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España España · Madrid, Jaca
Voto de jaly:
7
Drama. Comedia Ricki es una guitarrista que lo abandonó todo para alcanzar su sueño de convertirse en una estrella de rock. Su ex marido Pete le pide que viaje hasta Chicago para visitar a Julie, la hija de ambos, pues se está divorciando y necesita apoyo. (FILMAFFINITY)
18 de octubre de 2015
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una de las mayores virtudes de Meryl Streep es que ella es capaz de dotar de profundidad y complejidad a una película que protagonizada por otra actriz sería banal. Soy un devoto admirador de su trabajo, y aún siendo consciente de que algunas de sus últimas películas están muy por debajo de su talento (por ejemplo, Mamma Mia!, La Dama de Hierro, Hope Springs, The Giver o Into the Woods), sus encarnaciones de los personajes que aparecen en todas ellas, y en los grandes films de su filmografía son, todas y cada una de ellas, verdaderas lecciones de interpretación. Puede no ser la actriz más selectiva con los directores y los guiones que acepta (me vienen a la mente otras grandes de la pantalla como Naomi Watts o Julianne Moore, que sí cuidan más sus elecciones), pero mucho me temo que, como todo en Hollywood cuando algo funciona, es convertido en un producto y eso implica ciertas “obligaciones contractuales” y riesgos que la industria no está dispuesta a asumir, como por ejemplo ver a Streep en otra clase de películas más incómodas que la que aquí nos ocupa.

Porque Ricki, que no es una mala película, pero tampoco una buena, podría ser mucho más incómoda y visceral, podría indagar más en el verdadero dolor y el verdadero abandono en el que los personajes están sumidos. En lugar de eso, el guión de Diablo Cody (cuya gran baza son los diálogos más afinados y “listillos”) y la dirección de Jonathan Demme (al que se agradece cuando se centra de forma absolutamente justificada en la música), apuestan por un tono más amable y más pendiente del perdón entre sus personajes. No obstante, hay en todos ellos cierta amargura, verdadera profundidad, y gracias a eso Ricki no se convierte exclusivamente en un mero entretenimiento familiar. También su gran virtud es el avance que supone en el ámbito de la comedia comercial: no trata de aleccionar sobre los buenos “métodos de vida” y asume como normal el dar la espalda a un cierto estilo de vida burgués tan defendido desde el cine de Hollywood. En este sentido, Ricki es tal vez mucho más valiente de lo que aparenta, aunque sea centrándose en la faceta más luminosa de sus conflictos.

Pero como decía en el primer párrafo, hay intérpretes tan buenos que son capaces de dotar de verdadera vida a historias o enfoques que a priori parecen equivocados, y ese es totalmente el caso de Ricki. Todo el reparto refuerza esta sensación, encontrando además una absoluta revelación en el trabajo, tanto en el registro cómico como trágico, que hace Mamie Gummer.

Y por supuesto, el centro –demasiado evidente- en torno al cual está construida Ricki es Meryl Streep, su interpretación, su estatus de estrella y su personaje. Y Streep es capaz de aunar estos tres conceptos y hacer que la película se explique a través de su trabajo. Porque de nuevo la persona que Streep crea parece un documento de alguien real viviendo la situación extraordinaria (por fuera de lo común) que plantea el guión. Su cuerpo, sus movimientos, su voz rasgada, su exceso de maquillaje, su escasa templanza, su resistencia a lo convencional, sus dedos en la guitarra, su aullido más que su canto, sus miradas a lo que ama y a lo que odia… todo eso construye a una mujer que huye del tópico, y que gracias a ella, hace huir a toda la película entera de lo rutinario.
jaly
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