Era fácil imaginar que el responsable de "Iron Man", al pergeñar un largometraje sobre el noble arte de la cocina, no iba precisamente a aburrir.

Lo imaginado se cumple: el ritmo es veloz (casi Scorsesiano; esto parece a veces el equivalente alimentario de "Casino" o algo por el estilo), Favreau es un tipo con el que se empatiza casi de inmediato, el taratamiento visual de la comida incita a tener gusa post-visionado y se juega con el tema de las redes sociales con ingenio, demostrando que su guionista (Favreau again) tiene sin duda un ojo puesto en la influencia de internet en el mundo actual.

Sin embargo, la cosa tiene pegas: el drama es escaso y la trama resulta previsible a ratos, lo cual no es óbice de que se trata con suficiente chispa el tema como para que uno se olvide de las debilidades del film.

Aprobado.