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España España · Granada
Críticas de Kikivall
Críticas 2.035
Críticas ordenadas por utilidad
7
18 de abril de 2018
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película divertida de amor con algo de intriga criminal y según muchos aficionados y entendidos, una obra menor dentro de la filmografía de Hitchcock. La cinta ha pasado a la historia porque una de sus escenas se rodó justamente en la mismísima carretera donde la Kelly sufrió el fatal accidente automovilístico veintisiete años más tarde, siendo ya princesa del Mónaco. De hecho, toda la acción tiene lugar en la Costa Azul francesa.

Film que nos introduce en las suntuosas ciudades de Cannes y Niza, donde cientos de millonarios del más variado plumaje venidos de todas partes del mundo, disfrutan de las playas, las pomposas fiestas y el juego en los casinos. La trama del film se centra en un verano en el cual se ha sucedido un rosario de robos que trae de cabeza a la policía local.

No sé muy bien los motivos de Alfred Hitchcock para rodar este film que más que una película de intriga criminal, se desvela como una encantadora y agradable comedia romántica, dado que los más significados momentos y el brillo del film acontecen al hilo de los intercambios y diálogos punzantes y amorosos entre Cary Grant y Grace Kelly. Lo cual que si estos momentos desaparecieran de la película, ésta quedaría en la cuarta parte de la mitad de lo que es.

El guión de Michael Hayes es adaptación de la novela “To catch a thief” del escritor californiano David Dodge. El libreto está elaborado pensando sobre todo en los actores protagonistas, dejando al margen el tono de intriga o incertidumbre que habría sido de desear. O sea, poco suspense y excelentes coloquios, mitad amorosos mitad mordaces, entre él y ella.

No está mal la música de Lyn Murray. Y hay que quitarse el sombrero ante la magnífica fotografía de Robert Burks, que le hizo merecedor a un Oscar. Magnífico el vestuario y los preciosos modelos que luce Grace Kelly, puesta en escena muy buena y exteriores de gran interés.

Del reparto cabe decir algunas cosas curiosas. De una parte, que Grace Kelly volvió a ponerse a disposición de Hitchcok para gran alborozo del maestro del suspense que estaba enamorado de ella, amén de ser ésta un valor muy importante en su filmografía. De otra parte, otro icono de su cine, Cary Grant, persuadido por Hitchcock fichó para su nuevo proyecto, cuando ya pensaba jubilarse.

Comedia en ebullición que destacan por su aluvión de parlamentos de una brillantez embriagadora, y los personajes sobrevolando por encima de las situaciones de peligro o emoción. Es una película aconsejable, Hitchcock siempre lo es, pero en este caso y a pesar de no ser uno de sus trabajos menos laudable, tiene escenas meritorias y un final realmente de sorpresa.
Kikivall
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8
13 de abril de 2018
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
El cine, que tantas emociones provoca en el espectador, en ocasiones suscita alguna que descuella. En el caso de esta cinta, los sentimientos que me ha evocado el film han sido una mezcla de nota melancólica por la difícil y triste vida de la protagonista, pero por otro lado, una clara brisa de alegría por la brillantez de su corazón, pues a pesar de las adversidades, Maudie es un personaje esplendente, luminoso y chispeante, como sus pinturas.
La directora irlandesa Aisling Walsh realiza un biopic sobre la vida y la obra de Maud Lewis (1903-1970), una pintora canadiense que se hizo muy popular en vida. Cuenta también Walsh en esta historia de vida, la relación de Maud con su posterior esposo que se convirtió en un compañero inseparable para ella. Son enternecedoras las imágenes de sus sencillas pinturas tipo naif que convirtieron a Maud en una de las artistas “folk” más representativas de Canadá.
Pero este film es ante todo enternecedor. Walsh no reformula ni innova el biopic, pero hace de su obra una forma de exploración sobre los pormenores de la creación artística en un relato de estructura dramática que atrapa al espectador por su sensibilidad, entre otras, haciendo justicia a la discapacidad de la protagonista.
El guion de Sherry White está muy bien escrito ofreciendo, no tanto la vertiente pública y de fama de Maudie Lewis, sino mostrando el mundo más íntimo y personal de la afamada pintora. Y lo hace dibujando (nunca mejor dicho), un personaje dulce de apariencia frágil pero de mentalidad fuerte, representando igualmente con delicadeza y honestidad, tanto la evolución de su enfermedad, como el sentido romance con su marido.
Me ha gustado la música de Michael Timmins y una fotografía excelente de Guy Godfree. Ambientación, exteriores (fue rodada entre Irlanda y Terranova) y puesta en escena estupendas.
En el reparto, Sally Hawkins, actriz secundaria en tantas ocasiones, encuentra en este film la posibilidad de mostrar sus dotes de gran actriz protagonista, en un papel de mujer creativa cuya enfermedad afecta a su movilidad y su manualidad a la hora de pintar, y con un gran brillo en su mirada, a pesar de su fealdad evidente; una Hawkins que lo sobrelleva todo con afabilidad y un optimismo a prueba de bombas. Ethan Hawke hace igualmente una interpretación de gran nivel, poniendo todo su saber para no verse arrasado por la enorme fuerza interpretativa de la Hawkins, lo cual se puede decir que llega casi a conseguir, metido en ese rol de patán de ceño fruncido que desdeña el contacto social, que significó tanto motivo de sufrimiento para Maudie, como su genuina tabla de salvación. Sally Hawkins y Ethan Hawke en un dúo actoral muy interesante.
Walsh hace también en el film una reivindicación feminista y legítima sobre el olvido de las pintorAs. Y es que la Walsh tuvo inicialmente una formación como pintora, lo cual que conoce el olvido histórico de la mujeres pintoras. La misma Walsh ha declarado lo siguiente hay pintoras excelentes y conocemos a poquísimas.
Para mí es una película muy meritoria y digna de verse. La directora del film y su reparto afrontan el proyecto con una sensibilidad y una energía fuera de patrones. Lo que importar en esta película es la resonancia emocional de cada pequeño momento y los elocuentes gestos de la protagonista. Además, nos transporta la cinta a las postrimerías de los años treinta, hasta la muerte de Maudie en 1970, y no sólo inspira una remembranza histórica, sino que nos coloca delante de una artista con una mueca feliz, la cual es expresión de su posición ante una vida que, en principio, le fue adversa hasta la exageración.
Talento, sencillez, hermosura, lo mejor que he visto en este junio de 2017. Creo que el futuro le deparará premios, los merece. A mí me ha gustado mucho. La recomiendo.
Kikivall
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6
12 de abril de 2018
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
No hace falta ser psicólogo social o asesor de imagen para saber que la impresión que se ofrece cuando uno va bien vestido es, por lo común, más favorable que si va desaliñado o mal presentado. Entre vestir de traje o ir de vaqueros rotos hay una diferencia, aunque quien vista el traje sea un hombre negro. Es, por decir algo, la cosa de que las buenas formas de aparecer en público, mitigan incluso los prejuicios raciales.
El protagonista es Patricio, un inmigrante subsahariano, alguien que se busca la vida como buenamente puede cuando un hombre también negor le regala un traje de chaqueta por su servicio prestado.
En este film tenemos una muestra de los inicios del director Alberto Rodríguez Que luego rodará en 2012, Grupo 7; en 2014, la laureada Isla mínimao, en 2016, El hombre de las mil caras). Pues bien, esta fue la tercera obra de Rodríguez, un director español de fuste que da a luz en la pantalla una obra sencilla y una interesante crítica sobre el racismo y sobre todo, sobre el clasismo que campa en nuestro mundo, una historia fresca y divertida. Con un guión que a veces queda corto pero que a cambio es muy natural, del propio Rodríguez y Santi Amoneo. Estupenda la música de Lavadora y buena la fotografía de Ález Catalén.
En el reparto Jimmy Roca está excelente, medido en su actuación, sin estridencias en el rol protagonista del pobre Patricio, un busca vidas negro que no se quita el traje en los 102 minutos del metraje. Manuel Morón borda el papel de cara dura, carterista y timador, con su vis dramática y también cómica.
Se trata de un relato compuesto por pequeños fragmentos, detalles curiosos, diálogos ingeniosos y un gusto por analizar las paradojas de la vida. Lo que Rodríguez hace es seguir a un africano en Sevilla, después de producirse en él un definitivo cambio con el regalo del traje.
Una pequeña película de Rodríguez bastante desconocida, pero sugestiva y curiosa, que cuenta el fortuito vínculo entre un inmigrante africano y un ratero de poca monta en la Sevilla de principios del actual siglo. Una cinta que hace un acercamiento a la temática de la inmigración de forma desinhibida, ligera, conformando una totalidad que combina la picaresca con la aproximación a esta realidad. No sólo al problema de la inmigración, sino de la marginación social.
Kikivall
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7
11 de abril de 2018
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Estamos ante una coproducción alemana-polaca-francesa, que me ha aportado sensaciones diversas, la mayoría positivas. Ocurre que me ha gustado su “mensaje”, propiamente de una mujer, la que dirige meritoriamente el film (Marie Noëlle). Me han gustado las interpretaciones y otros aspectos que ahora iré desgranando.
Esta película, dirigida por Marie Noëlle Sehr, aborda el capítulo científico de la Curie parcamente; en su dimensión esencial de ‘biopic’ es ante todo profundamente romántica y a la vez reivindicativa del papel de la mujer en aquella época de principios del pasado siglo. De manera que en el film se cuenta con solvencia cinematográfica la vida más personal de Marie, su batallar por ocupar una posición como científica acreditada en aquella Francia patriarcal. Situación que se vio agravada, no sólo por ser mujer, sino también por amar a un hombre casado. Pero ni las habladurías ni las críticas impidieron que Marie Curie fuera galardonada por segunda vez con el premio Nobel. Primero fue el de Física, junto a su esposo y Henry Becquerell en 1903 (al principio, el Comité pretendía honrar solamente a los científicos varones, Pierre y Henri); luego el de Química en 1911, que reconocía sus servicios en el avance de esta ciencia por el descubrimiento de los elementos radio y polonio.
También, no sin gran esfuerzo, fue la primera mujer en conseguir una cátedra de Física en la Universidad de la Sorbona de París.
El guion, escrito por la propia Noëlle junto a Andrea Stoll, es un libreto sólido que cuenta la doble condición que en su momento llevaría a Marie Curie a las portadas de los periódicos: como mujer científica y como mujer adúltera. Dos vertientes distintas con las que Noëlle ofrece gusto estético en las formas y denuncia social en el fondo. Y crítica al machismo imperante en las universidades, la cultura, la ciencia y en general en la sociedad del albur del siglo XX.
Excelente la fotografía brumosa de Michal Englert, unos preciosos fotogramas que no llegan a resultar excesivos en ningún momento. Además, este tipo de fotografía tirando a sepia, resulta muy apropiada para una historia de intereses velados, amores furtivos y deseos volátiles. Una dirección artística muy cuidada. Y una banda sonora de Bruno Coulais de preciosas y elaboradas melodías que acompañan las imágenes con fuerza e ímpetu en ocasiones.
Tiene la película un extenso reparto, sobresaliendo tres personajes principales. Por empezar Karolina Gruzka interpreta con verismo y un bonito y expresivo rostro, a una Curie asediada; la Gruzka plantea una creíble imagen de aquella gran científica que logró esquivar la misoginia y los convencionalismos imperantes. Charles Berling realiza un interesante si bien breve trabajo en el papel de Pierre Curie. Y el tercer puntal importante es Arieth Worthalter, que sabe desde la sobriedad encarnar a aquella mente lúcida que logró enamorar a la Curie viuda.
Para concluir diré que a mí me ha gustado la película en líneas generales, aunque bien sé que no será del agrado de todos. En este biopic atípico, adaptación libre de la vida de Madame Curie, su directora Marie Noëlle entra a revisar aspectos más personales y ventilados de la vida de la egregia investigadora.
Kikivall
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7
11 de abril de 2018
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
El gran poeta modernista Rubén Darío no es un personaje habitual en la cinematografía, menos aún en lo que atañe a su intimidad ni a sus amoríos. Como señala Llamas, el director del telefilm, "era una persona que quería, odiaba, deseaba, respetaba...". En mi caso, que amo la poesía y gusto de leerla dosificadamente, Darío fue un grande de lírica, padre del ‘modernismo’ literario en lengua española: “Margarita, está linda la mar/…”; “Juventud divino tesoro/…”; “Amar, amar, amar, amar siempre, con todo/…”. Esta cuenta película son los años finales del poeta con su gran amor: Francisca Sánchez del Pozo, “Paca”, una bonita joven, humilde y analfabeta. Esta historia se dio a conocer en 2014 con la publicación de la obra La Princesa Paca, escrita por la periodista Rosa Villacastín, que es adaptada para el film.
Así, el director Joaquín Llamas, con la novela de fondo, ha llevado a cabo un excelente trabajo, dando voz al sentimiento romántico de Paca. Como dice Llamas, la intención "no era tanto reflejar la novela, sino el personaje".
Me ha gustado la música de Pablo Salinas, e igual la excelente fotografía de Tommie Ferreras. La puesta en escena es espléndida, como Llamas dice, no sin humor: "Rubén tenía la mala costumbre de viajar […] Hemos tenido que recrear el Madrid de la época, París, Nicaragua... Hay mucho trabajo de atrezo para tapar todos los anacronismos de las calles [desde semáforos hasta bolardos]".
Irene Escolar y Daniel Holguín encabezan el reparto con sendos trabajos meritorios en los papeles de Paca y Darío respectivamente; ambos realizan interpretaciones creíbles y muy correctas en roles complejos, pues si difícil es la psicología de Darío, no menos complicado es el personaje de Paca, una mujer con muchas aristas, dada la gran evolución que experimentó en un breve lapso de tiempo.
Darío y Paca, una mujer humilde como tantas mujeres nacidas en el siglo XIX, iletrada y luego partícipe de reuniones literarias. Al inicio, su mundo era el de las labores domésticas. Pero esta enérgica mujer tenía una personalidad desbordante, una inteligencia natural y además era muy atractiva y magnética, al punto de enamorar perdidamente a Darío, el número uno de aquellos irrepetibles escritores hispanos donde figuraban además aristócratas del pensamiento y la literatura como Emilia Pardo Bazán, los hermanos Machado, Ramón María del Valle Inclán, Jacinto Benavente, Francisco Villaespesa o don Pío Baroja que estaban encantados de tenerla en su grupo.
A mí me ha gustado bastante y me ha aclarado y descubierto a un Darío que desconocía en su vida romántica, y sobre todo su amor intenso hacia la protagonista, de lo cual tampoco tenía noticia. Amén de que los aspectos técnicos de la cinta me han parecido más que aceptables, así como la dirección y el equipo actoral. Pero sobre todo, que haya salido a la luz este capítulo romántico de un grande de la literatura en español y su amada: Rubén Darío y la “princesa Paca.
Me permito al final de estos comentarios, transcribir dos poemas que expresamente Darío escribió a su amada Francisca (“Paca”), pues que nadie va a negar que ella fue el gran amor del poeta.

"A Francisca"

Ajena al dolo y al sentir artero,
llena de la ilusión que da la fe,
lazarillo de Dios en mi sendero,
Francisca Sánchez, acompáñame...

En mi pensar de duelo y de martirio
casi inconsciente me pusiste miel,
multiplicaste pétalos de lirio
y refrescaste la hoja de laurel.

Ser cuidadosa del dolor supiste
y elevarte al amor sin comprender;
enciendes luz en las horas del triste,
pones pasión donde no puede haber.

Seguramente Dios te ha conducido
para regar el árbol de mi fe,
hacia la fuente de noche y de olvido,
Francisca Sánchez, acompáñame...
..........................
"Francisca, sé suave..."

Francisca, sé suave,
es tu dulce deber;
sé para mí un ave
que fuera una mujer.

Francisca, sé una flor
y mi vida perfuma,
hecha toda de amor
y de dolor y espuma.

Francisca, sé un ungüento
como mi pensamiento;
Francisca, sé una flor
cual mi sutil amor;

Francisca, sé mujer,
como se debe ser...
Saber amar y sentir
y admirar como rezar...
y la ciencia del vivir
y la virtud de esperar.

Rubén Darío (1867-1916)
Kikivall
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