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Voto de Simsolo:
9
5,9
4.150
Drama
Libre remake de “La piscina” (Jacques Deray, 1969), centrado en el complejo y progresivamente siniestro juego de relaciones que se forma entre un grupo de cuatro personas: una estrella de rock que se está recuperando de una operación a orillas del Mediterráneo, su pareja, su antiguo representante y amante, un hombre tan excéntrico como peculiar, y la joven y sexy hija de este último. (FILMAFFINITY)
13 de junio de 2021
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aunque a ratos lo parezca, “Cegados por el sol” está lejos de resultar insustancial. En ella se habla de dioses en contraposición con el común de los mortales. Seres tan cargantes como admirados, que disfrutan de su olimpo particular ante la aquiescencia de sirvientes y tenderos. La buena vida reluce en un indulgente verano; el desvalimiento vendrá después. El primer tramo de la película es magnífico en su representación de la vacuidad: la móvil puesta en escena acentúa la extrañeza de ese universo regido por la indolencia, cuyo leitmotiv es la piscina. No hay mejor manera de mostrar el lujo carcomido por la retórica de los que disfrutan del dinero y la brillantez creativa. La cantante interpretada por Tilda Swinton (una actriz peculiar, elegida a conciencia) y su benévolo acompañante, cultivan una complicidad perfecta. Incluso físicamente se están tocando todo el tiempo: Guadagnino muestra esa corriente interna con detalles que a veces, en las composiciones generales, pueden pasar desapercibidos. La llegada del embriagador Fiennes quiebra ese equilibrio y hace tambalearse el cosmos de salitre, barro y mar de la pareja.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
El dios díscolo es un productor y antiguo amante que surge de la nada en compañía de una supuesta hija, toda ella arbitrariedad, distancia y mudo desparpajo. El dúo deviene en cuarteto y se suceden las escenas en las que, solo en apariencia, la holganza intelectual domina la narración. A través del sarcasmo y la mentira se hace inventario de un pasado mordisqueado por el presente. Los dos hombres compiten como adolescentes, azuzados por alguna ninfa circunstancial de visita, y vuelven a competir en el mismo elemento al final de la película. En el desenlace la trama policial carece de relevancia. No estamos en un “polar” a lo Chabrol, tampoco en un verano epidérmico, propio de un Rohmer. No se trata de delatar al culpable, sino de defender la hipocresía cortando las malas hierbas del jardín propio. Todos saben o sospechan lo sucedido y todos perdonan, porque incluso en la maldad hay graduaciones etílicas. Bajo la lluvia de las últimas escenas, los personajes se despojan de la impostada teatralidad de la opulencia y deambulan perdidos. Puede que los veamos juntos, pero en realidad transitan por sendas equidistantes. La soledad de Dakota Johnson en el avión que la expulsa del malogrado Edén sobrecoge.
A Guadagnino no le tiembla el pulso y juzga sin dictámenes ni censuras. El mundo actual es así, egoísta, reaccionario en su falta de principios. La sexualidad es un axioma, el disfrute un antídoto para la oscuridad. Los atribulados dioses que ha contemplado y filmado mantienen su impronta, relucen incluso con la muerte flotando entre dos aguas. La bomba que vacía la piscina dispersa el placer y riega la tierra reseca, estéril. Al final, el buen policía solo busca el consuelo de un autógrafo, una dedicatoria que exhibir. Únicamente la muerte le ha permitido rozar con las yemas de los dedos el cielo de los elegidos. Atrás quedan las pieles expuestas al sol, la hermosa carnalidad que conduce al hastío. El cinismo como idioma. El amor ha sido desterrado de la faz de la tierra –si es que alguna vez estuvo allí- y la sensación de soledad se enquista en los rostros de los que van y vienen sin encontrarse nunca.
A Guadagnino no le tiembla el pulso y juzga sin dictámenes ni censuras. El mundo actual es así, egoísta, reaccionario en su falta de principios. La sexualidad es un axioma, el disfrute un antídoto para la oscuridad. Los atribulados dioses que ha contemplado y filmado mantienen su impronta, relucen incluso con la muerte flotando entre dos aguas. La bomba que vacía la piscina dispersa el placer y riega la tierra reseca, estéril. Al final, el buen policía solo busca el consuelo de un autógrafo, una dedicatoria que exhibir. Únicamente la muerte le ha permitido rozar con las yemas de los dedos el cielo de los elegidos. Atrás quedan las pieles expuestas al sol, la hermosa carnalidad que conduce al hastío. El cinismo como idioma. El amor ha sido desterrado de la faz de la tierra –si es que alguna vez estuvo allí- y la sensación de soledad se enquista en los rostros de los que van y vienen sin encontrarse nunca.