De la misma forma que cuando se quiere construir un edificio, es indispensable tener buenas piedras que impidan que el edificio se caíga; para construir cualquier cosa, es indispensable tener buenas materias primas que la sustenten. El problema es que, aunque parezca evidente, dicha premisa no se suele cumplir en las relaciones humanas. Ramón Salazar, intenta (dejémoslo sólo en intento) mostrarnos eso en una bella y entrañable historia.

Adela es una antigua prostituta que dirige un prostíbulo mientras lidia con su soledad y el retraso mental de su hija de 28 años. Anita, su hija minusválida, en la simpleza de su mundo se enamora de la única persona que la ha tratado con cariño: su cuidador. Isabel es una mujer obsesionada con los zapatos y hastiada de una vida que le ha dado un marido rico pero que no la quiere. Maricarmen, en cambio, tiene que lidiar con su viudez. Por último, Leire, es una joven tremendamente enamorada del chico incorrecto. Todas esas historias se irán desarrollando mientras se entrelazan con gran armonía.

Está claro que, dicho eso, tenemos en frente el típico desarrollo de los que se han puesto de moda ultimamente en elq ue varias historias independientes de entrecruzan. La diferencia, es que ésta es de las pocas que juntan sus historias de forma que no pierde ritmo. La otras grandes virtudes de la película son un guión que retrata a la perfección la influencia del amor y el desamor en nuestras vidas, y unos temas musicales muy bien escogidos.

Toda ese virtuosismo a la hora de juntar las historias, se echa a perder por un desarrollo soso de las historias y algunos personajes surrealsitas y que no vienen a cuento como el podólogo. Además, tampoco está demasiado bien desarrolllado la correspondencia del título con el argumento.

Para finalizar, no podemos dejar de admirar una impresionantes actuaciones, sobretodo las de Antonia San Juan y de Mónica Cervera.

Nueva York, tradicional emplazamiento para todo tipo de desgracias colectivas, sufre una masiva oleada de apariciones espectrales. Eso hace que un grupo de parasicólogos monten un chiringuito de caza y captura de seres del más allá. Sin embargo, el mayor enemigo de esos tipos no son los divertidos y no tan divertidos fantasmas que pululan por la ciudad, sino la gente que piensa que todo es en realidad un timo.

Esta película y otras películas por el estilo siguen una de las máximas de la industria cinematográfica: el entretenimiento. No todo es realismo y seriedad, de vez en cuando no viene mal buscar el humor en el mundo de lo imposible; desde luego como comedia vale más que muchas otras basadas en el culo, caca, pedo, pis. Tal vez no tenga un guión muy elaborado, pero tiene situaciones geniales como todo lo relacionado con el maestro de las llaves y la guardiana de la puerta.

En cuanto a los actores, tal vez Bill Murray esté algo pasado de vueltas; pero, al igual que el resto de actores, cumple a la perfección el cometido de su personaje (incluyendo un Harold Ramis que nunca ha destacado como actor).

Mención a parte merecen la fabulosa canción principal, y un extraordinario Rick Moranis.

Tras el estreno de esta película no se oyeron más que críticas hacia ella y dictámenes en pro del asesinato del Indy que todos recordamos. Por eso, cuando afronté delante de la pantalla de mi televisor la tarea de ver la película me lo tome con mucha calma y mucha filosofía esperando lo peor. Cual sería mi sorpresa que ante mi se reproducían situaciones idénticas a las que encumbraron a Harrison Ford como el arqueólogo aficionado a resolver misterios raros.

Hay un dicho que dice que tiempos pasados siempre son mejores. Eso se debe a que solemos mitificar en demasía lo que en un tiempo pasado nos gustó. Sin embargo no solemos tener en cuenta otros factores como lo novedoso que pueda ser una película o la edad con la que la visionamos. En la última entrega de Indiana Jones ocurre algo parecido. Vemos las "fantasmadas" con las que cuenta y las criticamos sin tener en cuenta que en las otras entregas hubo fantasmadas parecidas. Vemos las situaciones hilarantes existenes en esta última y la criticamso sin tener en cuenta que en otras también hubo. Vemos que ésta tiene una trama ligada al más allá y nos olvidamos que en las tres anteriores también había una trama ligada al más allá...

Fijándonos en la película como tal, vemos como sin llegar al nivel de la primera y tercera, super ampliamente a la segunda. Ésta cumple a rajatabla las peculiaridades de la tradición indy, comienzo con una misión fallada, humor sencillo pero cercano al espectador, persecuciones, acción no exagerada, efectos especiales, una trama basada en lo sobrenatural, traiciones, unos malos muy ambiciosos, la chica... Además, exceptuando alguna que otro punto flaco, todas estas características están muy bien perfiladas; especialmente un Harrison Ford que parece nacido para interpretar a Henry Jones Junior.

Sus puntos flacos son sin lugar a dudas las exageradas fantasmadas que aparecen espontáneamente, una perversión que hace que Indiana se convierta en agente secreto a lo James Bond, y demasiadas referencias a la caza de brujas.

Una peculiaridad de la filmografía de Oliver Stone es la inclusión de películas en las que a modo de documental nos muestra un acontecimiento de cierto renombre histórico. De esa forma encontramos JFK, Nixon, World Trade Center, o ésta en la que trata la vida del llamado peor dirigente de la historia de los EEUU.

La película muestra ese personaje como un ser bastante incompetente y más dado a sus aficiones y al pavoneo que preocuparse por sus responsabilidades. Además, vemos las grandes diferencias que tuvo con su padre, las ayudas que recibió gracias a este último, y como gran parte de su éxito se debió a la labor de sus asesores. Para lo cual; nos cuenta sus locuras universitarias, su poca motivación en los empleos veraniegos, su lucha contra el alcoholismo, su ascensión al poder, y su obcecación con el tema de Irak. Sin embargo, se echa en falta una visión más crítica de su gestión y de su persona: se omiten otras fuertes críticas que aparecieron durante su mandato como los pucherazos o la situación económica, y no cuenta nada sobre los batacazos económicos que se llevaron las empresas que gestionó.

Por el resto, destacar lo bien caracterizados que están los miembros del gabinete de Bush; y la poca presencia de ellos (a excepción de Colin Powell). El resto de los aspectos técnicos al igual que las interpretaciones son bastante normalitas.

Un punto negativo se encuentra en la presencia del personaje interpretado por Noah Wyle. Este personaje aparece durante una parte importante de la cinta sin ser explícitamente presentado.

Pastelosísima y larguísima película llena de estrambóticas situaciones metidas con calzador en la que una viuda empieza a recibir cartas de su difunto marido que la invitan a hacer cosas para ayudarla a ser feliz.

La película se sirve de la idea general de una novela para elaborar su trama: una mujer lucha por superar la muerte de su marido mientras va recordando momentos de su vida junto a él. Para ello contará con su madre interpretada por la siempre maravillosa Kathy Bates, las alocadas de sus amigas y el típico amigo-pañuelo.

Después de haber dicho eso, destacar que lo bueno de la película se centra en lo original de la idea principal, los paisajes de Irlanda, y algunas pocas situaciones situaciones graciosas. Las actuaciones cumplen a excepción de Lisa Kudrow que directamente no entiende la personalidad del personaje que le toca interpretar. La cinta le sobran bastantes minutos y los flashbacks terminan por aburrir.

El mensaje que trata de transmitir, lo dificil que es superar la muerte de un ser querido, no termina de verse claramente. Eso es debido a la exagerada idealización del personaje interpretado por Gerard Butler, lo poco profunda que se presenta la relación entre los dos conyuges, y las histriónicas escenas que restan credibilidad a los que se está contando.