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España España · Cáceres
Voto de Sinhué:
8
Drama A finales de la Época Heian en el siglo XII, el gobernador de un pueblo es enviado al exilio. A pesar de que su familia quiere ir con él, ninguno podrá acompañarle, pues, engañados por una vieja que se hace pasar por sacerdotisa, son vendidos como esclavos por separado: la madre por un lado y los hijos por otro. (FILMAFFINITY)
23 de septiembre de 2021
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cine clásico sin fugas, sin pérdidas de identidad, sin desafortunados envejecimientos...CINE CLÁSICO.

El intendente es un "digno" representante de los hombres de su clase y categoría; en el siglo XII, que le tocó vivir; y por extensión e influencias, noventa décadas después. ¿Cuántos Sanshos siguen pululando, cual sabandijas, al amparo del poder menos escrupuloso? ¡Es la condición humana, mon ami! Pueden pasar siglos pero las pasiones, (eufemismo que se inventó para suavizar la séptima acepción del vocablo, que dice: Apetito de algo o afición vehemente a ello), siguen siendo ese instinto irrefrenable que, coronado por la inteligente maldad, nos convierte en animales despreciables.
Kenji Mizoguchi (1898-1956) es uno de los cronistas ideales del feudalismo japonés que se extendió hasta bien entrado el siglo XX, y que vivió en propia carne: su padre acabó vendiendo como geisha a su hermana. De ahí tal vez la gran humanidad y máxima solidaridad que demuestra hacia las mujeres prostitutas, a las que toma como ejemplo de injusta opresión y lucha feminista en las muchas películas en las que trató el tema, una verdadera obsesión en su carrera.

La pobreza en la que se desarrolló la infancia del gran director tokiota, hace que tome partido por las clases oprimidas, en el caso que nos ocupa por los esclavos, que son todos aquellos que tienen la mala suerte de no pertenecer al bando ganador, no se venden al mejor postor y son unos "cabezotas retrógrados", incapaces de cagarse en sus principios.
Kenji, sin duda, fue un adelantado a su tiempo, un auténtico referente que ya hizo el mejor cine neorrealista, antes incluso de que el gran Roberto Rossellini rodara "Roma, ciudad abierta" en 1945. Para entonces él ya había firmado maravillas como: Las hermanas de Gion (1936) o Historia del último crisantemo (1939), en las que como en El intendente Sansho queda explícita su denuncia a favor de los más desamparados.
Sinhué
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