No es, ni deja de ser, una obra maestra. Es sencillamente una película muy de su tiempo. En un tiempo en el que, en lineas generales (no me canso de decirlo) lo mejor que ofrecía el Séptimo Arte era el trabajo de los actores. La calidad interpretativa de Mitchum y Lemmon está fuera de toda duda. Hayworth (que ya frisaba las cuarenta primaveras) se defendía como actriz (también como bailarina) y desde luego, como DESATADORA DE PASIONES, ¡que mujer tan guapa!. ¡que mirada tan incendiaria!, yo desde luego caería rendido a sus pies.
Quizá un (seamos generosos) pequeño fallo del guión es que los acontecimientos que aquí se narran y que supuestamente ocurren en unos pocos días, en la vida real llevarían semanas o meses. No creo que nadie se enamore hasta el punto de perder la cabeza en tan poco tiempo, pero bueno..., es cine. Las escenas de barcos están bien. La filmación se llevó a cabo en Trinidad y Tobago. Si os gustan los dramas románticos vedla.