de elaborar guiones. No enseña nada nuevo, lo cual habría estado muy bien, pero te hace reflexionar sobre las circunstancias que le llevan a un director hacer una película y por qué la hace como la hace. Aunque a veces no termina de contar su historia amorosa, y el espectador se puede hacer un poco de lío de cuándo empieza a salir con una chica y termina de salir con otra. Quizá la mejor parte de la cinta es en la que Woody no enseña la máquina con la que escribe sus guiones y la forma que tiene de guardar sus ideas.
En definitiva, interesante documental donde nos recuerdan lo que ya sabemos.
Alberto Monje
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7
15 de noviembre de 2015
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sí que es verdad que en el mundo del cine no existe mucha denuncia al tema de las adopciones y la corrupción que rodea a estos procesos en algunos países del mundo. Desde que se inician los trámites hasta que los padres consiguen quedarse con un niño pueden pasar muchos meses dolorosos para los futuros progenitores, llegando a perder la esperanza de conseguir adoptar.

Este es el tema en torno al que se mueve esta película. De manera correcta, pero sin sobresalir, Daniela Féjerman consigue tejer una historia de sufrimiento, pero también de amor. Los protagonistas, representados de manera más que correcta por Nora Navas y Francesc Garrido, son dos personajes con las que el espectador fácilmente se puede sentir identificado, dándole el principal interés al film.

Pero, ¿por qué una historia así no consigue sobresalir? El estilo costumbrista de Féjerman, junto con el ya de por sí costumbrismo de la historia (crisis en un matrimonio) pueden no hacer de La adopción un film que logre emocionar. Pero sí que hay tres detalles que merece la pena remarcar:

El ambiente plurilingüístico en el que se desenvuelven los personajes y consigue que éstos y el propio espectador se sientan perdidos. Éste es uno de los platos fuertes de la cinta: al no entender lo que dicen el resto de personajes se consigue que la sensación de desorientación sea mayor. Para más inri solo se depende de lo que una traductora (en la que no confiamos para nada) traduzca. No sé cómo se proyectara esta película en España, si se doblarán todos los diálogos. Si esto ocurriera se cargarían uno de los mejores puntos de la cinta.

La fotografía fría y cortante de Juan Carlos Gómez. No sabemos en qué país se centra la historia (el rodaje fue en Lituania), sin embargo, el ambiente que se crea en éste es hostil. Sin duda, la sensación de ansiedad se ve expandida por la soledad del paisaje. Por otro lado, los ambientes elegidos para rodar en Vilnius, capital de Lituania, no son sus más bellos, sino ambientes de barrio, oscuros y, si se puede decir, feos. Un acierto por parte del equipo de producción de la película.

Sobre todo, la química de los dos protagonistas es brutal. El duo actoral que se marcan tanto Navas como Garrido es para disfrutar. Ambos parten de un registro muy parecido que les hace una genial y, sobre todo, verosímil pareja dentro de la pantalla.

Como curiosidad, cabe decir que esta película tiene dos montajes: uno en catalán y otro en español. El original era el catalán, pero pensaron grabar las escenas también en español para evitar doblarse después a sí mismos (lo que es de agradecer, el doblaje desde el catalán es siempre pésimo).

Pues no mucho más que decir, La adopción es una película que gusta, sin duda, pero no mucho más. Tampoco hay nada que se le pueda echar en falta. Daniela Féjerman realiza el trabajo que se le pide y da de sí a la historia todo lo que necesita. Para pasar una tarde en familia en el cine, es la película perfecta. Para cualquier otro tipo de emociones, quizá no.

Alberto Monje, Esencia Cine
Alberto Monje
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