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España España · Cáceres
Voto de Sinhué:
8
Romance. Drama Casim (Atta Yaqub), un joven escocés de origen paquistaní, es un DJ que sueña con abrir un club con su mejor amigo. Sus padres, que emigraron al Reino Unido en los años sesenta, tienen en Glasgow una tienda de comestibles y prensa. Siguiendo la tradición musulmana, han decidido que Casim se case con su prima Jasmine. Casim tiene dos hermanas: Rucksana, la mayor, está prometida a un un joven del agrado de sus padres. Tahara, la pequeña, ... [+]
30 de enero de 2019
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los hay que, en su infinita inocencia, llegan a considerar que aquellas cosas que se han superado alguna vez ya no vuelven a suceder. Por ejemplo, si conocen el caso de un senegalés que se casó con una sueca, y fueron felices y comieron perdices, dan por seguro que las uniones interraciales son ya perfectamente naturales y aceptadas por todos, o si estudiaron el éxito de una huelga obrera consideran que los derechos ganados quedan escritos en piedra por toda la eternidad. ¡Ojalá!, por desgracia los avances en libertades y justicia social hay que seguir apuntalándolos día a día, porque el enemigo es muy poderoso y lo que cuesta mucho ganar, en cuanto nos descuidamos podemos darlo por perdido.

El comentario anterior viene al hilo de algunas reflexiones que provoca la película de Ken Loach que hablan de exageración o de historia "viejuna" sin vigencia en los albores del siglo XXI. ¿En qué mundo viven estos pensadores piernicortos? ¿Cómo pueden haberles hecho creer que esta modernidad digital y globalizada ha sepultado los sentimientos racistas, clasistas e inquisitoriales del medievalismo religioso? ¡Claro que los amores entre una cristiana y un musulmán siguen siendo una bomba, aunque sea dentro de una comunidad tan plural como la del Reino Unido!

Las razones por las que costumbres y culturas decadentes siguen imponiendo relaciones antinaturales, y no solo me estoy refiriendo a los pakistaníes, hay que buscarlas en el afán de salvaguarda de unos valores que, esos sí, están más que caducados:
- Por un lado quienes fabrican guetos y fronteras para no contaminarse, mientras predican desde el púlpito electoralista que su mayor logro y riqueza es la multiculturalidad (lo suelen decir, sin rubor, cuando rinden honores a un genio o campeón olímpico, aunque no tenga ocho apellidos flemáticos)
- Por otro quienes pretenden que sus hijos, nacidos en el país, no se integren, si quieren, y sigan viviendo como lo hacían sus abuelos, allende los mares, en aquellos territorios de los que fueron expulsados por falta de pan, aunque justo es reconocer que muchos de esos chuscos se los llevaron los invasores, también llamados colonizadores.

Muchos besos van a hacer falta para dinamitar el monolitismo religioso que dificulta en exceso que crezcan a su sombra conceptos como el amor y la tolerancia.
La acusación tópica y gratuita en cuanto al maniqueísmo de Loach queda desmontada, una vez más, en este complejo romance. El director se limita a exponer la situación y es el espectador el que toma parte o se mantiene al margen, porque todos los personajes tienen sus razones, no solo para acertar, también para equivocarse.
Sinhué
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