Esta película es el fiel reflejo de cómo estropear una película en los compases finales. El film llega a ser muy bonito y sincero, pero el afán del director en asemejarse al mercado estadounidense la hunde haciendo que sea vulgar y echando por tierra todas las sensaciones que despierta a lo largo de sus primeros 80 minutos.

Supongo que tendrá buena acogida y gran aceptación entre el público, pero el cine español tiene que evitar caer en este camino. Porque sólo podemos competir en mercado cinematográfico en calidad y con películas así no lo conseguiremos.