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Críticas de Kick'Em Ars
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Críticas 191
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
7
28 de junio de 2008
44 de 63 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una película puede ser buena porque el actor esté muy bueno, porque cada plano tenga la duración justa, porque las frases sean geniales, porque a uno le haga reír (si es de risa) o llorar (si es lacrimógena), porque utilice las luces y las sombras para expresar sentimientos, porque tenga unos efectos especiales del copón, porque todo el mundo diga que es buena, porque cuente la historia de siempre y parezca original...

Incluso, una película puede ser buena por su mensaje.

The happening envía, directamente de sus imágenes al cerebro del espectador, un mensaje sencillo e impactante: nos estamos suicidando sin saberlo; nos cargamos el planeta sin parecer que nos importe y, cuando esté hecho unos zorros, habremos acabado con nosotros mismos, así, casi sin conciencia de ello. Y como inconscientes que somos diremos por la tele "han sido las plantas, ha sido el aire". Pues no, amiguete, ha sido un suicidio. Inconsciente.
Kick'Em Ars
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3
15 de junio de 2008
12 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
En un hospital arruinado, cuyo personal no cobra su sueldo, donde escasea el material, el aire no funciona, el director se ha fugado, hay un pediatra con ínfulas de cirujano y una enfermera que no sabe localizar las venas, un paciente con quemaduras en casi todo su cuerpo muere por un fallo médico. Mientras los implicados deciden sobreseer el pertinente informe y ocultar las pruebas, nadie se acuerda de un paciente que espera en urgencias aquejado de una rara enfermedad que vuelve la sangre y los tejidos de color verde. Y date que resulta una enfermedad contagiosa y, por culpa del tonto olvido, se extiende entre el personal.

Llena de tópicas soluciones visuales y con un guión por momentos absurdo, Infection es una película insuficiente en todos los sentidos. Incapaz de superar su premisa inicial, un hospital dejado de la mano de dios, durante la primera media hora de metraje se afana en mostrar de forma ridícula la desidia del personal médico: lo de la enfermera que practica pinchazos con el paciente es de traca, como sonrojante es la explicación que da una doctora para explicar por qué una manzana roja se ve roja. Pero tampoco se luce cuando se convierte en una coctelera de Alien, Ju-on (1) y Hospital central. No hay clima de terror, solo reverberaciones de otras películas con atmósfera más conseguida, como Chakusin ari (2) o la citada Ju-on. Podría parecer una parodia del cine de terror oriental contemporáneo pero ni por ésas, ni siquiera su quebradizo sentido del humor la salva. Una pena.

(1) La maldición
(2) Llmada perdida
Kick'Em Ars
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9
27 de octubre de 2007
21 de 34 usuarios han encontrado esta crítica útil
A las órdenes del teniente Benson, apenas una veintena de hombres en compás de espera se ven inmovilizados por el asedio invisible de los soldados coreanos. Su jeep, con los víveres y las municiones, ha quedado inutilizado. El teniente se frota la cara, quizá presa del sueño, quizá dominado por la desesperación. El soldado Zwickley argumenta que su tiritona se debe a la fiebre, aunque tal vez sea fruto del miedo. Otro soldado parece estar dormido pero su compañero descubre que ha muerto atravesado por una bayoneta enemiga. El objetivo del pelotón es conquistar una posición, una colina. El camino es seco y penoso. Bañado por un viento incesante y por un sol implacable.

Anthony Mann filma el rostro humano en un nítido blanco y negro, una fotografía de primeros planos que lee el miedo, el sufrimiento, la frustración y el dolor en cada mirada, en cada gota de sudor. No es preciso mostrar cuerpos desmoronados, ni enjambres de proyectiles, ni amontonamientos de cadáveres, ni pantallas teñidas de rojo para reflejar el horror de la guerra. La guerra y su deshumanización están escritas en el rostro de cada soldado.

Mención especial para Robert Ryan. Un actor de gesto adusto y hombros de plomo, un rostro que podía encarnar la maldad y la corrupción de manera genial, pero también la duda y la fragilidad del que juega en el alambre y la bondad del duro, del desplazado. Y todo sin cambiar apenas de registro, con solo relajar o no los pómulos. Una cara para el cine, una cara para siempre. Junto a Sterling Hayden, uno de los mejores rostros para jugar al póker que jamás se han visto en la gran pantalla. ;)
Kick'Em Ars
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7
22 de octubre de 2007
59 de 76 usuarios han encontrado esta crítica útil
A medio camino del lirismo y del discurso elemental, Peter Fonda y Dennis Hopper escriben e interpretan Easy rider, un alegato de la libertad y una denuncia de los falsos valores en que se asentaba la sociedad norteamericana, convulsionada ante la recesión económica, la segregación racial, las tensiones internacionales y la represión contra las actitudes progresistas. Evidentemente, hablamos de la sociedad americana de los 60.

Aprovechando que el auge del rock facilitó que muchos autores usaran este medio de expresión para arremeter contra el sistema, Hopper, en su primera película como director, filma el viaje de dos moteros melenudos por las solitarias carreteras de California a Louisiana al ritmo de Steppenwolf, The Byrds, The Band, Dylan, Hendrix, McGuinn (solito) y otros tipos subversivos…

Fonda y Hopper interpretan a dos jinetes modernos: Wyatt y Billy cruzan las inmensas praderas y los bellos desiertos de los EE.UU., al caer la noche charlan alrededor de una hoguera y duermen al raso. Pero sus cabalgaduras son unas imponentes motos. En vez de mascar tabaco fuman marihuana. Y no comercian con vacas sino que trafican con cocaína. Su condición de nuevos jinetes se evidencia en la secuencia en la que tienen que arreglar una rueda junto a dos viejos vaqueros que, al tiempo, hierran un caballo. Además, sus nombres son homenajes a legendarias figuras del viejo oeste, el sheriff Wyatt Earp y el fuera de la ley Billy the Kid.

En su itinerario, el objetivo se deleita en los rostros al viento y en las motos, que dejan a su paso un paisaje de presencia inalterable. Y en las paradas hay tiempo para visitar una comuna hippie y una cárcel de pueblo. Y un bar lleno de rednecks recelosos de lo que no sea el estilo de vida que conocen, tanto como para...
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Kick'Em Ars
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8
19 de octubre de 2007
20 de 29 usuarios han encontrado esta crítica útil
Playas de fina arena. Negras macumberas. Samba en cualquier rincón. Turistas practicando el ala-delta. La inevitable capoeira. Y hermosas garotas de praia. El más exuberante Rio de postal turística es el destino vacacional de Michael Caine, un cincuentón estadounidense. Un recién separado que pasea por Copacabana con una ridícula camisa que cubre la desnudez que tanto le avergüenza. Sin embargo, sus ojos se le salen de las órbitas con las chicas en top-less. Por su condición masculina, por su edad y por su educación, la tentación tiene, sin duda, la batalla ganada.

De acertados e irónicos diálogos, sin alardes narrativos ni visuales, de Blame it on Rio resaltan su naturalidad, un ritmo y un clima de comedia perfectos, y la deliciosa compenetración cómica de Michael Caine y Joseph Bologna. Méritos achacables a un viejo maestro de la comedia. Stanley Donen.
Kick'Em Ars
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