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España España · Barcelona
Voto de eristuff:
3
Terror. Ciencia ficción. Acción El Doctor Michael Morbius (Jared Leto) es un bioquímico que sufre una extraña enfermedad en la sangre. Al intentar curarse y dar una respuesta a su trastorno se infecta sin darse cuenta con una forma de vampirismo. Tras la cura, Michael se siente más vivo que nunca y adquiere varios dones como fuerza y velocidad, además de una necesidad irresistible de consumir sangre. Trágicamente convertido en un imperfecto antihéroe, el Doctor ... [+]
6 de mayo de 2022
14 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
Para que no se diga que no aproveché yo también la fiesta del cine, fui a ver esta palomitera película al cine Comedia, que hace honor a su nombre. No voy a profundizar sobre ello porque al fin y al cabo es un cine y hay que apoyarlos. Como ya imaginaba dadas las aciagas circunstancias y a pesar de ser en versión original, la sala estaba bastante llena y con todas las garantías de contagiarme finalmente de COVID. Predominaba la gente joven e inexperta en el trato hacia otros seres humanos, particularmente en salas de cine, cuya baja iluminación les induce a seguir unas pautas sociales similares a las que observan en pubs y discotecas.

Como es lógico, ya iba preparado mentalmente para ello y he aguantado con la flema que me caracteriza las situaciones habituales pero no por ello menos reprobables que todos conocemos: continuos comentarios en voz alta sobre la película o la vida en general, ruidos de masticación, crepitar de bolsas y sin faltar los clásicos toquecitos en la butaca, alabados sean. Lo que no me esperaba es que el joven de atrás, en un momento de inspiración divina provocado por una picazón gargantil, decidiera que la mejor forma de resolver la tesitura fuera situar su cabeza un palmo sobre la butaca que tenía delante (mi butaca), inclinarla (su cabeza) hacia abajo y aliviar sus vías respiratorias sobre mi coronilla, cuyos cabellos por cierto habían sido cortados apenas dos horas atrás. En ese momento comprendí que la flema, si bien no puedo asegurar pero confío en que no llegara hasta mi coronilla, había alcanzado cotas suficientes como para no tener más remedio que cambiarme de sitio, eligiendo a tal efecto la opción más evidente, dado que la butaca delantera y su contigua estaban vacías.

Sin demorar ni un instante la decisión, eché mano de chaqueta, mochila y botellín de agua que, dada la inexistencia de espacios destinados a tal efecto en las butacas, reposaba directamente sobre el suelo, y recorrí los escasos centímetros que me separaban del ansiado oasis de paz que representaba mi destino, no sin ello provocar ahogadas risas en el grupo de atrás, risas que quizás ocultaban cierto sentimiento de vergüenza y contrición en el individuo tosedor, pero francamente jolgoriosas entre sus acompañantes.

En tal punto del relato cabe entonar un mea culpa que nos recuerde que en este valle de lágrimas nadie está libre de pecado, pues a causa de la celeridad y concentración requeridas para ejecutar con precisión la maniobra de cambio de butaca, unidas a la baja iluminación que antes mencionábamos, potenciada por una escena especialmente oscura en el devenir de la película, deposité sin la debida precaución mochila y botella de agua en el suelo correspondiente a la butaca vacía que tenía a la derecha. Pero, y he ahí mi error, que la butaca estuviera vacía no significaba que lo estuviera su suelo correspondiente, que en este caso concreto estaba ocupado por varios objetos en proceso de basurización pertenecientes a otro joven sentado en la siguiente butaca, entre ellos un vaso de Coca-Cola tamaño grande, no lleno pero con el líquido suficiente como para que, tras ser impactado por el botellín de agua negligentemente dirigido por mi propia mano, empapara la mochila con su pegajoso contenido antes de continuar la trayectoria que la ordinaria inclinación de la sala y las leyes de Newton imponen natural pero inexorablemente.

Por suerte, fue la Coca-Cola y no la sangre la que llegó al río y pude presenciar si no disfrutar del resto de película sin mayores percances que los ya mencionadas y un leve caso de tortícolis de la segunda fila. La película en sí es lo de menos, fue floja cual codazo de playmobil, quizás, pero, qué demonios, fue LA FIESTA DEL CINE.

Gustará a: bolígrafos, científicos locos, Casio,
No gustará a: helicópteros, Carl XVI Gustaf, mercenarios
eristuff
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