Adaptación de la obra teatral de Rachel Crothers, que ya había sido llevada al cine en 1913 como De mujer a mujer. En ella se cuenta la historia de una novelista que se enamora de su editor, un hombre casado que duda entre las dos mujeres.

Debido a que el tema daba lugar a un componente adúltero, tuvo que pasar ciertos filtros por parte de la censura. Dirigida por Robert Z. Leonard, se da la circunstancia de que éste ya había participado filmando nuevas escenas –aunque no apareciendo acreditado– en la versión de 1931. Igualmente, el decorador Cedric Gibbons había obtenido una candidatura al Oscar por su trabajo en dicho filme; algo que repetiría en este remake, ahora junto a Randall Duell y Edwin B. Willis.

La película es una auténtica delicia para el espectador, llena de enredos muy buen hilvanados y con actuaciones más que dignas, sobre todo de las dos mujeres protagonistas, y de Robert Taylor. El amor de un hombre hacia una mujer demuestra aquí que no tiene límites y que puede atravesar e ingeniar las argucias más sofisticadas para concederte alguna posibilidad. Muy entretenida, pero mucho. Un 7,5.

Melodrama con tintes de cine negro, y la utilización del blues y jazz como señales de un modo de vida, de una filosofía. Llama muchísimo la atención que otro grande del cine, Elia Kazan, aparezca como actor en una de las pocas veces que apareció delante de una cámara de cine, y evidentemente antes de dedicarse a su carrera como realizador dejando en el 7ºo arte una huella más que profunda.

Otro realizador, no tan conocido ni tan cualificado, Richard Whorf, dio vida al personaje principal, un alegre y jovial músico, apasionado de lo que hace y que decide montar con ayuda de sus inseparables amigos una banda de blues y jazz con la que actuar en locales, ganándose la vida haciendo aquello que ama. El resultado es una interesante película donde la figura de la femme fatale juega un papel esencial. . Un 6,5.

El centroeuropeo William Dieterle, uno de esos autores que tuvieron que exiliarse en USA ante la llegada del nacionalsocialismo entre una guerra y otra, fue el encargado de llevar a cabo el biopic de un bacteriólogo alemán ganador del Premio Nobel de medicina en 1908 por sus trabajos relacionados con la química inmunológica. Cuando rodó esta película, había alcanzado bastante prestigio en el mundillo de Hollywood gracias a su estilo muy sobrio y elegante, herencia directa de ese expresionismo del que se curtió en sus principales dogmas en su país natal. Un estilo plagado de grises que derritió con mucho talento en esas primarias muestras de cine negro que forjaron la leyenda del cine americano. Pero si hubo un género que curtió la peculiar prosa del autor germano este fue sin duda el biopic.

Y es que Dieterle conocía muy bien el terreno en el que se movía cuando le propusieron dirigir La bala mágica, ya que años antes había rubricado con excelentes resultados el biopic de otro insigne científico como Pasteur en la aclamada La tragedia de Louis Pasteur, tocando parcialmente la biografía de emblemáticos personajes en sus exitosas La vida de Emile Zola y Juárez.

LALa película mantiene una ligereza y una velocidad digna de elogio, no cansa para nada, y no deja nada en el aire de la vida de este afamado inmunólogo que, además, para más seguridad de éxito, fue representado por el inigualable Edwards G. Robinson. Un 7,5.

Argumento muy manido en la historia del cine. Matrimonio que se rompe en el último instante por la ausencia de amor y huida con el verdadero ser querido. La protagonista, Jeanette Mac Donald, una estupenda cantante de ópera, cambia la comodidad y seguridad que le aporta su anterior compromiso por las penurias de no contar con nada, pero ese es el amor, renunciar a unas cosas para tener otras.

Lo que más llama la atención de esta película es ese color chillón que, para aquellos años resultaba muy acertado, de hecho la película optó a mejor fotografía en color y también dirección artística. Asimismo las escenas musicales son exageradamente largas, prácticamente toda la película es pura música., en algunos casos enlazando un número con otro, lo que, particularmente, cansa bastante, todo eso a pesar de la excelente voz de la protagonista.

Interesante melodrama que trazaba el camino de una estrella cinematográfica desde sus difíciles inicios. Planteaba el ambiente hollywoodiense con una dureza real en aquellos momentos, convirtiéndose en el precedente directo de títulos como ""Ha nacido una estrella". Constituye el primer film notable en la filmografía de su director. El film echa una mirada al Hollywood que no se ve, a lo que se esconde detrás de los focos y el glamour.

Historias de jóvenes promesas que están decididas a hacer lo que sea por conseguir un papel. Constance Bennett protagoniza la historia de la joven con ganas de triunfar en la industria del cine, y de hecho, la guapa actriz llevaba en esto del cine desde los 12 años. Dirige la historia George Cukor. En una época en la que el sonido era una nueva adquisición, los diálogos son justos, naturales, y la música, envolvente, técnicamente impecable, y no solo dentro de los parámetros de los años treinta.

Probablemente si el filme hubiera sido rodado una década después, se habría elegido filmarla en color, para mostrar todo el glamour de Beverly Hills, las estrellas y los millonarios que las rodeaban, pero como todavía el Technicolor no se había perfeccionado, la película fue hecha en blanco y negro, al que se le sacó todo el partido posible: la actriz suele tener un vestuario contrastado, de fondo oscuro y pechera o cuello claro, que resalta su pelo rubio, que brilla como la plata ante las luces del plató. Un 7.