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España España · Cáceres
Voto de Sinhué:
7
Drama Segunda mitad del siglo XVII. Dos jóvenes jesuitas portugueses viajan a Japón en busca de su mentor, el conocido misionero Padre Ferreira. Los últimos rumores indican que, tras ser perseguido y torturado, Ferreira ha renunciado a su fe, algo difícil de creer para los sacerdotes que parten en su búsqueda. En Japón ellos mismos vivirán el suplicio y la violencia con que las autoridades japonesas persiguen a los cristianos, a los que ... [+]
16 de enero de 2017
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
En esta ocasión Martin Charles Scorsese, hijo de una pareja siciliana, nacido en Nueva York hace 74 años, aprovecha el buen trabajo realizado por el japonés Masahiro Shinoda, adaptación de la novela de Shusaku Endo, para explayarse en el impacto que unos misioneros jesuitas causaron en el Japón del siglo XVII.
La ocasión propicia que el gran director utilice un hecho histórico para reflexionar sobre la permeabilidad de los ignorantes y desamparados a las nuevas teorías redentoras; el peligro que suponen las doctrinas catequistas para los poderes establecidos, máxime si resultan tan extrañas como las que pretendían introducir los occidentales en las culturas orientales de mil seiscientos cincuenta y lo importante que era para los feudalistas nipones arrancar las raíces principales, de lo que ellos consideraban mala hierba, y lo pacientes que eran en su estrategia.

Por otra parte, durante las casi dos horas y media que a algunos les han parecido una eternidad (no es mi caso), las preguntas y dudas sobre la fe, martillean el subconsciente del espectador, a la par que el de los protagonistas. Curiosamente quienes lo tienen más claro son los mártires del pueblo que llevan su fanatismo y creencias, salvo una repetitiva excepción, a las últimas consecuencias.
Son los mismos análisis y cuestiones espirituales que debió plantearse el propio director, que planeó en un momento de su juventud ordenarse sacerdote: ¿merece la pena el esfuerzo?, ¿por qué Dios permanece en silencio?, las creencias huyen de las evidencias científicas, ¿saben los nativos de qué hablan los frailes, o solo esperan la recompensa del más allá?, el ministerio pastoral es una ilusión a lomos de la teórica, ¿los logros salvan vidas, hacen que la gente viva mejor?, ¿qué nos diferencia de la brujería, la superstición o de cualquier otra secta?...

El buen hacer del veterano cineasta queda patente en el ensamble de todas las piezas (fotografía, música, dirección de actores..), consiguiendo que vivamos instantes de angustia y que también, hasta los ateos, demandemos una respuesta divina que frene la injusticia y el genocidio.
Quizás el Altísimo no es mudo, simplemente es que no existe, y las religiones sirvan para alimentar actos de maldad que de otra forma serían difícilmente explicables.
Sinhué
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