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Críticas de EuTheRocker
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Críticas 291
Críticas ordenadas por utilidad
5
15 de febrero de 2014
11 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
La magia que encierran esos pequeños relatos cargados de imaginación que son los cuentos, permiten al narrador de historias romper las barreras de la realidad para crear universos donde la única frontera es el infinito del subconsciente. Akiva Goldsman, narrador de historias de reputada filmografía en el séptimo arte, y con algún que otro descalabro argumental en su haber, ha decidido en esta ocasión añadir a su labor de compositor de letras, la de creador de imágenes. Con un relato basado en la novela homónima de Mark Helprin, Goldsman inicia su incursión tras las cámaras con pies de plomo y temor a dar pasos en falso.

Por desgracia, ese fantástico mundo de los cuentos, no suele ser susceptible a esa necesidad de corrección formal. Las fábulas, exigen el uso de todo el potencial creativo del creador. Poner sobre la mesa recursos narrativos inverosímiles que se entremezclen en hermosa danza con los matices de nuestra realidad. Es por eso, que "Cuento de invierno", parece zozobrar en su camino por encontrar el tono de su historia. Goldsman no se atreve a dejar volar a la fantasía, y busca desesperadamente atarla a la realidad con algunas pinceladas de falsa cordura que restan verosimilitud al relato. Esta preciosa fábula, pide a gritos que la dejen volar directa al corazón de los espectadores, sin embargo, la capacidad narrativa de Goldsman tras las cámaras, corta las alas a un cuento que languidece en el temor a soñar.

Porque tras los avatares del destino que persiguen a los protagonistas de la historia, se esconde un hermoso relato, cargado de esperanza, que retoma una vez más, la eterna lucha del bien y el mal, concediendo al amor ese poder redentor que, a un servidor, tanto le hace confiar en el ser humano. Lejos de las interpretaciones pseudoexistenciales o religiosas de cada uno, la base de este cuento, es un precioso canto a la vida y a la muerte, que sin embargo, se presenta en la pantalla dibujado con trazos demasiado gruesos para la delicadeza de su mensaje. Goldsman, parece no confiar en sus propias capacidades y retiene el relato en un punto dramático que no le permite llegar a los caminos de la fantasía, algo que la cinta pide a gritos. Estancada en ese punto, el resto de elementos de la película parecen oscurecer, a excepción de la preciosa banda sonora de Hans Zimmer, sin duda, lo mejor de la obra: las interpretaciones necesitan más alma, los personajes más matices, las escenas más pasión.

"Cuento de invierno", es por tanto una de esas historias que siempre dejarán con la duda de qué podrían haber llegado a ser en manos de un director más arriesgado o con las hechuras de un gran cuentacuentos. De momento, lo que nos encontramos, es una película de precioso mensaje, con una historia delicada, pero coartada en sus ganas de alojarse en los corazones de los espectadores.
EuTheRocker
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7
5 de julio de 2014
10 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Algo perturba la mente de Nacho Vigalondo, otorgándole la capacidad de inundar cada nuevo proyecto en el que se embarca con el siempre estimable aroma de lo sorprendente. Me cae bien Vigalondo, no lo puedo negar. Es un friki, y está orgulloso de ello. Puede que en ese autorreconocimiento de su rareza resida mi admiración hacia él y esa especie de lazo que me une a todo proyecto en el que se embarca. Desde su nominación al Oscar con su maravilloso corto "7:35 de la mañana"; pasando por su paradoja temporal de "Los cronocrímenes", una de las cintas que más me hicieron reír en su momento gracias a algunos momentos surrealistas sublimes, al mismo tiempo que me mantenían en un suspense glorioso, giro de guión tras giro de guión; o incluso con ese experimento pseudorromántico que se marcó con "Extraterrestre"; Vigalondo ha demostrado en su filmografía, que para su talento e imaginación, existen pocas barreras.

Y ahora, tras un período de espera en el que a los cinéfilos en general, y a los seguidores de Nacho en particular, se nos había hecho salivar desmesuradamente, llega por fin a nuestras pantallas "Open Windows". Y desde su comienzo, se nota que estamos ante el trabajo más ambicioso de un realizador que una vez más, se pasa por el arco del triunfo la seriedad dramática y la coherencia estructural global del relato, dejando volar su enajenada mente por los derroteros más enrevesados de toda su carrera. "Open Windows", es algo más que una película. La realidad que se encierra en estos 100 minutos, está más cerca del experimento cinematográfico, que del relato visual de una historia con pies y cabeza. Una lección sobre como exprimir las posibilidades del cine, con un trabajo de montaje espectacular, que explora los límites de la gran pantalla para conseguir de esa manera una narración que en su forma, rompe esquemas, sorprendiendo en sus primeros minutos con uno de esos ejercicios de estilo que, sin duda, no dejarán indiferente a nadie, llevándose de calle a todos aquellos amantes del séptimo arte.

Con tan sólo 30 minutos de película, Nacho Vigalondo consigue más que muchos directores en toda su carrera: por un lado, establece un nuevo estilo narrativo que permite al espectador, ubicado en su butaca en una ventajosa posición voyeurista, la posibilidad de controlar prácticamente todo lo que acontece en la historia empleando las nuevas tecnologías como recurso argumental perfectamente introducido en la trama, pero guardándose el director el as en la manga siempre, de romper nuestros esquemas con los recovecos de su entramado argumental. Una vez el espectador consigue digerir la potencia visual desplegada, Vigalondo nos sacia el apetito de thriller con un relato en el que no esconde sus influencias, ofreciéndonos su particular ventana indiscreta, rezumando la esencia de el gran Hitchcock por todos los poros. Pero además, Vigalondo, que como buen friki, tiene su ego a buen recaudo, se permite el lujo de autorreferenciarse con un prólogo genial en el que es imposible no evocar reminiscencias de otras cintas del director, más en concreto su anterior título "Extraterrestre". Y todo esto, lo inunda con su particular sentido del humor, que bucea por las aguas que unen el surrealismo con la ironía, y para muestra, el personaje que interpreta Sasha Grey, que ya desde su concepción no puede evitar adherirse a los esquemas de la parodia.

Sin embargo, y pese a todas estas virtudes, "Open Windows" peca de un gran defecto que no deja crecer a la cinta más allá de ese brutal ejercicio de estilo que es. Entre tanta innovación formal, Vigalondo descuida una de las bases del relato, como es el guión. No existe una tensión dramática bien estructurada, ni sus personajes presentan un arco convincente. No quiero decir que sus interpretaciones sean malas, pues el trabajo de Elijah y de Sasha es más que correcto, pero sí que están limitadas a los vericuetos de una cinta concebida para su desarrollo visual, que no emocional. Existen giros de guión de perogrullo y algunos momentos totalmente forzados, que nos obligan a un salto de fe que muchos no estarán dispuestos a dar.

Yo, sin embargo, os aconsejo desde mi pasión por este loco director, que os olvidéis de esos principios morales que os obligan a pedir coherencia a todo proceso narrativo, y os dejéis llevar por una montaña rusa de diversión que sorprende gracias al ingenio y la imaginación de un minucioso puzzle visual que sin duda, es un regalo para aquellos que no pierden la esperanza en la capacidad de reinvención de esa pasión que es el cine.
EuTheRocker
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4
23 de octubre de 2014
9 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Siempre intento ser coherente con las críticas que escribo y pretendo situar cada película dentro del contexto para el que ha sido concebida, valorando el público al que está destinada, los medios con los que se ha desarrollado el proyecto y la intención comercial del relato. Sin embargo, muchas veces, los estudios, parecen desear que sus cintas sean vapuleadas, ofreciendo títulos de consumo rápido que, pese al trabajo de la gente que hay detrás de las cámaras, nacen de un punto de partida completamente carente de originalidad y pretensión de calidad.

Las tortugas ninja, personajes creados en los años 80 por Kevin Eastman y Peter Laird, son personajes que por méritos propios o ajenos, pertenecen a la cultura popular gracias a un largo recorrido que comprende su paso por las viñetas, series de televisión tanto en los 90 como en la actualidad, y una trilogía de películas desarrolladas en los 90 de dudosa calidad, pero que consiguieron una pequeña legión de seguidores entre aquellos infantes consumidores de pizza y de artes marciales light entre los que yo me hallaba. Ahora, en el año 2014, y en plena fiebre del cine de superhéroes y del reboot, Michael Bay busca exprimir la gallina de los huevos de oro con una película cuya mayor virtud es convertir los títulos anteriores protagonizados por esta cuadrilla de reptiles saltarines en notables producciones que se crecen al ser comparadas con este despropósito de obra.

Oliéndose el tinglado, Michael Bay, que aunque chapucero, no es tonto, cedió las labores de dirección a un discípulo suyo en esto del blockbuster dopado, como es Jonathan Liebesman, quien demuestra carecer en todo momento de conocimiento del material previo, convirtiendo esta nueva versión de las cuatro tortugas ninja adolescentes mutantes en un ejercicio vació y sin alma, cuyo mayor e insalvable defecto es no respetar siquiera al público al que va dirigida. Porque nos encontramos ante una cinta concebida para el consumo infantil que, sin embargo, está lejos de ser del agrado de ese exigente grupo de consumidores. Con una primera hora de metraje tediosa, centrada en el personaje de una nefasta Megan Fox, para cuando la cinta busca despertar de su propio letargo, lo hace de manera lenta y carente de todo espectáculo y ritmo. Y no es hasta LA HORA DE DURACIÓN, cuando el espectador por fin, puede disfrutar de la única escena que compensa un poco el visionado de una cinta que echa por tierra las pequeñas virtudes de los personajes de Eastman y Laird. Las tortugas, parecen personajes invitados a su propia fiesta, desaprovechando los conflictos internos que estos personajes podían desarrollar fruto de la lucha de egos, y son convertidos en marionetas expendedoras de chistes zafios y de humor sin gracias que ralentizan el ritmo de una trama que no existe y que gira en torno a un conflicto carente de interés con un villano salido de un mal folletín o de un serial cutre de los años 40, lejos del Shredder que tantos desvelos genero a mi generación. Para más inri, la cinta se permite desaprovechar a actores como Alan Ritchson y Whoopi Goldberg, que podían haber funcionado como excelentes pilares secundarios; o incluso hacer que un actor de marcada vis cómica como Will Arnet (Arrested Development), no haga reir ni a su sombra.

Una película concebida para el consumo fugaz, pero que dificilmente agradara a los seguidores de ese tipo de cine, por no tomarse en serio su intención, ni a su público potencial, ni su punto de partida, ni nada de lo que en ella ocurre. Un despropósito mayúsculo que, para hacer más sangre, consiguió auparse a lo más alto de la taquilla estadounidense, en la enésima demostración de que el éxito, nunca ha sido sinónimo de calidad.
EuTheRocker
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6
18 de junio de 2014
9 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
No siempre es fácil conseguir imprimir un sello personal a tu legado artístico. Muchos son los que lo intentan, y se pierden en el camino de la huella que aporte carácter a su trabajo. La estadounidense Patricia Highsmith, consiguió esta complicada tarea, gracias a un universo literario que diseccionaba en su conjunto una parte concreta de la sociedad. Las novelas de Highsmith están plagadas de personajes de una decadente clase alta, deconstruida en base a una dudosa moralidad donde la ambigüedad de valores se entremezcla de manera constante con una tensión sexual primitiva que lleva las acciones de cada ser humano por los derroteros de los instintos. Estafadores y mentirosos dados de la mano con adinerados cuyos vicios sólo pueden ser saciados a través de una amoralidad latente en cada relato. Un juego de falsas identidades y latentes pasiones que encontró en la gran pantalla uno de sus mayores aliados a la hora de proclamar las virtudes de una escritora que supo dominar los mecanismos del relato de suspense de manera magistral. Por ello, gente como Hitchcock, o películas como "A pleno sol", han buceado en la sádica ironía del destino que persigue a los personajes alumbrados por la genial autora.

Un destino que juega sus cartas siempre con un as en la manga, consiguiendo vencer a unos personajes que, en el caso de "Las dos caras de enero", conforman un triángulo de pasiones viscerales y secretos inconfesables, y que en manos del guionista y, aquí también, director novel Hossein Amini, vuelven su mirada hacia las pautas del cine negro de aroma más clásico para estructurar un relato ejemplar que bebe de la mejor tradición del celuloide. Porque ya desde la presentación de sus protagonistas, Amini mide los tiempos de su narración con el aroma de los grandes directores de los años 40 y 50. "Las dos caras de enero" destila por los poros ese aroma a humo y sudor frío que recorre la pantalla; con juegos de miradas de por medio y gestos tensos en la mejor escuela de Bogart o Cagney.

Contar con un reparto en el que figura un trío de grandes actores como son Mortensen, Dunst e Isaac, ayuda a redondear el resultado final de una notable cinta. Del primero, alabaré siempre su carácter y valentía a la hora de encauzar una carrera que lejos de vivir de las rentas que le podía haber reportado la famosa y colosal trilogía de los anillos, siempre busca nuevos retos con los que construir una soberbia filmografía en el séptimo arte. De Dunst admiro su potencial sexual encerrado en una actriz de formas clásicas y presencia imponente en pantalla, y para el que dude de ello, que revisione su magnífico trabajo en "Melancolía"; y de Oscar Isaac admiro la magia de su mirada y la grandeza de sus interpretaciones, uno de esos actores a los que se les augura una más que próspera carrera en el cine. Ellos tres, elevan el relato de Amini por encima de la simple repetición de esquemas clásicos, consiguiendo el plus de calidad que lleva a la película a cosechar un resultado notable para el que esto suscribe.

Porque si bien se agradece una mirada atrás a esas películas de oscuros personajes y de pasiones ocultas que durante años nos dejó algunas de las mejores y más inquietante películas del séptimo arte, se echa en falta ese "algo" que consiga diferenciar a Amini de otros directores: su marca personal. Porque como ya indiqué al hablar de Highsmith al inicio de esta crítica, una de las partes más complicadas a la hora de desarrollar el potencial creador, es saber distinguirse de los demás, y Amini, de momento, tiene pendiente esa asignatura, si bien se vislumbran las hechuras de un correcto realizador que consigue con "Las dos caras de enero" un inquietante homenaje al cine que mejor ha sabido desnudar los instintos más animales del ser humano y sus juegos prohibidos.
EuTheRocker
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Buenas migas (C)
CortometrajeAnimación
Estados Unidos2014
7,0
3.711
Animación
8
22 de diciembre de 2014
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ser capaz de contar la misma historia de siempre, de manera que resulte tan sorprendente como la primera virtud, esconde la complicada virtud del talento bajo sus hechuras. Hacer de lo desgastado, un nuevo traje con el que ilusionar como la primera vez; crear la magia de lo inesperado a partir de lo conocido. Todo eso, es lo que muchas veces, hace grande estas pequeñas maravillas de cortos de animación que, tanto Pixar, como en lo últimos tiempos Disney, vienen regalándonos. Auténticas demostraciones de concisión y emoción; de sentimiento y claridad narrativa.

Tan solo con la ayuda de un perro, el eterno mejor amigo del hombre, y su apetito voraz, Patrick Osborne establece un hermoso paralelismo con el ser humano, y sus relaciones afectivas, en especial las amorosas, con especial atención a la evolución de las mismas a lo largo de tiempo. Contando para ello, además, con ese talento innato, propio de la casa, para crear de la nada, personajes entrañables capaces de generar ternura y afecto desde el primer fotograma.

De poco importa el exceso de bondad y sentimentalismo del desenlace, si al final, con sólo dos palabras, y un buen puñado de imágenes perfectamente creadas y ensambladas, eres capaz de emocionar al que todo lo ha visto, como si fuera la primera vez.
EuTheRocker
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