Las escasas críticas y la relativamente baja puntuación de Yentl, son datos que sorprenden a primera vista tras haber visto la película. En el momento de su estreno, pese a convertirse en un éxito de masas y que la crítica reconoció en muchos apartados, las labores principales de Barbra Streisand quedaron aparte. ¿Por qué? En ambos casos la fama de temperamental y severa de la directora/guionista/actriz/productora/cantante/compositora pudo jugar en su contra; o tal vez el hecho de ser mujer. O tal vez algo mucho menos pragmático y plausible que estos hechos. Tal vez el mundo competitivo de hoy, y más aún el mundo del espectáculo, no es capaz de aceptar, sin que la envidia inunde las valoraciones, que una sola persona pueda reunir tantas dosis de talento, en tantos apartados, que sea capaz de pergeñar en si misma tantas virtudes artísticas, que tenga una voz prodigiosa, casi inhumana, que sepa cómo mover una cámara, que sea una feroz mujer de negocios, que también actúe de manera sensible...

En cualquier caso, esos logros son algo innegable, y al valorar Yentl, lo que más debe alabarse es que una película que reúne todos esos talentos, es nada menos que la primera de Streisand. Una película con vocación de clásico, con formas de superproducción romántica de las de siempre, con mensaje humanitario y faceta musical clásica.

De una historia sobre el aprendizaje, el ansia incontrolable por comprender mejor el mundo en el que estamos, por estudiar las facetas del comportamiento y la bondad humana, en la película, pasados por el tamiz judío, que podría ser cualquier religión, ya que, en esencia, todas querrían buscar esas máximas vitales; Streisand construye un portentoso drama romántico y de reivindicación, sobre el papel de la mujer en tiempos pasados y los derechos de equidad, ya que la sabiruía era un bien que no gozaba de posesión universal. Pero además de reivindicar estos conceptos, Streisand consigue que su historia, la de Yentl, resulte humana y cercana, y que con conflictos tan lejanos aparentemente como los de judíos de la europa del este de principios del Siglo XX, emociona y conmociona al enseñar a todo aquel que vea Yentl valores de las relaciones humanas, leyes de la atracción, del deseo y del amor, aún partiendo de un triángulo amoroso extremo de dobles identidades y atracciones.

He disfrutado con Yentl como sólo con los grandes melodramas clásicos se disfruta, es una película que emociona, con su maravillosa música, con su viva historia de amor y que hace que el espectador tenga ganas de enriquecerse y de extraer del mundo todas las sabidurías que se nos ofrecen: mentales, filosóficas o emocionales.