Hollywood se merienda a Gabriele Muccino. Y como en tantas otras ocasiones un director europeo que dió buenos resultados con alguna o varias películas llega a la meca del cine para hacer lo que podríamos llamar un film "neutro" es decir, que lo podría haber hecho cualquiera. Un señor productor quería hacerlo y ya está. Y lo que "En busca de la felicidad" es, y por una vez no le echaremos la culpa a los traductores porque la traducción es casi literal, es otra de esas historias "bigger than life" que tanto gustan a los americanos y que se empeñan además en exportarnos como si aquí no hicieramos estas absurdeces porque no sabemos. Señor bueno con niño bueno las pasará muy mal pero como tiene un coraje de mil pares luchará por encontrar la felicidad. Sí, es así de simple y temible, y realizado con una dirección y un guión tan planos como cabe temer, acudiendo religiosamente a muchos lugares comunes de este tipo de producciones. Lo malo es que a lo mejor creen que nos la venden por primera vez y va a ser que no. Muccino vuelve a Italia ¡bambino!

Es cine de acción anclado en los estereotipos, de muy torpe entramado y profundamente previsible al márgen de sus más torpes si cabe sorpresas finales. El hecho en sí me supongo que es poner frente a frente a dos actores de los grandes del género de patada-porrazo, Jet Li al que se le apareció la virgen en forma de Zhang Yimou para que algunos creyeramos que había algo de talento en él y Statham al que nunca le hemos visto ni la T de talento. La dirección es bastante tópica e indiferente ante un guión que más parece propio de un film de esos que a finales de los 80 principios de los 90 copaban las estanterías de los videoclubs con títulos que mezclaban sin compasión palabras como "total", "mortal", "inminente", "muerte"...
Y en definitiva, al márgen de que se la pueda criticar por su engranaje interior dudo mucho que sea del agrado hasta para los amantes del género porque falla en todo, empezando por la originalidad.

Anda Aronofsky en el limbo autoral nadando en las mieles de sus reconocidas y alabadas críticamente anteriores películas con la libertad ganada para hacer un film pretencioso, de absoluta paja mental, describiendo en mil y una imágenes supuestamente sugestivas uno o varios mensajes que se podrían resumir en 5 líneas. Para ello aquí se dan doscientas vueltas como recargando el vacío de imaginería filosófico-pedante. "The fountain" es una vuelta de tuerca fantástico-filosófico-espiritual de "La fuerza del cariño", nada más. Una comedura de cabeza absolutamente innecesaria y de muy dificil digestión que habrá dejado espantados y preparados a los productores de cara a las próximas propuestas del bueno de Darren. Lo que aquí se intenta abarcar es el TODO más absoluto, la vida y la muerte, el tiempo y el espacio, y lo que queda es una hora y media larga como pocas y unos veinte minutos finales de auténtica vergüenza que abandona la poca coherencia del guión para profanar el sentido del cine con imágenes más propias de un videoclip modernete.

Reconozco que viendo "Un funeral de muerte" se me abrió ante los ojos el abismo cinéfilo, que tal vez no debía de abrirse, pero surgió sin forzarlo para nada. Pensé en los grandes maestros de la comedia, es obvio dar nombres (Lubitsch, LaCava, Sturges, Wilder...), probables desconocidos para gran parte de la audiencia del film que nos ocupa. Y se abrió ante mí un agujero de años luz de distancia de un extremo al otro. "Un funeral de muerte" es un film que juega su principal baza en el contraste funeral-comedia, se tiene el momento probablemente más triste de la vida de una persona y sobre ello Oz pretende hacer un vodevil, un sano cachondeo... Pero con las cartas que dispone sobre la mesa es imposible. La mezcla explosiva de gracias sobre drogas, escatología y orientaciones sexuales es una bomba en casi todas las manos, pero sobre todo es una muestra de la incapacidad del guión para ser original, exquisito, sutil... Volviendo a los maestros, uno siempre termina de contemplar aquellas comedias con la sensación de que la comedia no es para nada un género menor, probablemente tiene las bazas más buenas para hacer feliz al espectador, pero en el film de Oz se hace patente nuevamente un mal agudo de las comedias actuales. Se vende la historia, se vende el conjunto, se vende a los personajes por una serie de gracias supuestamente ocurrentes que luego no lo son y lo que queda es un conjunto apático, prescindible, sin vida.

Es, probablemente, tan mala como "Escuela de Rock", una película con la que comparte espantosos referentes esquemáticos. Y además tiene a este sosias de Jack Black que viene a ser Rainn Wilson como simil casi total y absoluto de desgraciadas coincidencias. El señor Peter Cattaneo se ve fagocitado por la comedia boba de corte juvenil con chascarrillos puntuales de más o menos gracia en una caída libre importante de interés que conduce al sufrido espectador a bostezar dos veces cada diez segundos y entre medias le da tiempo a adivinar exactamente lo que va a pasar, cuando, cómo y donde. El resultado final es un espanto cinematográfico, una continuación de la más rancia inoperancia creativa, no vale ni para una mala tarde. Originalidad cero.