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Críticas de Alfie
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Críticas 256
Críticas ordenadas por utilidad
5
30 de enero de 2008
35 de 42 usuarios han encontrado esta crítica útil
Se queda casi insuficiente. En su reparto, en su dirección, en sus interpretaciones, en el guión...y en unos cuantos aspectos más. Y es triste, teniendo en cuenta de la historia y del personaje del que trata. A decir verdad esperaba mucho más. No a la altura de Casino, por ejemplo, pero si un poquito más. Gran parte de culpa la tiene Warren Beatty (para mi gusto uno de los actores más sobrevalorados de Hollywood), que hace de su actuación una especie de festival hacia su persona sin llegar en ningún momento a acercarse a la figura del gran gángster. Y los secundarios, que los hay buenos como por ejemplo Joe Mategna Y Ben Kingsley, no entran en ningún momento en la película y quedan oscurecidos, más bien apartados, por el excesivo e innecesario protagonismo de Warren Beatty.
Por decir algo bueno la ambientación y el vestuario son muy buenos (consiguió un par de Oscars en este apartado), pero ya digo, se queda muy corta la película y a los amantes del cine mafioso se les quedará una sensación de desengaño por...lo que podía haber sido y no fue.
Alfie
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Thriller in Manila (TV)
DocumentalTV
Reino Unido2008
7,8
982
Documental, Intervenciones de: Muhammad Ali, Joe Frazier
8
10 de septiembre de 2010
33 de 38 usuarios han encontrado esta crítica útil
Joe Frazier, sesenta y tres años: “lo que uno hace de joven luego se refleja de mayor como bocados en el culo”. Esta frase resume perfectamente la ira, el odio y la tirria que el boxeador de Philly llegó a cogerle a Muhammad Ali en los tiempos en los que sus peleas paraban el mundo. Y es que rememorando el tremendo enfrentamiento de Manila en 1975 (hay que verlo, gracias YouTube) uno se da cuenta de que allí hubo más que un combate de boxeo: fue el encuentro de dos hombres que llevaron su rivalidad pugilística y personal hasta límites casi trágicos.

Entre 1971 (primer combate entre ambos en N.Y.) y la cita en Filipinas, las provocaciones, insultos, decisiones arbitrales, temas raciales, egos e infinitas humillaciones convirtieron aquellos catorce rounds en una auténtica carnicería que aún te revuelve en el asiento casi treinta años después. El documental está grabado desde la óptica de Joe, un tipo al que pronto se le adivina en el extremo opuesto de Ali. Clay, el más grande sí, pero el más pinturero. Lleva estos últimos años dando explicaciones y pidiendo perdón por el comportamiento irreverente y nada respetuoso que mantuvo durante su carrera. Sin duda fue el mejor, pero créanme que estaba muy lejos de lo que hoy entendemos por fair play. Es verdad que el boxeo es otra cosa: espectáculo, promoción, intimidación y temperamento, mucho temperamento. Pero viendo al propio Ali hablar está claro que hay límites que no se pueden sobrepasar.

Por otra parte, también es escalofriante oír a Frazier decir “que Dios le mandó el Parkinson a Ali como castigo” o insinuar como hace en ciertas partes de la entrevista (viendo tranquilamente en su casa el combate) que aquella brutal pelea, sí, que la perdió, pero que fue tal el castigo que le infringió que se alegra de las consecuencias posteriores. Uno lo único que puede concluir es que hay comportamientos humanos que no puede llegar a comprender; porque lo que pasaba en los últimos rounds tenía más de drama que de boxeo, y cuando ocurre esto, cuando ya no hay el más mínimo atisbo de deporte y solo cuenta el golpear para matar, el noble arte deja de tener sentido hasta para sus más acérrimos defensores.

Mucho mito, mucha leyenda y sangre en el ring para este “Thriller in Manila”. Acertadísimo título para un documental que, junto con “When Were the Kings”, completa el relato de unos años increíbles, como sacados de película, y que junto a Tyson, el “Potro de Vallecas” y Jaime de Marichalar demuestran que los golpes en la cabeza no son nada nada buenos (sí, otras cosas también).
Alfie
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6
25 de enero de 2009
32 de 36 usuarios han encontrado esta crítica útil
A las siete de la mañana comienza otro día más en la vida de un joven donostiarra. En una San Sebastián de principio de los ochenta los problemas a los que se debe enfrentar Jon (Martxelo Rubio) le hacen tambalear y no solo a él sino a toda una generación. Ahogados por el paro, incomprendidos por unos padres anclados en unos ideales y pensamientos del pasado y amenazados por unas sustancias hasta entonces inalcanzables y que comenzaron a invadir sobre todo los núcleos metropolitanos más desfavorecidos, estos jóvenes caminan en el filo de la navaja sin saber a ciencia cierta que es lo que les deparará el futuro.

El cinenasta navarro Montxo Armendáriz, con la ayuda en el guión y la producción de Elías Querejeta, toma la senda de Eloy de la Iglesa o José Antonio de la Loma para adentrarse en el, a mi juicio, subgénero español por escelencia: el bien llamado "cine kinki". Cine "kinki" que no dejó de ser un cine denuncia a la situación de una juventud que se consumía en un pesimismo y una depresión angustiante. Si bien está claro que esta no es una cinta tan explícita como otros títulos bien recordados por todos, los lazos comunes que le unen a los, por ejemplo, directores anteriormente citados son claros: representación de unas amistades fuertes pero marcadas por la presencia de la droga, relaciones complicadas con la familia u otras más técnicas como la utilización de actores desconocidos (gran parecido por cierto entre el protagonista y el gran José Luis Manzano) y una fotografía que da una especie de ambiente "retro" a estas producciones.

Es sin embargo "27 Horas" una película bastante íntima. O eso pretende el director con sus imágenes y su música. Enfrascada en una San Sebastián tremendamente romántica y con un sabor añejo bastante atractivo para el espectador, le traslada sin esfuerzo a unos años y una década no tan lejana. Concha de Plata para el lanzmiento a la popularidad de este profesor de electrónica que más tarde durante su carrera ha dejado muestras claras de su buena mano para con el cine juvenil y de su facilidad para dirigir a jóvenes promesas (Maribel Verdú, Antonio Banderas, Lucía Jiménez o Juan Diego Botto) en historias sobre ellos y para ellos.
Alfie
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8
9 de diciembre de 2008
32 de 36 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Cómo hacer una copia posterior a una obra con la que ya has triunfado?. ¿Qué interés cinematográfico puede tener el repetirme en una historia, basada en la misma novela, con la que ya me encumbré a mi mismo y a un tal Bogart hace apenas ocho años?. ¿Y cómo trabajar en un mismo año con la complicada aunque maravillosa Virginia Mayo en dos cintas tan geniales como diferentes ("Colorado Territory" y "Al Rojo Vivo")?. A todas estas preguntas y a unas cuantas más te reponde el director americano en este inolvidable autoremake de "El Último Refugio".

Como ya he comentado antes, basándose en la misma novela de Burnett, Walsh cambia la aparencia externa del relato transformándola de un negro oscuro ("El Último Refugio" es a mi entender unas de las muestras más importantes de film noir del director) a un blanco y negro westerniano repleto de simbología y elementos propios del género. El fondo es el idéntico. Raoul Walsh filma exactamente lo mismo. Triángulos amorosos, traiciones, amistades surgidas en extrañas circustancias y sustentadas en otras más raras aún, lealtades, egoismos, fatalidades y un largo etcétera de singularidades humanas que ya plasmara en su anterior obra. Por rodar rueda incluso un final similar.

Sin embargo si algo hay diferente en esta nueva versión ese algo es el reparto interpretativo. Y principalmente en su papel protagonista. Indudable es que Joel McCrea tiene el nivel suficiente para representar a cualquier personaje del lejano oeste y más en particular el de un forajido solitario, curtido en mil batallas y con un fondo honorable que le hace intentar buscar un mejor destino. Incluso esa frialdad de la que se le acusa, y no solo en este papel, creo que le hace bien a su personaje Wes McQueen un tipo que durante la película es preso, perseguido, traicionado, golpeado por la fatalidad, desengañado sentimentalmente y una interminable lista de desgracias a las que en gran parte sobrevive gracias a eso, a esa pasividad y pasotismo que le hacen mirar siempre hacia delante. Eso sí, con el revólver en la mano.

Así pues estamos ante una de esas bonitas curiosidades que se dan en el mundo del cine. Un autoplagio repleto de calidad e interés y rodada con la exquisitez pertinente que caracterizaba al gran director americano. Sin duda para no perdérsela y para disfrutar de una historia que ocho años antes ya había cautivado. Y aunque creía que nunca gritaría esto...¡Viva el plagio!
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Alfie
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7
9 de mayo de 2009
29 de 30 usuarios han encontrado esta crítica útil
Correctísmo noir dirigido por el alemán Gerd Oswald que, como otros paisanos, intentó abrirse paso en el por entonces glorioso mundo hollywoodiense a base de producciones encuadradas el género más oscuro. Un género que por 1957 daba sus útimos coletazos dejando atrás una de las épocas más fantásticas de la historia del cine. Oswald dirigió el año anterior "A Kiss Before Dying" con mucho más éxito y repercusión que esta a pesar del excelente reparto con el que contó el director.

Barbara Stanwyck es Kathy, una periodista de San Francisco que piensa que nunca va a casarse y que derrocha una independencia y una inteligencia más propia de nuestros días que la de una mujer de mediados del siglo anterior. Pero todo cambia cuando esta implacable columnista se cruza con Billy, Sterling Hayden, un detective de L.A. de quien se enamorará y casará en un romance tan extraño como fugaz. Kathy deja a un lado su carrera, sus ideas y su vida para mudarse al lado de un policía cuya bandera no puede estar más en las antípodas que las de Kathy: honradez, nobleza y ante todo...conformismo. La falta de ambición de Billy en su trabajo despertará pronto en Kathy sus instintos más oscuros y competitivos con el único afán de hacer de su detective un inspector de quien sentirse orgullosa y de, porqué no, ver reflejados en él todos esos objetivos que un día dejó a un lado por amor.

Y aquí es donde crece la cinta. Tras un comienzo desalentador (a mi juicio la pareja Stanwyck-Hayden no logarn conectar) todo cambia cuando el director y la propia Barbara deciden tomar las riendas de la película. La Stanwyck saca parte de su repertorio de manipulaciones y cinismos para hacer disfrutar al espectador, ahora sí, de la que ha sido una de las grandes de la interpretación (otra vez a mi juicio, junto a Bette Davis y Joan Crawford). Hayden sin embargo, solo se despereza en unas cuantas escenas y más por la falta de alma de su personaje que por culpa propia. Como podremos apreciar estamos en uno de esos casos donde la falta de ambición de un personaje es acogida por el actor que lo interpreta como propia.

Destacar la presencia también de Raymond Burr como inspector, jefe de Billy y pieza clave del asunto. En un papel que le va a la medida, este gran secundario del cine negro americano acompaña perfectamente al duo estelar y termina haciendo un trabajo notable. También aparacerá en un papel menor Fay Wray, la inolvidable Ann en uno de los logros más especataculares de la historia del cine, King Kong (1933).

Con esto y poco más se completa esta cinta, que si bien no tiene una trama atractiva, ni una fotografía deslumbrante, ni una brillante dirección, ni una notas musicales inolvidables, si posee la presencia de la Barbara más recordada y que despierta justo a tiempo para reclamar un sitio para esta cinta y el merecimiento de, al menos, no ser olvidada.
Alfie
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