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España España · Salamanca
Voto de La Maga:
2
Acción. Fantástico. Terror Durante años, Blade ha luchado contra los vampiros sin que el mundo supiera lo que sucedía en los bajos fondos. Pero ahora, tras caer en las redes del FBI, se ve forzado a salir a la luz del día para unir sus fuerzas con un clan de humanos cazadores de vampiros que nunca supo que existían, los Nightstalkers. Junto a Abigail y Hannibal, Blade sigue la pista de una Antigua criatura que lo está acechando el vampiro original: Drácula. (FILMAFFINITY) [+]
24 de diciembre de 2006
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
El filón del héroe afroamericano de la Marvel, Blade, parece llegar a su fin con la tercera entrega, la menos taquillera y la más descuidada artísticamente. Si la primera parte contenía como mayor punto de interés al mejor villano de la saga, Deacon, en medio de un delirio de estética neogótica industrial – quién no recuerda la secuencia de la macrodiscoteca -, y en la segunda, Guillermo del Toro aportaba otro personaje de interés (Nyssa) y dosis de terror a través de su peculiar delirio oscurantista, en esta tercera, a pesar de acentuarse más que nunca el tono del tebeo original, el director David S. Goyer (guionista de la anterior) no ha sabido rubricar como se merecía las cacerías nocturnas del chupasangre más cachas y chulesco del celuloide.

Tras un rutilante arranque (35 minutos) en el que se combinan secuencias explosivas, de acción, tiroteos y combates cuerpo a cuerpo, un espectáculo frenético, reclamo para los amantes de la música trip-hopera (mucho sintetizador a cargo de un discípulo de Hans Zimmer, Ramin Djamadi, y RZA), la desidia y la desgana nos invaden. Durante esta segunda parte, se supone que el suspense y la intriga son los componentes dominadores, pero el miedo brilla por su ausencia si no fuera por los dichosos sobresaltos típicos en esta clase de producciones. La parte final, con una estructura claramente de video-juego, con sus respectivos objetivos a través de fases (pisos), recupera mínimamente el brío de su frenético prólogo.

En esta ocasión, Blade deberá contar con la ayuda de la hija de Abraham Whistler, una Jessica Biel (La matanza de Texas) fichada más que nada para lucir palmito ejecutando el tiro con arco, y un Ryan Reynolds con ínfulas de ser el gracioso de turno, culpable de los diálogos más estultos, chistes venéreos incluidos. Ni siquiera la elección de un Drácula exiliado en Irak, un falto de carisma Dominic Purcell que parece sacado del cuerpo de seguridad de una discoteca, parece salvar esta cinta encuadrada en el género más exploitation. Por lo demás, sólo algunos apuntes atractivos: una excitante persecución atravesando literalmente los edificios, una descerebrada solución biológica y un plan social benéfico orquestado por los vampiros para erradicar la mendicidad. El karate de diseño, el bestialismo y la claustrofobia aderezadas por influencias matrixianas no aportan el broche final que este héroe se merecía.
La Maga
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