Siempre he pensado que el cine, como la vida, una de dos, o te entretiene (“Jurassic Park”), o te enseña (“American History X”), y en ocasiones excepcionales, consigue ambas cosas al mismo tiempo. “Los lunes al sol” pertenece al segundo grupo, y lo hace de una manera arrolladora, sin parpadeos, directa.
Orígenes
Si primero fue “Familia”, y más tarde “Barrio”, ahora le toca el turno a “Los lunes al sol”, con la que Fernando León de Aranoa consigue confirmarse como uno de los valores más firmes y talentosos del panorama español.
Comparte el cine de Fernando muchas de las preocupaciones de Ken Loach (“La canción de Carla”, “Mi nombre es Joe”, “La cuadrilla”). Al igual que el director inglés, sus protagonistas son personajes enfrentados a situaciones sociales injustas; su forma de rodar conjuga un estilo documental con diálogos punzantes, procedentes de los estratos sociales más bajos; el objetivo es siempre el mismo: golpear la conciencia del espectador y situarlo en un contexto demasiado desgastado por los medios de comunicación.
Una ciudad al norte, costera, que hace ya tiempo dio la espalda al campo y se rodeó de industrias que la hicieron crecer desproporcionadamente, a empujones, que la alimentaron a base de inmigración y trabajadores, y dibujaron para ella un horizonte de chimeneas, de aristas y esperanzas, de futuros desarraigos, es el lugar donde un puñado de hombres, amigos gracias a la ética del trabajo bien hecho, admiran el paso del tiempo y recuerdan los días en que eran un grupo que luchaba por no abandonar su puesto en los astilleros. Unos siguen inmersos todavía en una batalla, otros sobreviven como pueden gracias a pequeños negocios, o al amor, los demás, como todos, siguen conociendo y visitando los miedos, los formularios, las listas de espera, las entrevistas, las colas del paro, los lunes al sol.
Hacía tiempo que no se veía un reparto coral tan acertado. Jose, Lino, Ana, Nata, Amador, Rico... todos se miran, unos con la cabeza más alta, otros casi derrotados, pero todos ellos giran alrededor de un eje, Santa (pletórico Javier Bardem), que tiene el enfado fácil, la indignación siempre a mano, pero también la palabra a tiempo y la mano tendida, compañera, atenta.
Resumiendo, ida verla.