Este largometraje nos introduce en la vida de dos feriantes que van de localidad en localidad tratando de hacer dinero vendiendo su producto: un espectáculo de lucha entre uno de ellos, un ex-campeón mundial de lucha, y un afortunado lugareño. El reclamo es sencillo, darán un premio muy apetitoso si el lugareño es capaz de aguantar más de tres minutos. La forma de conseguirlo... jugando sucio y haciendo trampas.

De esta película, se agradece especialemente que toque el terreno de los feriantes; un terreno poco explorado por la industria cinematográfica. Este mundo, puede ser un filón por la gran cantidad de historias que pueden salir de allí. En este caso, vemos la soledad con la que permanentemente vive esa gente y las triquiñuelas que se ven obligados a hacer.

Sin embargo, tiene en su contra lo poco explotado que está la escasa moral del protagonista. En base a eso se podría haber conseguido una mayor profundidad en el personaje magnificamente interpretado por Gary Piquer. De hecho, la construcción de los personajes es el mayor handicap de esta película: falta mucha profundidad en ellos y algunos de ellos tienen comportamientos poco entendibles.

Otro factor negativo es el un ritmo muy mal llevado, llegando en ciertos tramos al aburrimiento. Escenas que no vienen a cuento, ausencia de una mayor explicación de lo que está pasando...